viernes, 20 de enero de 2012

UN CAFÉ CON PEQUEÑAS DECISIONES


Acostumbro a leer los sobrecillos de azúcar y no llego a coleccionarlos, a Dios gracias, porque ya habría sido el exceso de los excesos y el colmo de los colmos que tuviera también ésa entre otras aficiones. Anoche la Junta de la falla terminó pasada la una de la madrugada y a San y a mí, ella que me trajo a casa, nos dieron casi las tres charrando en medio de la noche. Creo que podría haber alargado hasta la mañana porque no tenía un sueño excesivo y, aunque sabía que iba a dormir plácidamente, me entretenía con el móvil leyendo whatsapps de madrugada y pasando por el facebook a echarme unas risas con algunas cosas que escribía el bueno de Kike. Al final cerré el chiringo y me dispuse a dormir sin alarmas ni alertas hoy por la mañana...

Me he levantado con un café con colacao y cara la tele. He aprovechado la mañana para no hacer absolutamente nada más que descolgar un par de veces el teléfono. Leo me pone al día de sus noches y mi hermana me cuenta cómo les va a los papás por las Islas Afortunadas (aunque ellos me llaman, recién comido, a ponerme al día de lo que hay). He comido dos platos de arroz con lentejas que anuncian una puesta estricta a dieta en pocas horas. He echado la tarde escribiendo los versos de la falla y acabando "La Ciudad gris" que ha volado a Londres a la espera de una crítica desde la distancia. Ahora, ducha y calle. Nos vamos con la gente del teatro a cenar al Niza y a petardear algo en mitad de la noche. No sé bien con qué intenciones... Esto es cierto, pero con muchas ganas de pasarlo bien.

Decía lo de los sobrecillos de azúcar porque el otro día, en Madrid (hay que ver qué provechoso me ha salido el viaje) me trajeron un café sin mensaje en el sobre. Pero al levantar la taza, leí sobre el platillo: "Pequeñas decisiones que hacen grande el mundo". Y me pareció una losa filosofal sobre la que construir el bastión futuro. Una de esas pequeñas decisiones ha sido tomarme el café solo. Otra, escuchar alguna canción suelta que me pedía el cuerpo... Y otra, sorprendente, descubrirme a mí mismo buscando hoy actividad y movimiento porque, muy realmente, el cuerpo me lo pide...

Se ve que el exceso de la báscula hace sus estragos y aunque he adivinado esta mañana cierto tufillo a ansiedad que aún ahora mantengo, lo cierto es que toda mi marcha ahora pasa por irme a la ducha y ver qué ocurre esta noche. Sería capaz de quedarme aquí, pegado a esta silla que nunca debí de comprar tan cómoda... Es viernes. Lo decían algunos en el facebook hoy ante mi insatisfacción por tan magno acontecimiento... Tengo que volver a tomar café, a levantar la taza y descubrir qué pequeñas decisiones tengo que empezar a emprender...

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