miércoles, 4 de enero de 2012

TOMAR UN CAFÉ


Me apetecía un café bárbaramente al acabar de comer. Voy a ponerme música. Alborán. Aún reseteo el paladar disfrutando del último aroma de una cápsula de Nespresso más. A las seis he quedado a tomar café para ultimar la comisión de Interior que tengo a las ocho de la tarde. Antes, apuro para escribiros esta hoja perdida, encantado de llegar al cuarto día del año con cuatro hojas a la espalda, una por día. Y un dato más que curioso, el viaje a Londres de Ricardo que disparó las visitas al blog de manera extraordinaria... Anoche, envió un mensaje a su face diciendo que le gustó la entrada, lo leí regresando a Mislata en el taxi después de cena, café y reunión en la falla para el tema del llibret. Otro café.

Me fui a Novelty porque Gloria se empeñó en ir a un concierto, que no fue el que esperábamos al final. Estas cosas sólo nos pasan a nosotros. Pero la noche estuvo genial y la alargamos casi hasta ser los últimos del local. Un martes curioso, sin duda alguna. Este 2012 lo va a ser, lo presiento. Estuvimos hablando de todo un poco y salimos a la calle fría de enero. Le acompañé hasta la calle Mayor y me regresé a casa como los gatos negros. Por cierto, que llegando a la falla me encontré con uno que casi ni me miró al pasar...

Me he levantado esta mañana con una mano fría y la otra caliente: tal cual. No sé por qué me acuerdo de estas particularidades. Pero hacen más entrañables mis mañanas. Me bajo a la casa de fotos para arreglar un tema de Toñi y sus amigos invisibles y me regreso enseguida a casa. Me rió por el face sabiendo lo que algunos les dicen de mí a otros terceros, y sobretodo porque es en positivo de quien poco me puedo esperar... La vida y el 2012 no dejan de sorprenderme...

Miro el reloj. 16:42. Mi sobrina está en el circo con su madre y sus abuelos por unas entradas que les ha conseguido Leo. Ayer hablé con él por teléfono. Ayer tarde, enviándole las ganas del mundo para que éste sea su año. Que espero que lo será. Seguro. Sólo hay que confiar en ello...

Una amiga me reclama ahora un café pendiente (tendré que buscar fecha) porque se lo debo desde el año pasado y ahora más que nunca... Y algún otro café quedará pendiente.

Quedar a tomar un café para mí siempre ha sido sinónimo de sentarse a hablar, pero no de cualquier cosa, por lo general de proyectos de futuro o de revisiones de pasado. Sentarse a hablar de algo particular y especial. Quedar a tomar un café... Y, ¿sabéis algo? Creo que quedaré menos este año a tomar café, que probablemente tendría algunos pendientes por tomar, pero que estarán ya fríos... Y no merece la pena. Ahora que todavía memorizo en el paladar el sabor del café bombón que me he hecho en casa y con la vista puesta en las esperanzas de este año nuevo tengo la absoluta convicción de que los cafés saben mejor cuando los paladeas a través de la felicidad. Y yo hay algunos cafés que he decidido ya que ya no me tomo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

He visto que has cambiado las fotos del blog, ¿no quedarían mejor en color? Es que no se aprecian demasiado.
Ah! por cierto hice caso a tu mensaje. R.

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