lunes, 16 de julio de 2012

ALEGRÍA

Hay pocas palabras tan bellas como alegría. Hay pocas palabras, de verdad, que trasmitan tanto como trasmite ésta... Alegría.

Si pudiera regalarte mi alegría la envolvería ya mismo y en un paquete, rápido, haría que surcará el cielo y las montañas para que entrase por tu ventana y te esperase junto a la cama. A menudo notas en ti el dolor y la pena, a menudo me dices que te duele esto y aquello, y creo que no hay nada que te haga estar con tal penar encima. Sólo tu tristeza, una tristeza que callas y ahogas... El dolor no se puede enterrar. No puedes tirarlo cuerpo abajo como si llegando a los pies te fuera a desaparecer. El dolor hay que expulsarlo por la palabra o por las lágrimas, y dejarlo que se disuelva entre la brisa que hoy no sientes como te acaricia el pelo.

No intentes guardar tu pena dentro del cuerpo porque el alma que todo lo cubre acabará herida, como tu mirada, que no mira al cielo con el brillo que tendría que mirar... Piensa en cada momento si hay motivo para la tristeza. Cuando te notes derrotada, intenta levantarte a batallar...

Cuando no tengas ganas de sonreír piensa que a la gente de alrededor nada les hará tan feliz como verte con tu sonrisa puesta y tus ganas de ganar... De ganarle la partida a la pena. No dejes nunca de luchar. Saca tu pena al viento y deja que se meza entre la nostalgia y el olvido. Deja que huya de ti el desconsuelo más profundo e invítame a soñar. Déjate acariciar por la felicidad y sonríe, así contagiaras tu sonrisa y más gente como tú, que se deja arrastrar por la pena, no tendrá más remedio que sacar afuera la tristeza y dejar camino libre a la felicidad...

Sé que se te hace difícil. Sé que te cuesta. Sé que luchas por volver a sonreír como aquel entonces cuando la felicidad se te escapaba por los ojos y sin ser consciente te encontrabas en mitad de la vida con la risa y la carcajada compartidas antes de que llegara la noche... No dejes espacio a la soledad. No tragues con tu pena ni la guardes dentro de ti porque acabará por envilecer a tu alma. Sonríe. Sal a la luz. Vuela hacia el cielo. Pero no sigas guardando tu dolor, deja que se escape por la palabra o por las lágrimas y vuele lejos, al cementerio de las penas olvidadas, donde no hay rencor y todo está tranquilo... Deja que vuelen tus penas por las sendas del olvido y vuelve a batallar...

Levántate y dáme una sonrisa. Al lado estarán mis labios para sonreír contigo...

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