viernes, 13 de enero de 2012

LA TARDE EN QUE EL GATO MAÚLLABA




























Toda la tarde el gato ha maullado en la terraza. Pausa. ¿Desde cuándo tengo un gato por casa? Respuesta: no lo tengo. Se ha colado, perdido o buscando qué comer, al olor de la fideuà calculo yo, esta tarde un blanquísimo gato de ojos claros, sin miedo alguno. Gato sin temor... Ayer pudo ser el primer día de todo lo demás. Ayer fueron pasando pequeños detalles de mil cosas que abrirán, o no, porque la vida es jodida y deliciosamente caprichosa, pero que en cualquier día me dieron un doce de enero con permiso para no escribiros...

Comí con amigos al borde de la playa y por un momento me quedé al borde del abismo. Tanto es así que salé a la intensidad del navego de azules hivernales, de almas que se despiertan con la luz que cantaría Alborán, a dejarme grabada una foto en la retina, en la memoria, por si algún día toca echar marcha atrás, recordar que todo comenzó alrededor de un arroz a banda, unos calamares, unas tellinas, unas copas de agua y un paseo al borde de la mar... Ese azul, esas mañanas pintadas de color que tiene mi Valencia...
























Me dejaron en la plaza de la Reina cerca de las cinco de la tarde, hora a la que había quedado con Jorge Guarro y las Falleras Mayores de Valencia. He recibido este año el encargo de escribir un perfil de cada una de ellas para el libro Oficial Fallero y la cita fue a la sombra de la Basílica, el Miguelete,... Un lugar al que hacía tiempo no acudía y que me parece uno de los más bellos en los que yo nunca haya estado. Tanto, que me parece irreal. Cuando llegué, en el centro, Jorge y los padres de Rocío con la pequeña, al rato Sandra. Un cortado y una conversación larga que dejó atrás la entrevista y se quedó en una mesa de confidencias compartidas... Y un número de la suerte: el ocho, del que tenemos tres euros en propiedad que volver a jugar. Salí de allí rápido y recorriendo la calle Caballeros y Jordana por la calle Alta, cruzando el río y llegando al casal de Doctor Olóriz. Certamen de monólogos que presentaba servidor con Inma Guerrero, Rafa Forner y Ángel Navarro, que estuvieron cumbres y nos regalaron mil risas. Y una cena sorpresa, dejando atrás el taller de Raquel Giner, Fede Ferrer y Jordi Palanca, con Boro, Juan Belda y Sergio en "La Pilareta", que me trajo recuerdos de la niñez con mi padre, Fermín y Mariano, alrededor de un plato de clóchinas. Superamos la noche con una copa en Café Infanta y con mil intentos de ponerme al día con Twitter, pero reconozco que no me engancho...¡Qué raro! Cuestión de días...

Esta mañana me despertó mamá al teléfono para avisarme que venían a casa a comer, como hicieron. Sigo ahora escribiendo tras perder la tarde en no hacer nada que no haya sido contestar algún mail y poco más. Felicito a Quiqueventura por su cumple y escucho Fangoria. Ahora, salgo enseguida de casa, porque presento dos actos: una mesa sobre indumentaria valenciana en Abastos y un homenaje a Juan Canet en la falla Espartero.

La música no me deja oír al gato que maúlla. No sé si se habrá ido ya, pero me ha dado una pena terrible. Toda la tarde. Y como símbolo de otras muchas más cosas, el gato se ha quedado junto a la ventana, con todo el frío, pasando el invierno al otro lado del cristal, recordándome que todos, de vez en cuando salimos afuera, buscando, dejándonos llevar por las sorpresas, las aventuras, y buscamos rápido un cobijo, comida... Maullamos... El gato era blanco y estaba limpísimo, pero tiene un hambre que se las pela. Y yo, una duda, si le doy comida, se quedará en casa y si no... 

Debería de haberme hecho la maleta como me ha dicho Laura, pero no me he acordado. Mañana hay escapada a Madrid, qué ganas, para ver el musical de Sabina, de la mano de Aurora y reencuentro con Mamen (Qué ganas niña... Más que de ver el musical). Madrid viene apareciendo en la agenda personal con demasiada insistencia en los últimos años y, curiosamente, con grandes viajes, buenos momentos, y recuerdos dulces que mañana, una vez más, me harán mirar a su cielo como uno de los cielos más bonitos que yo nunca he visto... 

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