domingo, 29 de julio de 2012

BAJO LAS ESTRELLAS




Aquí estoy yo con mi ejército, que es la palabra. Aquí vengo hoy a ganar la batalla del optimismo. Aquí planto mis sueños y mis esperanzas y los riego con el cariño que me regaláis. Aquí vengo a ver cómo florecen las mañanas llenas de bondades y de encantos... Deje la magia para la noche, deje que la luna fuera mi capitana y las estrellas tintineasen cada día más cerca hasta que una vez casi sentí cogerlas con las manos.

¿Alguna vez habéis atrapado una estrella entre vuestras manos? Yo lo hice una noche, durmiendo en el desierto, cubierto por manto con un cielo estrellado. Y a cada una de las estrellas les puse el nombre de alguien a quien quiero y a cada una de ellas les dí las gracias por su tintineo...

Hasta quienes hoy ya no están conmigo, aunque su recuerdo les mantendrá siempre vivos, tuvieron su estrella. El cielo estrellado sobre mí, como un manto cargado de sueños y magias, de esperanzas y voluntades, de conquistas y deseos...

Bajo ese cielo pueblan mis alegrías y mis anhelos, bajo las estrellas danzarinas se pasea mi optimismo contagioso y mis ganas por hacer las cosas bien. Por mi voluntad de ganarle el pulso a la pena y el combate a la soledad, siguen alegrándome las noticias que me llegan de cerca y de lejos y que hacen que mi gente, cada día, sea más felicidad. Hoy, más que nunca, la felicidad de los míos me complementa aún más, me hace más feliz...

De vez en cuando vuelvo al sueño y las estrellas. De vez en cuando me recuerdo en el paraíso, tumbado sobre las flores de la madrugada, cazando entre mis manos las estrellas más brillantes que nunca se vieron en el cielo. Y cuando se escapan entre mis frágiles dedos de escritor que nunca escribió nada, ni si quiera un te quiero, siento el cosquilleo fulgurante de las estrellas que se van para perderse en la inmensidad de ese océano profundo y negro que es la noche del cielo...

Siempre, cada día, quiero recordar como aquellas estrellas se prestaron a mi sueño y sigo soñando con el recuerdo de aquella alegría que me producía ponerles vuestros nombres y hablar, así, desde la distancia de aquel desierto con todos y cada uno de vosotros...
Nunca dije te quiero. Pero saben las estrellas del cielo que siempre estuve a punto de cazarlas entre mis manos...

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