domingo, 10 de mayo de 2009

DEVOCIÓN



Todos tenemos alguna devoción. Hay algunas, que por su carácter cultural, religioso, se convierten en devociones colectivas. Ayer racionalicé todos los sentimientos que calculaba a mi alrededor. Y la verdad, me sorprendí más aún.

He crecido en una tierra que ampara la devoción a raudales por la Geperudeta, la patrona de los valencianos. Siempre he sabido que era un elemento destacadísimo de la cultura valenciana, más que de la religión, yo creo. Pero la clave me la ha dado un señor que respondía a una encuesta por televisión en el informativo que acaba de terminar: "Aquí, puede que haya quien no cree en Dios, pero todos confíamos en la Mare de Déu". En las últimas horas me ha emocionado comprobar como una efígie tan venerada es capaz de despertar las sensaciones y los sentimientos de la gente a flor de piel. Os parecerá absurdo, que a estas alturas de blog, servidor le dedique una entrada a la devoción. Pero es que he visto cosas, he captado sentimientos, he robado emociones que me han sorprendido. He visto las lágrimas en los ojos de mujeres y de jóvenes, a hombres con aspecto rockero santiguarse a su paso, a niños que aprenden desde pequeños a lanzarle besos... Tiene una belleza humilde, que impresiona. Una virgen que ampara a los desamparados, nosotros que tanta vez nos hemos sentido sin amparo...

Dos cieguitos empujaban el anda en mitad de la procesión. Su mundo de ruidos se calmó con el silencio que cubría la noche. Mostraban el talante serio y llevaban a su virgen entre las calles de la ciudad. De cerca, recogiendo la emoción que se les caía de los ojos, iba yo con mi cirio acompañando a la imagen. Me sorprendía ver la admiración con la que veneraron a aquella imagen. Los dos ciegos, seguían en su peregrinaje de sombras, mientras los pétalos cubrían con su manto la belleza humilde de aquella estampa. Miré al suelo, chafando las hojas de rosas que convirtieron la noche en una alfombra olorosa. Y sentí la belleza de aquel momento y la devoción escaparse hacia el cielo que lo confundía todo en una noche tan ciega como hermosa.

¿Os sorprende que hable de la devoción? Yo hay días que también me sorprendo a mí mismo... Casi todos.

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