sábado, 14 de julio de 2012

COMO EL BARRO



Me paré un día ante una fuente y comprobé como el agua caía danzando sobre un charco inmenso de agua sucia. Mire con detenimiento el grifo por donde emanaba con una fuerza especial el agua y pude, a través de ella comprobar el color de las rocas que sujetaban aquella fuente. Veía perfectamente. Veía claro, nítido, transparente. Aquel agua limpia y pura brotaba con energía y con fuerza, salía después de la oscuridad de las cañerías y del primer llanto en el manantial y cuando saltaba por el grifo afuera lo hacía encontrando su libertad para caer caño abajo y toparse contra un suelo de arena enfangado que lo convertía todo en barro...

Nuestras vidas son igual que el agua de aquella fuente. Todos saltamos a la vida con una transparencia inaudita, con una belleza equilibrada, con una pureza única y mientras vamos perdiendo fuelle, mientras flaquean nuestras fuerza, al encontrarnos con el barro, acabamos por ensuciarnos y ser una parte más del propio fango... Me llamó tanto la atención que me acerqué, como una abeja, para ver de cerca aquel chorro caer sobre la tierra. Y vi cómo golpeaba sobre la tierra mojada, aún transparente, y al contaminarse del barro se convertía en un poco de barro más... Nuestras vidas acaban igual, contaminándose del barro que nos rodea, dejándose mezclar con las penas y las tristezas para hacernos perder la transparencia de nuestra propia libertad... Esa transparencia de vida podemos mantenerla si queremos, podemos luchar como el agua que vino del manantial por hacer que el barro cada vez sea menor, minúsculo, hasta convertirlo todo en un río único de aguas cristalinas donde el poco barro se disolvió, sin mayor importancia.

Tú puedes hacer lo mismo. Puedes batallar por hacer que toda la fuerza de tu vida se concentre en el futuro, luchar para que la libertad con que brotaste no se pierda nunca, pelear para que el barro de tu tristeza se disuelva entre tantos grandes sentimientos que la pena o la melancolía se deshagan como un hielo puesto a secar al sol... Cuando se derritan los sentimientos negativos que te acompañan cada día, comprobarás que del hielo de tu dolor que se deshace con una agonía amarga brotan sin embargo pequeños hilos temblorosos de agua transparente. Hasta de los peores momentos podemos acabar viendo como fluyen momentos amables, sentimientos puros, esperanzas para un mañana mejor... El agua de la fuente es cristalina, como las lágrimas de la pena. Pero al final de todo, la valentía de su transparencia nos invitan a ver a través de ellas. No llores nunca con los ojos cerrados. Mira al otro lado de las lágrimas y comprobarás que queda alguien con una sonrisa para regalarte, un amigo que espera tu abrazo, un amor olvidado que regresa a ti, un camino para seguir paseando...

Cuando sólo veas barro en tu vida y creas que será siempre así, piensa que muchos golpes de agua limpia acaban disolviendo la oscuridad del fango. Cree que con muchos momentos de felicidad que busques conseguirás que la pena se disuelva, que la tristeza se vaya, que el dolor desaparezca... Y todo vuelva a ser transparente, libre, feliz...

Me paré un día ante una fuente y comprobé como el agua caía danzando sobre un charco inmenso... Era el charco donde comenzaba tu felicidad.

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