sábado, 30 de abril de 2011

ENTRE ACTOS

 



















Me sentí. Me senté y me sentí. El Ayuntamiento de Valencia celebraba la gala del Artista Fallero para celebrar y entregar los premios a quienes en el pasado fuego consiguieron el primer premio con sus fallas. Nosotros, lo hicimos. En equipo y en colectivo. Y fuimos a recoger nuestro premio, Rafa y yo, llegado el final de la tarde... Me senté allí, decía. Y me sentí. Profundamente minúsculo, casi con vergüenza por el respeto máximo que le tengo a la fiesta y quienes la hacen posible. Por la adoración de quienes han sido y son los grandes, los maestros, los mejores... Y me sentí, decía, apocopado en mitad de la nada, con una sensación terrible de estar descolocado, orgulloso junto a mi compañero, allí, a punto de recibir el premio... Llevo muchos años unido sentimentalmente a esta fiesta, muchos más que profesionalmente, sin dudarlo... Llegué de rebote al periodismo de fallas, si es que existe esa clasificación, pero fui carne de falla desde mucho antes...

Ayer, en el hemiciclo, sentado frente a mí, Javi me recordó las muchas horas que desde pequeños le dedicamos a hacer fallas en mi cocina o en la suya, a plantarlas en mi terraza, a soñar con las fallas que haríamos de mayores... y ayer, anoche, allí estábamos. Frente a frente, como si el destino, en una azarosa pirueta nos hubiera regalado un sueño más: yo, quiero escribir de la manera más humilde que se pueda, orgulloso del trabajo de mi equipo, de mi falla, de mi gente, de los que hicieron posible el sueño... Y me sentí tremendamente chiquitín, apurado, feliz... Feliz, muy feliz. Angelita, desde el balcón, se quedó a que nos dieran el palet y Rafa, con una felicidad silenciosa, recogió el premio con que cerrar un fantástico ejercicio.

Ayer, por anoche, soñé con recibir otro más. Con que volvamos a ser capaces de levantar un proyecto que despierte la risa de quien venga antes que el fuego a llevarse un trocito de nuestra falla. Pero que sea con la misma gente, con la misma ilusión, con la misma grandeza, con la misma emoción y que vuelva a sentirme terriblemente perdido en un acto público como yo nunca me había encontrado...

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Casi se me deshizo la memoria, como un papel sobre el agua, porque como el día vino cuajado de pequeñas grandes cosas, el tiempo me fue ganando la carrera. Desde hace años, el 29 de abril es el cumple de Hugo. No le voy a dedicar más líneas: mi consideración con él, mi paseo, mi saludo, nuestros días y nuestras noches, no han cambiado ni una coma de lo que hace un año escribí de él. Así que, quien quiera saber que es una de las personas más importantes de mi vida, que rebusque en el archivo del blog, buscando hojas perdidas, que yo no necesito encontrar...

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Y 3. Raúl Tamarit presentó con el calor de sus Radiadores un disco nuevo que sabe a mucho y a más. Raúl se ha dejado las noches en las barras y en los escenarios, y los días en su trabajo, su familia, sus amigos... Aunque no sea ni tan siquiera en este orden. Anoche, sobre el escenario, volvió a crecerse y a crecernos. Nos regaló conciertazo y se bajó feliz y satisfecho, no era para menos de su particular cielo. Le deseo las suertes que se merece, que son todas. Y le doy las gracias por devolverme a antes de anoche, cuando mi vida eran conciertos de noche y sonrisas de día.

Empieza a cantar Serrat: dondequiera que estés, te gustará saber...

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