Hay días que todo nos huele a ceniza, hay días que sólo
levantarse ya es un éxito y en los que comprobar las cosas que van pasando a
nuestro alrededor no es nada sencillo. Hay días que se generan después de otros
sin que nos dé tiempo la vida a darnos cuenta de que nacieron nuevos, limpios,
sin culpas ni pasados.
Hay días que todo nos huele a ceniza, hay días que sólo levantarse ya es un éxito y en los que comprobar las cosas que van pasando a nuestro alrededor no es nada sencillo. Hay días que se generan después de otros sin que nos dé tiempo la vida a darnos cuenta de que nacieron nuevos, limpios, sin culpas ni pasados.
Hay días que uno se pone a caminar, y en el camino, en el paseo, piensa hacia adónde llegaran los pasos siguientes...
Yo hay días que camino sin preguntarme nada más. Hay días que emprendo la marcha, que me dejo acompañar por el camino, por la brisa de esa ciudad que siempre huele a esperanza y a mañana y me dejo atrás los pasos, los de mi propio camino, como una metáfora de la propia vida...
Hay gente a la que le cuesta mucho emprender el camino, a mí casi nunca. Me gusta tener una sonrisa para acompañar, una ilusión para contagiar, una emoción para compartir... Por eso, cuando a los que me acompañan en la vida, a los que venían conmigo y desaparecieron, a los que vendrán les hace falta una muestra de cariño, una palabra de amistad, un gesto que les invite a compartir el mañana; en mitad de mi paseo, me detengo y les invito a acompañarme. "Ven" les digo. Sonríe conmigo, ilusionate como yo, emocionate a mi lado. Vivir no es fácil, pero es tremendamente bello. Por eso, aún en los tiempos menos fáciles, caminar juntos es una manera de pensar que el paseo siempre valdrá la pena.
Hay días que todo nos parece gris. Que todo nos es tristeza... Y sin embargo, cada momento, de los que vamos viviendo nos ayudan a sumar esperanzas e ilusiones, nos quitan penas y miedos, tristezas del alma... Cada momento que vivimos el uno junto al otro, nos sumamos en vida y en experiencias. Y de todas y cada una de esas aventuras que nos pasan en la vida, tú y yo, vamos viviendo juntos, paseando por este camino... Nunca nadie dijo que el camino fuera fácil. Pero yo sí que te digo que merece la pena siempre compartirlo juntos. Así que, hoy por ti, o por mi, si quieres, coge mi mano y acompañame a pasear. Nos está esperando el mañana... Y el mañana será precioso...
Yo hay días que camino sin preguntarme nada más. Hay días que emprendo la marcha, que me dejo acompañar por el camino, por la brisa de esa ciudad que siempre huele a esperanza y a mañana y me dejo atrás los pasos, los de mi propio camino, como una metáfora de la propia vida...
Hay gente a la que le cuesta mucho emprender el camino, a mí casi nunca. Me gusta tener una sonrisa para acompañar, una ilusión para contagiar, una emoción para compartir... Por eso, cuando a los que me acompañan en la vida, a los que venían conmigo y desaparecieron, a los que vendrán les hace falta una muestra de cariño, una palabra de amistad, un gesto que les invite a compartir el mañana; en mitad de mi paseo, me detengo y les invito a acompañarme. "Ven" les digo. Sonríe conmigo, ilusionate como yo, emocionate a mi lado. Vivir no es fácil, pero es tremendamente bello. Por eso, aún en los tiempos menos fáciles, caminar juntos es una manera de pensar que el paseo siempre valdrá la pena.
Hay días que todo nos parece gris. Que todo nos es tristeza... Y sin embargo, cada momento, de los que vamos viviendo nos ayudan a sumar esperanzas e ilusiones, nos quitan penas y miedos, tristezas del alma... Cada momento que vivimos el uno junto al otro, nos sumamos en vida y en experiencias. Y de todas y cada una de esas aventuras que nos pasan en la vida, tú y yo, vamos viviendo juntos, paseando por este camino... Nunca nadie dijo que el camino fuera fácil. Pero yo sí que te digo que merece la pena siempre compartirlo juntos. Así que, hoy por ti, o por mi, si quieres, coge mi mano y acompañame a pasear. Nos está esperando el mañana... Y el mañana será precioso...
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