viernes, 6 de julio de 2012

COMO UN PETER PAN


Por la noche me vencen el cansancio y la nostalgia. Antes de dormir me acuden los fantasmas y los desesperos, la tristeza y la añoranza, la espina y el ahogo. Paseo con morriña por mi soledad en horas de madrugada y no dejo de pensar en todo aquello que fuimos, que somos, que querríamos ser... Cuando me topo con esa voluntad de futuro, con ese deseo por conquistar lo que el día de mañana querría tener en la vida, me apeo de mis pensamientos grises y le doy la mano a la fortuna. “Buenas noches”, le digo, a mi querida buena suerte. “Buenas noches”, me dice mi estrella que tirita en mitad del crepúsculo. Y como un niño, que recién abandonó el llanto, me acuno en mis sábanas blancas, sonrío y sueño que echo a volar en busca de mi aventura como si fuera un Peter Pan... 


Por la noche, cuando me vienen a la cabeza, con ganas de regalarme insomnio, los pequeños problemas que arrastramos todos en nuestro día a día, me empuja un dolor en el alma que lo convierte todo en un cielo más oscuro todavía, sin estrellas... Un cielo negro, cerrado. Pero de repente, como un golpe de agua sobre las rocas, que brota, se rompe y se pierde en la inmensidad del mar, me detengo y pienso: “no te dejes llevar por el desconsuelo, que el desánimo no te empuje con sus olas, mar adentro...”. 


Nadie de nosotros está exento de su pesadumbre, a todos nos inquietan en algún momento del día o de la noche pequeños detalles o grandes problemas, a todos nos torturan algunas trabas que vienen a complicarnos la existencia... Pero, en mitad de la noche, cuando la pena quiere conquistar mi corazón y condenarlo a la melancolía más lejana, rebroto como un tallo talado con mayor fuerza y renovado brío. Y me planto ante mí a ver cómo me crecen las hojas de un verde intenso por los brazos, y siento cómo se refuerzan mis raíces ancladas al suelo y me mezo entre las brisas del aire del sueño de mis noches de verano... 


Cuando el desconsuelo sea un martirio y el insomnio su carta de presentación, piensa en lugares lejanos donde aprendiste a soñar. Recuerda la voz amiga que siempre estuvo en mitad de la tormenta y te ayudó a sonreír de nuevo. Coge tus alas de Campanilla y echa a volar... Cuando en mitad de la luz más oscura, a lo lejos, veas tintinear una pequeña estrella, piensa que es mi buena estrella, mi cándida fortuna, que viene a darte las buenas noches... 


 “Buenas noches”, le digo, a mi querida buena suerte. “Buenas noches”, me dice mi estrella que tirita en mitad del crepúsculo. Y como un niño, que recién abandonó el llanto, me acuno en mis sábanas blancas, sonrío y sueño que echo a volar en busca de mi aventura como si fuera un Peter Pan...

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