martes, 30 de octubre de 2012

OCTUBRE ENTRE NUBES


¿Te imaginas si saliéramos hoy a pasear? Me gustaría caminar contigo, al lado, contándote cómo se me van los días y las ideas, como pierdo mis mañanas y tu mañana, como juego a imaginar y lo dejo enseguida sobre la mesa... Me levanté esta mañana con las nubes en el cielo sin imaginar que hoy sería un día nublado, porque no hubo nada ayer ni hoy que me hiciera preocuparme de las nubes. Porque últimamente intento que no me preocupe nada y no sólo por no remarcarme el rostro con las arrugas que rasgan las inquietudes. Me gustó el otoño de hoy, el que huele a caldos recién hechos que me devuelven a la infancia de aquél pueblecito pequeño de eras y chimeneas y que me invita a enfundarme el batín sabiendo que en breve será una piel que mudar porque de poco nos valdrá. Se nos vino en este octubre improductivo el invierno encima y nos condenó a perder los insomnios y rehacer los días.

Me gustó encontrarme con el frío sostenido y ni me dieron pereza las gotas que rajaron de arriba a abajo el pequeño poyo que me separa de la calle. Ni siquiera la lluvia. Me sorprendí comiendo unos fideos calientes, con mis padres alrededor de la mesa y mi mente pensando en un café de tarde, en una reunión de claroscuros, en un acto que me recordaron y no recordaba o en una invitación al teatro. Y al final, ahora, que es el principio en realidad, siguiendo el horóscopo de la revista que me regalaron el domingo, pienso que tengo que salir a encontrarme con esa socialización que nunca perdí y dejar que vayan pasando cosas...

Calculo entre horas, y no sin cierta resignación, a saber cuál será la próxima señal, el próximo mensaje, la próxima brisa calculada entre nubes grises... Como si cualquier cosa que viniera desde fuera nos dejara el camino libre de nubes, aunque no me importe que esté todo tan nublado... Me siento en casa, al borde de la silla, como un abismo de serenidad y me entretengo entre las teclas y las palabras, los sueños y las esperanzas, pensando más a menudo de lo que siento y de lo que crees en ese camino largo, acompañado, bajo el manto de grises nubes que contagiaron este martes con olor a otoño.

¿Te imaginas si saliéramos hoy a caminar al borde de la mar misma donde se baten las olas y la arena, donde se esconden mi misterio y tus anhelos? Sueña con esas huellas marcadas contra la oscura arena que deshacen las olas, siente como yo ahora, la chaqueta abrochada y la bufanda enroscada, dejando sólo los ojos que se batan a fuerza contra el frío que zozobra y caminemos... Bajo el cielo nublado, como un paraíso lejano, hasta de mí mismo, donde se envuelven las esperanzas que ya no espero y las desesperas que hace tiempo no me desesperan. Es como si el reloj se hubiera detenido: de repente. Dejaron de sonar las saetas en su paso fatigado, condenado, como un paso de procesión que rítmicamente se balancea contra la sobriedad de la noche. Así, yo, de igual manera, me mezo aquí y allá sin sentir más que el bamboleo. Sin esperar más, ni tan siquiera que resuenen en la madrugada los quejidos de una trompeta que se rompe de dolor...

Paseemos.

lunes, 29 de octubre de 2012

LOS PIES FRÍOS


Sandy se vuelca sobre Nueva York, la manzana esperada que será destino antes y después que nada y de todo. Porque cuando regrese del sueño ansiado, ¿qué más podrá ser un deseo esperanzado? Me contagio del huracán que en estos momentos amenaza la costa este de los EEUU a través de la televisión dejando que mis pies expuestos al frío húmedo de este invierno adelantado piensen dónde se escondieron las zapatillas de invierno que tan bien nos vinieron hace unos meses, cuando todo era gris en el cielo, de la manera que vendrá a ser ahora. En el ordenador suena María Dolores Pradera que es la señora que más hondo canta del mundo, sin envejecer nunca. Mi vecina entremezcla en los silencios de mi Spotify su "perreo" de charangas y gasolineras. Y enseguida las guitarras vuelven a capturar mi sola atención y me invitan a mirar el reloj pensando que en media hora tengo reunión de equipo en la sede.

No salí a casa, desde que salí de la manta que cubrió el sueño más tiempo del que me dejé caducado en un reloj que sonó a tiempo y poco más. Me dije de aprovechar la mañana, que no pude, y llegar a la hora de la comida. Ensalada y dos tostadas con sobrasada y queso. Rematé con un café. Pienso ahora en coger la bolsa y hacer la compra en cuanto acabe la reunión y antes de regresarme a casa. Acaba de nuevo la Pradera y los veraniegos rayos de sol se disparan en el equipo de música de los vecinos. Qué contrariedad... "Déjame que te cuente limeño, déjame que te diga la gloria..." Sigue María Dolores, en el puente del río y de la Alameda.

Esta tarde vi "Charlie y la fábrica de chocolate". Flipante. No la había visto y no me la esperaba así. Afortunadamente el cable tiene alternativas a los gritos y los culebrones, que son el postre de cada día en la televisión. Me chateó Alejandro para preguntarme cómo estaba. Me chateó Angelita para pedirme un teléfono que no tenía. Me chateó, al unísono, Leo, para pedirme un teléfono que tampoco tenía. Y me llamó y nos echamos unas risas mientras fregaba los platos. La habitación medio recogida esta mañana y un mocho por la cocina, ya hice más de lo que esperaba. Me recuerda Mabel reunión en su casa mañana a las nueve y media de la mañana y me puede ya el sueño...

Voy a recoger, que como os dije, tengo reunión. A la noche veré cómo les va a los neoyorquinos, con la esperanza de volar a conocerles.

Me ilusiono con esos pequeños detalles que de vez en cuando aparecen, me alegro con instantes, con breves momentos e intento ser todo lo cabal que nos dejan las canas y la razón. Espero por no desesperar y empiezo a proyectar que tiene que haber un mañana donde los pies no estén tan fríos... Y, lo reconozco, una tontería, me puede cambiar el rumbo de todo y el sabor de cada momento. A ratos, desespero por el calor de un verano y a otros, me encuentro a las puertas del hielo. Momentos fríos, hoy. El invierno se vino antes de lo que esperábamos. Y aún así, me dejo la tranquilidad tumbada sobre la confianza y sigo andando... Y ando acompañado por una pequeña alegría que me sorprendió. "El amor bonito lo tenías conmigo" canta María Dolores... He decidido que ha llegado el momento de quitar la música. Que yo me voy.

domingo, 28 de octubre de 2012

DE REPENTE, EL INVIERNO


Agotado. Un frío polar lo invade todo, llegó ayer por la tarde con la intención de quedarse y obligarnos a cuadrar la memoria y los recuerdos, los mañanas y las esperanzas cobijaditas bajo las mantas que cerramos hace un año. Hemos cambiado esta noche un reloj de hora: nos vinimos arriba y cambiamos las tres por las dos, aunque a mí me dieron las cuatro en el Cyrano. Ayer vino mucha gente conocida y más menos pude estar con todos. Lucía y Santi, de San Valero. Los amigos de Clero: Javi y Noelia, con el resto del Sector C a cuestas. Casi todo él. Estuvo Laurita, que hacía mucho no nos habíamos empujado a risas. Y Angelita, con Manolín y David, que no nos perdemos una. Estuvo Cris Estévez, Pepe y José Vicente con Bea Ramos. José y Moncho, Mireia y María Tomás... Vamos, que media agenda pasó anoche por una fiesta nocturna que nos resguardó de todo frío. No llegamos a más porque el alma se me caía por el precipicio del sueño. Antes de ayer, una vez más, ya habíamos desayunado en el Da Vinci, poco antes de regresar a casa, pasando por el Ochenta y Pop, después de dejarnos un Cyrano compartido con Noe y Javi, que nos buscaron en la falla.

Fue un día de mucha faena en la falla y eso que tampoco estuvimos tanto rato: pero la verdad nos cundió, como se suele decir. Fallas, presentación, talones y loterías. Llegué con Borjita a la falla que me tajo de un reportaje en Antonio Molle y de otro en las Atarazanas, para conocer las fallas del año que viene. Me encontré a mucha gente po allí, si bien no apenas con casi nadie. Con Moncho y Jose de pasada. Con otros, hola y adiós. Me quedé con las ganas de decirle a otro que me supo fatal algo del pasado, pero hay que descolgarse de los recuerdos tristes porque tampoco nos aportan mucho más. Ahora bajo el frío, con los pies helados y las manos ardiendo por el teclado, descubro que está la cosa tan mal en esta sociedad tardía que la gente se descabalga con sinsentidos que nos condenan. No merecen más pena los sudores ni los sufrimientos: sufrir, que ya no se debe. Me encontré en mitad de un reportaje con Quino, con Alejandro y Marisa, pero si apenas pudimos hablar y lo dejamos para unos whatsapps.

El sábado pasó por un rastrillo para luchar contra el cáncer en el barrio de la Paz y una paella compartida bajo un principio de fríos. Me quité el olor a humo en veinte minutos y llegué en taxi a Maestro Gozalbo, donde presentaba con Angelita el inicio de presidencia de Jaimenavarrobrer. Hablamos, comimos y bebimos. Taxi en la Gran Vía con Noe y Javi y a las Atarazanas: llegó el frío polar, en mitad de una discomóvil que nos empujó al Cyrano.

Hoy me desperté. Aure me dijo que me recogerían para ir al cumple sorpresa de María, en una alquería. Chateo desde la cama con Aurora (nos debemos una visita y unas palabritas) y luego esperé en el ordenador a que se hiciera la hora que se fue retrasando. Compré la prensa e intenté leerla en un banco, pero el frío empujaba el viento en contra mía y no hubo forma. Me recogieron en la puerta de casa y nos fuimos a la alquería. Allí estaban el resto, la fiesta preparada y la paella en marcha. Álvaro está cada día más mayor: le echamos pan a los patos y el resto de la tarde la pasamos en torno a la estufa. De repente llegó el invierno. Llegué a casa con mis sospechas y al sentarme a cenar tomé dos decisiones. La primera: que mañana empieza la dieta. La segunda, que tengo que aprovechar los vientos de invierno para saber hacia adónde hay que enviar mi vida... Me iré a dormir ya. Once treinta con sentimiento de doce y media... Pasadas.

miércoles, 24 de octubre de 2012

MOSQUITOS Y ELEFANTES


Un mosquito de dimensiones dinosaurias viene pasada la una de la madrugada, me apunta sin amenazar y clava el aguijón para devolverme a los tiempos de verano. Escribo con los cascos puestos y con un cedé que me encuentro en el cajón de los discos que hacía tiempo no escuchaba. Elefantes. De nuevo adolescente que me puse, me devuelvo a mis veranos de antes de ayer. El tiempo de otoño, no llega más que en el frío de las mañanas y de los olvidos, los que acaban por arrinconarnos. Me pongo los cascos y recupero tantas canciones, tantos versos, que acabo a ratos por no sentir el picor en el pie izquierdo. Calculo hasta tres picotadas, tres escozores.Y una banda sonora que vuelve de ayer. Ahora presiento el picotazo en la mano: tengo la sensación de que me desangraré antes de acabar de escribir. Pero la música me lleva de nuevo de un lado a otro, acabando este martes mucho más tarde de lo que querría o empezando antes de hora el miércoles...

El martes por la mañana me despertaste pensando que mi móvil estaría en silencio. Te escribo a ti, hoy que sé que lo vas a leer. Que sepas que me desperté con una sonrisa puesta por la gracia de un mensaje que llegaba sin intención de molestar. De verdad que con las legañas matándome la mirada, me reí. También es verdad que luego esperé a que las nueve empujaran de nuevo al despertador por el precipicio de mis sueños.

Sigue la canción sonando entre los cascos y el maldito mosquito saqueando la sangre roja que se mueve más despacio a estas horas del sueño. "Mi silencio azul,  tu inocencia azul,  nuestro abrazo azul y tú miraste hacia otro lugar...".

Me pedí una hora de sueño más y el frío me cobijó hasta las diez y media. Me escribieron otros que no esperaba en mitad de la mañana. Tenía por delante el teclado y la pantalla en blanco porque no sé si tenía mucho qué decir, pero me quedaba mucho por escribir: las últimas hojas de una obra que ya acabé. Así que me levanté pensando que se me caía el día encima y me preparé un colacao caliente mientras la televisión contaba todo lo que el día anterior se dejó caer para la historia. Encendí el ordenador con la noche pegada a la nuca y sintiendo respirar el sueño que me azota cada mañana. Las mañanas últimamente, desde que me atracan el insomnio o paseo por las noches, me llegan con menos ganas. Y sin embargo, la pasé frente al ordenador y el teléfono.
La tarde se vino encima con unas cuantas líneas escritas, algún facebook robado, alguna risa entre mensajes y una hamburguesa cocinada a fuego lento. Las noticias repitieron el repique con que se dobla la realidad gris que se contagia por las calles en crisis. Y yo, como un loco entre callejones, me pierdo de esa tristeza azul y me cuadro a ver qué futuro vendrá sobre mí, con una felicidad tonta que recaudo con pequeños detalles. Alguien que se acuerda de mí en un momento dado, alguien a quien recuerdo por una palabra que me trajo el viento... Cosas sencillas. Pequeñas. Que se hacen grandes cuando son de uno...

Por la tarde supe que tenía que acabar: poner fin. Un café bombón y una barrita de incienso quemando el frío húmedo que se intuía en la tarde contagiaron enseguida el ánimo a las paredes de la buhardilla donde me escondo. Y Luz Casal. Rebuscando en el cajón de las canciones dormidas me encontré con su felicidad. Una llamada a última hora que me hizo salir volando de casa en dirección a Alcàsser. Y entonces todo se hizo trabajo y nada más pasó. No quedó nada de un martes crecido entre letras y letras que me hicieron soñar con que escribía a una velocidad grande. Un mensaje me dijo que el texto era bueno y que daba risa. Y lo imaginé sobre el teatro, hecho para otros que no fueron ya aquellos que nosotros mismos llegamos a ser... Regresé a casa. Noche sin frío ni gente por las calles, si acaso un par de cigarros que se cuelan en mitad de la casi madrugada. Y un par de tuits para cerrar el día. Hay días que empiezan antes de lo que esperas y terminan más tarde de lo que querrías, pero todo lo que pasa por medio te hace vibrar.

Y ahora que te cuento todo esto, hoy, vuelvo a ti, con el temor absoluto a partir de hoy de que me dijeras hace un rato que me lees... Es más fácil cuando las hojas se pierden por los ríos con que se deshace el hielo de nuestro tiempo. Hoy, que habría querido ir a dormir hace tanto rato, me tienes preocupado delante del ordenador pensando qué podría escribir para que digas que éstas palabras te gustaron... Porque me acostumbré a despreocuparme por quién pudiera leer cada día una hoja de las que se cayeron. Porque ahora tengo una culpabilidad absoluta si lo que escribo te decepciona al compararlo con otras hojas que se perdieron... Tanto como otras que vienes leyendo tú. Tú, que sabes en estos momentos y nadie más, que hoy escribí sabiendo que lo leerías. No sé si antes de dormir, he alargado mucho la noche, o mañana, antes de que vuelvas a tener la intención de despertarme sin saber que nunca le quito el sonido al móvil, porque la soledad nunca coge las llamadas mientras yo duermo. Pero lo leerás. Y me mantengo aquí, dejando que una noche más, la esperanza de una eternidad tiré por la borda todas mis horas de sueño que empiezo ya a contar, pensando ya que mañana tengo que madrugar porque he quedado a desayunar y luego tengo un día completo de trabajo, de cosas que hacer, de campos que batallar... De otras cosas que ensombrecen cada día, porque esas no las acabo contando nunca y sin embargo me roban todo el tiempo del mundo.

Espero que te gusten mis palabras. Te las dejo aquí escritas, porque olvidé el mosquito pero se me lleva el sueño.

______

Busco en mis días algo de color 
a todas horas,
algo que me invite a mirar al cielo 
y a levantar las manos...

Me siento a menudo 

en la mitad del camino,
y con la mirada puesta 
en el horizonte más lejano,
me imagino siempre 
que camino con la sonrisa a cuestas...

Cuando en mi vida 

se mezclan la sonrisa 
y el recuerdo,
el corazón bate con mayor intensidad,
con la fuerza de un viento 
que viene de lejos...
Que viene de las mañanas
de mi infancia
que se pasaron 
entre fuentes y arroyos...

Cuando en mi vida,

la risa y el mañana 
se dan la mano,
arropo mis esperas 
con equivocaciones absurdas
y abro puertas a la ilusión;
y me descubro a mí mismo
escribiendo entre impulsos
los ánimos que mueven mi vida...

Nunca fui mejor 

ni peor que nadie,
nunca querré ser más,
nunca quise molestar, ni perder...
No vine a la vida para ganar,
ni para ser el dueño
de las esperanzas de nadie...

Sólo sé que vine 

a la vida. 
A dar un paseo
por las veredas que cada noche
surco entre desvelos
cuando me falta el sueño...

lunes, 22 de octubre de 2012

LUNES Y TODO


Lunes al borde de un menú sorpresa, de una comida con aromas distintos, que saben a mañanas y futuros inciertos. Habrá que calcular que hay que ponerse a comer aunque no tengamos muchas ganas, que no dejo de sorprenderme yo, con estas cosas... Cada día, eso sí, un poco más convencido del hambre (que nunca perdemos) como bien señala las básculas.

Por cierto, no me he pesado. Suena la sintonía de los Simpson y me voy a la báscula. Ahora vengo.

(Mutis por la derecha de la silla.).

89,300 kg. Momento Bridget Jones. ¡Mierda, qué capacidad tenemos de venirnos arriba! El lunes de hoy lo reescribo al mediodía con la sensación de haberme dejado en el camino toda la mañana sin mayor provecho. Pero el fin de semana se merecía bien bien el dedicar la mañana a casi nada.

El viernes me lo pasé por agua en un conciertazo de Miguel Bosé bajo la lluvia: cenamos junto a la calle Castellón entre el pasaje y el garaje. Bocadillo de tortilla de patatas con pisto. Paseo y anuncio de lluvias. Recogimos en la puerta a Carlos Jaén y Eva y nos metimos en dos horas de espectáculo, que me hicieron descubrir que me sé más canciones de Miguelito de las que me pensaba. Leo y yo, mano a mano, nos echamos todas las risas que nos cabían en una noche. Nos volvimos por la falla de Clero y con Javi a Noscarmientas. Bajo la lluvia decidimos irnos a Cyrano, con Monika y Sandra. Compartimos la mesa, vino Noelia al rato y mi cansancio se quebró en sueño. Volví con Leo a casa, hablando de todo y de lo humano. Me acosté y dormí. Supongo que además soñé.

El sábado por la mañana tenía cursillo de redes sociales en la sede del partido y me fui con Pepa y nuestro cielo nublado. Cortado urgente y cara de sueño. Interesante cursillo y comida familiar en casa de mi hermanica: Edurne ejerciendo de niña mayor, mis padres contando su escapada al pueblo y yo cansado pensando en dormir algo... Así que me dejé el sábado caer en los brazos de la siesta y me desperté por inercia, porque apagué el despertador yo creo que dormido. Me fui a la falla después de ducharme: nombramiento de Yajaira y de Nerea con Aaron, visita a Sueca y San Valero. Cubatas y risas en pandi en la falla, retruc en el Cyrano y Ochenta y pop. Me trajeron Monika y Chuso a casa. Me acosté y me desperté justo para ir a la comida dels Enganxats de Russafa. Desayuné suquet de rapé y lomo. Helado. Sin café. Me dormía por momentos hasta que nos reímos a lo grande regalándole besos al presidente de la Agrupación en el escenario. Y un cuadro con dos cisnes... precioso. Y robado. Risas y paseo. Heladito con Noe, Javi, Angelita, Mariel, Fran y Pepa. Cayó la tarde y con ella la humedad del otoño. Regresé a casa y cené pizza mientras veía y comentaba las elecciones de País Vasco y Galicia. Al final me cayeron las dos de la madrugada y me cubrí con la sábana sabiendo que no había insomnio capaz de parar este fin de semana... Menudo fin de semana.

jueves, 18 de octubre de 2012

CON PERMISO


Con todo el permiso del mundo, momento dulzón de los que tiran hacia adetrás, me he dejado caer por el facebook para hablar de la felicidad que sentí anoche al acabar el trabajo y la resaca de feliz labor que he sentido hoy. Venían a llamar a las nuevas Falleras Mayores, de año impar, de 2013, Begoña y Carla, y tocaba desoxidarse si es que en algún momento hemos dejado que el óxido nos oxidase. Dicho así huele a trabalenguas auténtico, pero la tarde de ayer, de hemiciclos, entrevistas, carreras por la calle Lauria, subidas de escaleras en Pizarro, bajadas y entrevistas, carreras de coches por la ciudad, maquillajes de última hora, cambios de ropa y puestas de micrófonos y pinganillos fue volver a la salud que esta labor del periodismo nos regala cuando hay que estar al quite, que es la manera más taurina de hacer nuestro trabajo...

Ayer volví a sentir ese vértigo de las prisas, esas ganas de la primicia, de los detalles, de conseguir llegar a otros sitios donde no se intentó llegar y hacerlo además con un principio único que es el que mueve toda esta locura: poder contarlo a los demás. Algunos, los más profesionales, lo llaman ser testigo de la noticia. Pero lo importante de poder ser testigos es el contarlo antes o después. Que casi siempre es antes...

Hice el programa con Leo, con Laura, con Elena y con Carlita: cenamos después en Foster's con Boro que se unió y al café Ernestito y Mabelón. Nos hicimos un Cyrano de confidencias y correcciones y nos vinimos a casa surcando la madrugada de las tres. Hoy me desperté con el sueño pegado a las legañas y desayuné viendo la reemisión del programa de anoche. Y una vez más, como tantas otras, el mismo resultado: la agradulce sensación del trabajo bien hecho. Me gusta mi trabajo. Me hace sentir feliz. Y como dije: es fantástico poder compartirlo con tanta gente...

lunes, 15 de octubre de 2012

LO POSIBLE


Llego del cine ahora. He pasado la tarde como escribí antes en casa de Ángeles y luego he ido al cine con Leo a ver "Lo imposible". Las imágenes (espectaculares efectos especiales) me han llevado de lleno a la nochebuena de 2004, aunque a ciencia cierta pensé que el tsunami nos pillaba más cerca. Dicho así suena a mojarse, pero el problema de vivir mucho y muy intensamente es que acabas desordenando caóticamente las fechas de aquellas cosas que no te afectan de una manera directa. Al salir del cine se lo digo a Leo: cuando ves estas cosas por la tele, la lejanía hace que te sepa todo a película. Por eso, al ver "Lo imposible" sales con la sensación de haber visto ya esto. Porque es real, espeluznantemente real y porque subraya, yo que hacía tiempo que no me dedicaba a la crítica cinematográfica personal e intransferible, sobre todas las cosas el valor de la ayuda a los demás...

No sé si los aires de otoño, los cielos grises que me devuelven aquellos parques parisinos o los fríos que se adivinan, ahora que resopla el viento, pero entre mi entrada ayer en facebook, emocionado por unas palabras de Bustamante en televisión (dixit) y hoy, al borde de la sensibilidad, con la película, tengo la sensación de que todo me raspa más de lo que me venía raspando en los últimos años. Lo cual se agradece y mucho. Porque es sentir. Porque es vivir.

No voy a contar nada de la peli, porque sería destriparla. Sólo eso. Que caí emocionado ante un extraño que te puede dejar un móvil en un momento dado y me sonreí pensando que ése podría ser yo, que aún nos queda corazoncito para seguir caminando... Y se agradece. Me voy ya a la cama. Mañana por la mañana pleno en el Ayuntamiento y una interesante semana en la que calculo que no tendremos tiempo para parar... "Lo imposible" es una buena excusa para dejarse caer por el cine un domingo tarde, como se deja caer hoy Baumstrunger (o como quiera que se llame) estratosfera abajo. Ni más ni menos. Pero un más con una moraleja especial, preciosa, que aún deja abierta una puerta a la humanidad y al saber que tenemos alguien al lado... Esa moraleja es preciosa. Y posible.

domingo, 14 de octubre de 2012

CAMBIOS DE AIRES


Apuro este puente de los que no tenemos puentes, el del Pilar, regresando al ordenador, a las hojas que se perdieron, y me lamento al ver que en la época de las gotas frías, la sequía puebla mi día a día de este rincón. Así que, me tendré que poner las pilas, porque me parece más una cuestión de pereza que no de cosas que no contar o silencios que subrayar. Hoy es domingo, acabo de poner una canción de Robbie Williams y pienso en la ducha y en irme a casa de Angelita. Estamos escribiendo la presentación de Doctor Oloriz, rematando ya. Retraso la salida de casa y el final del día me huele a cine, aunque tendré que esperar a recargar el móvil y whatsappear antes.

Tengo que escribir dos cosas que no se me olviden: la fiesta del viernes, Expedición Baturra Virgen del Pilar, un éxito. Llegaron las ocho de la mañana y un trozo de pizza para rematar una noche de risas, que fue mucho mejor de lo que esperábamos. Y esperábamos mucho, de ahí mi temor. Pero se confirmaron las mejores esperanzas y cenamos en la falla Manolín, Leo, David, Adrián, Esther, Angelita y yo. Nos fuimos al Cyrano, pasados por la cocktelera y entre risas y minutos que se fueron yendo, llegamos al 80 y pop, que es una discoteca que huele a sábados de otoño. Entramos, estuvimos y nos fuimos. Al final, por la Gran Vía, paseamos las palabras que salen de madrugada y comprobé algo: hay gente que tiene una vida más dura, más difícil, menos vida... Cogí el taxi y llegué a casa cuando clareaba el sábado. Dormí y me desperté cerca de las dos de la tarde, que para mí es perder el día. Chateé con Hugo mientras preparaba unos spaghetti y me hice a la tarde. Había quedado para escribir, pero fue imposible. Angelita se quedó en casa con su migraña y yo con un trozo de helado frente al Gran Hotel. Me duché y acudí al Camerino. Había quedado a cenar con Cristina y su caterva de Joses. La noche fue divertídisima, primero entre los gritos de nuestros vecinos de mesa y luego en el Cyrano, donde acudieron Beto, Cris, Noemí y Martita. Leo ya estaba en la barra cuando llegamos. Y nos hicimos un rincón en el Cyrano, que nos duró hasta las cuatro. Regresé a casa con Beíta y José Vicente... Cuando llegué a casa, tenía una foto en el whatsapp: "Parecemos Cheers", dije. Y hoy la ví ya en el facebook. Una gran noche.

Apuro ya para irme a escribir, quiero estar a las cinco en casa de Angelita. A ver si lo logramos.

Me he dado cuenta de que corren aires nuevos para muchas cosas y en el cambio de ropa, que hacemos por los armarios cuando llega otoño, he encontrado también nuevas personas con las que seguir adelante. Sabe a principio de amistades... Y tiene ese sabor peculiar, quizá, porque otras personas han ido diluyéndose. Ayer, una persona (sabrás quien eres si lees estas hojas perdidas) me habló de pena y de celos, me habló de tiempos pasados y no de mañanas, me habló de cosas que se echan en falta... Y lamentablemente me dí cuenta de que tenía razón. Siendo tan importantes como lo habían sido en mi vida, de repente, como humo de cigarro, se habían volado al cielo en mitad de la noche y sólo dejaron recuerdo. Y aunque a veces los recuerdos ahogan, sin perderlos, no podemos quedarnos atados a ellos. Lo estoy comprendiendo ahora. Por un momento pensé qué lógica tiene ahora que yo quede para nada, cómo descolgar el teléfono y plantear volver a quedar como si nada hubiera pasado. Y es eso: pasado. Y el pasado tiene que formar parte de uno, pero no conquistarlo. No me veo ya paseando por algunos caminos... Y si me queda alguna duda es cuando llegará el final de todo. Como hace unos años cuando una persona me hizo sentir peor que nunca. Ahora es un recuerdo, de obsesión paso a gas. Y siempre con una duda: ¿por qué? Pues a veces no hay respuestas... Nos cuesta entenderlo, pero ni siquiera cuando se es tan curioso como yo hay que querer tener respuestas para todo. Hay cosas que echo de menos, es cierto, hay cosas que duelen, gran verdad, pero hay otras que dejaron de rascar... Y eso es la vida. Más que nada, porque luego hay días, que paseas por la Gran Vía, y si te paras a mirar los árboles piensas: "no tengo derecho a quejarme de nada"... Y sigo viviendo. Con los cambios de aires (que anuncian otoños).

domingo, 7 de octubre de 2012

FUTUROS Y PRESENTES INCIERTOS


Apuro mientras whatsappeo con Amparo y escucho a Bustamante, que está en la tele, para organizarme la limpieza de dientes y una ducha, decidir qué traje me pongo para la procesión y bajar a celebrar por el barrio que fue San Francisco.

Aurora me pidió que volviera a escribir, cierto es que sabía que no venía por aquí desde hace unas semanas, y me había costado el no escribir, pero hacerlo me costaba más. Han sido días convulsos en lo interno: nada del otro mundo, nada que deba preocupar, simplemente, a veces, la vida te deja colgando de un vilo los sueños y las desesperanzas, y así, llega el otoño, cuando más hojas caen que nunca, y me apartan por unos días de los quehaceres más habituales... Los días y las noches se me han hecho bola: se hicieron cuando llegaban las lluvias de las que volé camino a Roma. Se hicieron bola porque la cabeza necesitaba congelar algunas personas y la previsión de que nos llegaran otras. En el interín, pasaron las escenas de "La Goleta", la obra que escribió Angelita y que fue un éxito de público y amigos. El teatro, lleno. Repleto. Maravilloso.

Escribiré con calma de cosas, de unas y de otras, de las buenas y muchas que se nos fueron: la foto de hoy era obligatoria. El inicio del otoño lo marca la escapada a Roma y la noche de ayer en 80 y pop. Fue la cena de la Agrupación. Volvimos al fallerío, con la boda de Luis y Gueguel de por medio y los premios Pepe Monforte que presenté en el palacio de la Exposición.

Lo dicho: que es domingo, en mitad de puente para los que trabajan entre semana y que me voy a la procesión, si acaso esta noche o mañana volveré a escribiros de los paseos y de los vientos. Aurora me dijo que le gusta cuando le hablo de cosas positivas, volveré a ello. En resumen tenía que volver, tenía que deciros que me fui, creo que conscientemente, porque necesitaba dejar de teclear y prever qué pasaba en esta marea de futuros y presentes. Inciertos. Que es lo que más puede preocuparnos...

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...