Te llevaría ahora a casa, esa casa en la que te encierras, un capazo repleto de felicidad... Te has dejado las horas entre las paredes olvidando que en la calle está el viento y la brisa, la luz y el paseo, la gente que te quiere, la vida que no cesa... Te quedas en casa a menudo condenándote desde el momento en que te despiertas sin lograr que se te despeguen del sentimiento las sábanas blancas en todo el día... Te quedas mirando al techo, cada vez menos blanco, cada día más marchito, pensando en qué momento apoyarás el pie sobre el suelo y emprenderás el día...
Te digo que lo hagas de otra manera. Te invito a que mañana cuando despiertes, lo primero que hagas sea mirar al cielo y sonreír. Sonríele a ese techo blanco y preséntate. “Buenos días. Aquí estoy un día más, un día nuevo y preparada ya para batallar...”. Y házlo así. Levántate con toda la energía que tengas y sin perder ni un hálito de fuerza, concentra tu voluntad en que los primeros pasos del día sean los más fuertes...
Nota como tus pies desnudos cabalgan sobre el suelo. Siente que esa sonrisa que has buscado con las primeras luces del alba es tu mejor arma. Siéntate en la silla a pensar el día y piénsalo siempre con tu sonrisa. Piensa que no nos queda mucho más para ir batallando que el ser felices y calcula siempre que somos muchos los que estamos pendientes de tu felicidad...
Nos perdemos a menudo entre silencios absurdos o nos eclipsan ruidos bárbaros, nos quedamos atrás sin pedir ayuda para seguir avanzando, nos sentimos incapaces de alzar la voz para decir lo que cada uno quiere, lo que siempre esperamos, lo que deseas...
Pues yo te pido que rompas ese silencio. Con tu sonrisa puesta y dispuesta a batallar por tu felicidad y por la de los demás... Sé que son días oscuros, pero el optimismo debe de crecer atado a nosotros como un árbol fuerte y recio que no dejará nunca de extender sus ramas al cielo. Así, con la misma intensidad, con la misma energía, con la misma voluntad, levanta tus brazos al aire y reivindícate para la vida. Yo estaré a tu lado, como siempre, como cada día, como cada mañana... Como tanta gente. Nunca estamos tan sólos como creemos, nunca estamos tan dolidos como sentimos, nunca estamos tan abandonados como pensamos... Siéntete con la energía del mundo en tu sonrisa y sal a la mañana para contagiarnos tu felicidad. Mañana, cuando te levantes, yo estaré pensando que sonríes... Que sonríes...
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