domingo, 31 de mayo de 2009
RASCA
El fin de semana llegó al final de una semana dura. La habéis ido sintiendo de la mano y gracias por estar siempre ahí. El viernes fue un cambio de planes en toda regla. Tenía la intención de hacer unas cosas y las cambié, insconscientemente, todas supongo que para ir cogiendo más aire. Me he comprado una tele. Me iba a comprar un CD, quería regalarme algo... No es que se me haya ido la pinza. Una amiga me dijo que me diera el capricho. Y lo hice. Así podré comer frente a una tele, como hace la gente normal... ¿No? Luego me fui a entregar unos diplomas (mejor de lo que me esperaba, la verdad) y de cena improvisada con algunos amigos. Vino blanco en la terraza del Peperoncino y muchas risas. Alguna animalada (algunas cuantas). Santa Teresa con limón exprimido y unas risas más. Luego Barceló en la cueva de Bergerac... Y a dormir.
Ayer me levanté sabiendo en la agenda que tenía el cumpleaños de Ángeles por la noche. Me fui a casar a unas parejas en el Ayuntamiento (y lo que no me pasé a mí no le pasa a nadie... ea!), luego comí en el Foster's con José y Ana. Compré regalos por la tarde y me fui a comprar todo para el cumple con la homenajeada y Luis. Lo pasamos bien: incluyendo el ataque de hiperventilación en el pasillo de las golosinas. Toda la tarde liados y nos llega la noche. A partir de las diez empezó a llegar la gente mientras yo acababa de cortar el ajo y los tomates. Risas en la calle. Muchas risas. Cena y más risas. Tarta. Entrega de regalos. Cubatas y cocktails. Más risas y música de fondo... Y muchos amigos.
La noche se nos fue entre los cocktails de fresa, las risas de Pepito, los cigarros de Mabel, las monjas que corrían en la madrugada, los platos de conguitos y gominolas, las mil y una sonrisas... Angelita estuvo feliz. Muy contenta. Yo también de verla así... Nos fuimos a apagar la noche entre las mesas de Cyrano. Taxi de madrugada, empezando el día, surca la avenida del Cid, me deja en el telepizza y sigue adelante. Enciendo el último cigarro y me voy a dormir, hace una noche fantástica...
Me he despertado romanceando en la cama, enroscado entre las sábanas que ayer no plegué. Calor de primavera y cielo nublado. Me llama Lázaro. Mañana parte a Brasil. Hablamos por teléfono, nos ponemos al día y me arrepiento de no haberme apuntado. Me encuentro mejor que los últimos días. He ido progresando con no quedarme en casa. Brasil hubiera sido una buena idea ahora. Cada vez que no me ocupo con algo, me rasca el almita por dentro... Será cuestión de tiempo. Dejar que pasen los días, espero, que sea al fin una salida de túnel. Veo luz chicos, al final. Aunque me parezca tan lejana... Será cuestión de tiempo. Ya no tengo el dolor tan fuerte del pecho, la bola del estómago se pierde por momentos y sólo ando enganchado por dos tirantes que se clavan en mi clavícula y que me tiran hacia el suelo, que me duelen, que no me dejan saltar...
Noches como la de ayer y antes de anoche me ayudan a soltar lastre, pero levantarse luego se complica... Será cuestión de tiempo, de poco tiempo espero. Mientras, me descubro volviendo a sonreír que ya es mucho... Porque ahora ya sólo son rascones. Rasca.
viernes, 29 de mayo de 2009
APUNTES DE MADRUGADA
1.26 am. Recién llego a casa. Día en el que he tenido de todo. Como una llama, que sube y baja, mis horas se han acabado ya por hoy, llegando a la final del día. O mejor dicho, empezando uno nuevo... Sigo con mis cosas, como os imagináis. Pero, de verdad, que no se asuste nadie. Estoy bien. Raro, pero bien. Confundido, pero bien. Descolocado, pero bien. De verdad.
Hablo a través del ordenador que no lo pasa tampoco bien en estos momentos. La noche nos une a los que estamos disconformes con nuestra cabeza. La noche nos ata, de la mano del insomnio, a decirnos las verdades como borrachos en una barra de bar.
Estoy sin nicotina. Repaso la casa. La pared morada de mi habitación. El calor de la noche que anuncia viernes y fin de semana. El paso del tiempo se convierte en peso.
Mi día ha sido regular. Bien hasta media mañana. Regular desde que miré por la ventana. Peor tras la comida. Oigo algo de chill out a mitad tarde. Y trabajo, hasta la noche. Ceno pasadas las doce. Nos reímos, cuatro carcajadas de dos chistes y medio. Pero cae la noche, llego a casa, con nocturnidad, y el teclado resuena apurando mi dolor de espalda. La cabeza me duele menos ahora. Esta tarde fue un problema...
Ahora el insomnio abre su puerta y me invita a pasar. No sé cómo salir de este laberinto en el que casi he entrado yo solo, por mí mismo. Calor de primavera, humedad nocturna. Rocío que no llega... El cuello se debilita y tambalea. Podría ser del sueño, como antes de la sonrisa... Esta mañana me descubrí sonriendo en el control de la radio, hablando de la cuenta comunión, contando las anécdotas de otros... Esa risa valió todo el día de hoy. Siguen pinchando en el pecho los dolores del silencio. ¿Hasta qué punto estaré haciéndolo bien? Muy pocas veces me he arrepentido de las decisiones que tomé en la vida. Pero no sé ya si no soy demasiado mayor para tanta valentía... No es un discurso de derrota, es una idea realista (que es casi lo mismo). Mañana (ahora luego) me despertaré. Me voy a poner la canción de Serrat que tantas puertas me ha abierto y saldré a la calle de nuevo...
Apuntes de madrugada: cuando todo esto acabe, cuando y cómo tenga que acabar, voy a leerme y creo que no me reconoceré. Estoy descubriendo rincones y atajos que no sabía que tenía, pero aprender cuesta (mucho). Algo positivo salen de estas anotaciones...
jueves, 28 de mayo de 2009
LOS CAMINOS DEL MAÑANA
Ya ha pasado casi toda la mañana, empieza la tarde, soleada, con un cielo azul de los de verano y un calor latente que despacio me acompaña. No he parado en toda la mañana. Viene conmigo una sensación de ahogo aferrada al cuello que descansa por momentos. Se queda apeada, al lado de mí, en la orilla de mis días, y luego corre y se pone de nuevo junto a mi paseo. A ratos descanso. Poco por la noche. Llevo una semana de dormir poco, que es una semana más, como las últimas. Aunque en estas noches no he estado solo. Mis amigos me llevan de la manita y apoyando a Alberto, tomando unas copas en casa de Elin o cenando en mitad del universo de las mujeres mis horas han ido calmando y apaciguando algo, que no es poco.
De vez en cuando el reloj se detiene. Da la sensación de que todo se parase. Se detuviese. Se quedase en calma. No sé si es mejor o peor que las últimas horas, los últimos días, las últimas semanas... Me quedo así, intentando mirar por la ventana que el despacho no tiene y descubro un horizonte añil que me gustaría ir a buscar.
En el paso por el escritorio del ordenador me encuentro una playa. Un atardecer. Un barco. Gente. La foto resume mis pasiones y las de cualquiera, pero más hoy mías. Llamadme egoísta pero cómo añoro ahora los silencios sin pausa... Anoche me acordé de la India, de la paz del Tíbet. Anoche recordé, cruzando Valencia en taxi, aquella sensación extraterrestre que sentí como si fuera todo mi futuro. Y esbocé una sonrisa. Anoche, me dolía el cuello y la cara, el pecho, los brazos... La calma quieta de aquella foto siempre recordada hubiera sido la mejor medicación a unas convulsiones que no cesan. Pero hacia arriba, tranquilos. Iremos hacia arriba.
De nuevo busco la ventana y miro al final del camino. Es azul clarito, casi blanco. El sol lo irradia todo. De vez en cuando, noto como pican los ojos, como caen los párpados. Es el sueño. El sueño de cualquiera.
Buscaré entre los recuerdos de aquellas montañas doradas, la cordillera de la Luna (recuerdas Lasa), los caminos del mañana...
miércoles, 27 de mayo de 2009
EN MOVIMIENTO
Tenemos que levantar los brazos y batirlos contra el viento. Deberíamos hacerlo a menudo y se nos olvida muchas veces. Yo me he levantado con los brazos caídos (mejor que los últimos días) pero con muy pocas ganas de hacer lo que tenía que hacer. Y al final lo he hecho. Me he empujado y lo he hecho. Cuando todo apuntaba a que giraría en mitad de mi camino...
Cuesta, la verdad. Pero merece la pena. Hoy es tan fácil como ayer, o igual de difícil. Será cuestión de tiempo. Volver a mover los brazos como aspas de molino será cuestión de días, en ello confío. Y estoy bien, para evitar que os preocupéis nadie.
Estas líneas son la mejor terapia que puedo tener. Menos mal que descubrí que había perdido mis hojas y me lancé a buscarlas, porque son la mejor manera de arrojarlo todo y coger aire. Necesito aire.
martes, 26 de mayo de 2009
SEGUIR
Me sabe mal que haya muchos que os hayáis preocupado al saber de las últimas entradas del blog. Pero cuando todo es bueno, os alegráis conmigo y cuando el tren circula a otra velocidad, os asustáis y preocupáis, como es lógico. No quiero que nadie se asuste, ni mucho menos. Que no esté en la mejor época no significa nada más que eso... Supongo que es mi lado optimista que empuja con fuerza para hacerse enseguida su hueco... Y gracias por querer saber, y sobre todo por los mensajes con letras de canciones, que me animan a seguir, sin saber bien hacia adónde.
La última noche dormí pocas horas pero de tirón. Mi cabeza sigue dando vueltas. Pensé que desaparecerían muchas de las nubes del cielo negro cuando hubiera arreciado la tormenta, pero no. La cabeza sigue dando vueltas y todo es complicado. Hoy he dado el paso decisivo (y uno de los más complicados de mi vida) esperando no equivocarme. Pero no sé. No es sencillo. La verdad es que ahora estoy algo abotargado, recién levantado de nuevo porque he tenido que irme a la cama con una pastilla y un brutal dolor de cabeza. Toda la mañana he sentido los nervios enganchados al estomágo, hacerse duros como una bola de Baileys y Coca cola. Toda la mañana he intentado volar y seguir. Y no sé qué he conseguido. He sentido mil y una cosas distintas y en muy poco tiempo, alborotado además por el ritmo del trabajo, que no cesa.
Después de comer el dolor de cabeza ya se ha apoderado por completo de mí. Y ahora, a media tarde, escribo entre actos porque necesito quitármelo de encima, porque necesito descargaros el cansancio de tantos días y este hastío que combato.
Rincón para la esperanza: si todo saliera bien, acabará bien. O mejor aún, no acabará. Seguro. Si todo el camino que le queda al tren, las vías siguen juntas, cada una sujeta por quien quiera sujetarlas, al final habrá un recorrido largo y muchos más por delante. No he perdido la esperanza, ni el tren. Alguien, esta mañana, en el ascensor me dijo: "Jaime el tren hay que cogerlo cuando pasa por la vida", sin saber que ayer, en este blog, yo miraba mi tristeza a través de una ventana de tren... No sé qué pasará desde hoy, día en el que tomé una de las decisiones más importantes. Rincón para la esperanza. Quiero seguir. Voy a seguir. Y ya veremos...
Hace dos años estábamos de jornada de reflexión. Hoy daría algo por no seguir pensando, esta tarde y la noche que viene...
lunes, 25 de mayo de 2009
COGER AIRE
Perdonadme que os haya abandonado, pero me había abandonado a mí mismo. Los últimos días han sido especialmente difíciles. Y no podía escribir. No he podido hacerlo en ningún momento, porque era como si todo estuviera bloqueado dentro de mí y aunque me hubiera gustado vomitar mis penas, como hago a diario, no he podido hacerlo. No he sabido.
El día de hoy es distinto. Ya no sé si mejor o peor. Distinto y otro más al mismo tiempo. Alguien me dijo una vez que no hay nada como sentirse totalmente hundido porque ya sólo te queda entonces ir hacia arriba. Yo intento hoy dar los primeros pasos, pero cuesta y mucho. No he escrito tampoco por no alarmaros, haceros sentir preocupados, porque no me llamaráis... Sencillamente, no he escrito porque no he podido. Porque tenía mi vida parada, con la cabeza demasiado complicada. Debería de haber venido a apuntaros algo. A deciros que os hecho de menos, que gracias por estar ahí,... Pero mi cabeza se fue con su insomnio y sus cosas por otras calles, a pasear sola, y lo que es peor, me dejó aquí esperando.
Esta mañana he vuelto a levantarme. Siento ese dolor en la espalda que me ha acompañado en los últimos días, los nervios pinzándome por encima del homoplato derecho. Siento los ojos caídos hacia abajo en dirección al suelo. Siento mi cara descolgada con plomo, empujando mi boca hacia la nada. Y lo único bueno que saco de todo esto, es que sigo sintiendo, como siempre he sentido...
A veces nos complicamos demasiado la vida. A veces sueño con ser alguien que no piense en lo que le pasa. Hay gente a la que las cosas que a mí me duelen, no le afectan nada. Y aunque mi mundo de sensaciones es un don divino, cuando las sensaciones te matan, me gustaría no pensar en nada.
Ahora mismo ando descabalgado. La cabeza me dice unas cosas, el corazón te dice otras. Vamos, que llevo un barullo dentro de mí que no sé para dónde tirar. Necesito coger aire. Pero esta vez, cogerlo y quedármelo unos días, para respirar yo antes de saber qué quiero.
Lo peor de todo es esta sensación de hastío, de muerte, de soledad. De dureza. Me pena pensar que hay quien está sufriendo como yo y por mi culpa. Me siento peor entonces. Mucho peor. Peor de lo que sabré expresar... Es duro estar como he estado y estoy. Es difícil dejar de concentrarse en los trinos de los pájaros que anidan fuera y que son libres. Es difícil no saber decir, porque no sabes qué decir. Me duele. Estoy mal ahora. Agotado. Derrotado. Hundido. Mal... Pero ya os conté que alguien me dijo que ahora sólo queda ir hacia arriba.
Vivo en una confusión de dolores que no sé cómo sofocar. Por un lado, me apretan las nuevas oportunidades, los márgenes de confianza, el volver a intentarlo... Por otro, el dolor, el miedo, la tristeza, la desconfianza, el no saber a ciencia cierta... Y estoy abatido esperando que alguien me arranque este nudo que se ha quedado en mi estómago. Personalmente abatido. Cómo me cuesta escribir hoy. Cómo duele. Cómo duele el dolor...
jueves, 21 de mayo de 2009
CUATRO VASOS Y MEDIO
Acabé el programa y me perdí por las calles de Ruzafa buscando el camino de vuelta a la vida. Y me la encontré en casa de Mabel, en un plato de tortilla de cocinera de primera y unas risas sobre la noche, que siempre alivian.
Me vino de perlas cerrar el día bajo el calor de esta primavera que no cesa. Me vino fantásticamente bien contarte mis penas y escuchar las tuyas. Hablar, como hacía días que no podía. Contarte cómo me va y que me sigue yendo, sin saber hacia adónde se van los pasos que no dejo de dar. Y explicarte las vueltas que le doy a todo, quedándome quieto. Las horas del reloj fueron cayéndose despacio al ritmo de nuestras palabras y nos pusimos al día de ayer y hoy, dejándonos para otro día el mañana que nos ha de llegar. Una vez más, Mabel me escuchó con los ojos abiertos y me fue diciendo, pero sobre todo, me fue escuchando que, anoche, era lo que más me apetecía.
Y nos dejamos los labios en un tubo con hielo y limón preparado. Con un golpe de ron y una mano de coca cola. Y una calada tras otra, dejando que el humo que fue, lo fuera todo. Anoche me apoyé con las manos sobre la madera de la mesa de su cocina, apartando los tapetes de bambú que nunca fue mambú. Anoche pude hablar por los codos y los labios, con los ojos, más pequeños y estáticos que los ojazos de Mabel. Y sentí por un momento que todo se frenaba un poco y yo volaba por fuera de mi vida.
Anoche fueron las cuatro y media de la mañana, con cuatro vasos y medio. Y cuatrocientas palabras, casi sin silencios. Me vino bien sentarme en tu mesa y sentirme al lado tuyo, junto a tu silla y poder decirte cuáles son las cosas que me pasan. Porque necesitaba hablar, como a todos nos sucede, de las cosas que me ocurren y se me ocurren. Y las que ya no se me ocurren... Fue una noche que mereció la pena. Y volví a casa, en taxi, surcando la Gran Vía, solitaria y callada. La próxima vez, nos la traeremos a nuestras cenas, para que nos cuente ella, avenida en la noche, qué cosas son las que le pasan...
miércoles, 20 de mayo de 2009
EN EL ECUADOR
Estoy en el ecuador de muchas cosas, de algunas más importantes que otras y en el ecuador de la semana... De una semana distinta a lo que yo creía que iba a ser, tranquila por momentos, inquietante por otros... Una semana que va pasando cubriéndose de cosas que me suceden sin que me dejen de pasar muchas... Me encuentro bien. Relativamente bien. Cansado, pero animado. Agotado en algunos momentos del día. Ahora, por ejemplo, ciertamente cansado de muchas cosas y de muchas horas. Repartiendo mis horas de sueño con las noches en vela...
Siento que las horas del día se alargan y se acortan las de la noche. Siento la calor con que se seduce a la ciudad, apretando cada rato, y cada rato más... Siento el silencio. El condenado a silencio. El calor y el silencio paseando por mi vida de la mano...
Me queda que acabe la semana. Saber qué ha pasado en las últimas horas en algunas cosas, recapacitar y tomar las decisiones que aún espero saber elegir. Y no es fácil, nada es fácil. Me queda seguir animando a Alberto en su camino, que es el nuestro. Me queda seguir compartiendo cenas de noche, si las hay. Me queda seguir buscando el aire... Cálido aire con que se sacuden las nubes de primavera.
Estoy en el ecuador... intentando averiguar hacia dónde iré cuando todo sea ya ecuador pasado.
Siento que las horas del día se alargan y se acortan las de la noche. Siento la calor con que se seduce a la ciudad, apretando cada rato, y cada rato más... Siento el silencio. El condenado a silencio. El calor y el silencio paseando por mi vida de la mano...
Me queda que acabe la semana. Saber qué ha pasado en las últimas horas en algunas cosas, recapacitar y tomar las decisiones que aún espero saber elegir. Y no es fácil, nada es fácil. Me queda seguir animando a Alberto en su camino, que es el nuestro. Me queda seguir compartiendo cenas de noche, si las hay. Me queda seguir buscando el aire... Cálido aire con que se sacuden las nubes de primavera.
Estoy en el ecuador... intentando averiguar hacia dónde iré cuando todo sea ya ecuador pasado.
martes, 19 de mayo de 2009
EN AQUEL RINCÓN
A veces el tiempo nos juega pasadas y nos devuelve a tiempos que pensábamos lejanos, olvidados, perdidos, muertos... Pero de repente, la vida que es muy suya, nos coge por la pechera y nos deja de nuevo en un momento que nuestra memoria dejó congelada...
Algo así fue reencontrarme con aquella mesa y aquel ordenador. Y aquel cenicero. Y aquellas hojas perdidas sobre la mesa donde atar en corto todas las ideas que el tiempo nos fue regalando. Vuelvo a sentirme cómplice de Ángeles, volvemos a iniciar el camino de la creación, nos enfrentamos una vez más a la pantalla en blanco y nos condenamos a escribir la próxima presentación...
A veces, al tiempo le agradeces el viraje que da en la vida y que te ponga de nuevo donde todo te parecía ya tan lejano. Volver a la carga, en todos sus sentidos, tiene su aquel, por mucho que yo me sienta cansado o con más o menos ganas de según qué cosas. ¡Pero no! Aunque como cantaría Serrat, las musas se hayan olvidado de mí, volver a empezar tiene lo suyo. Sobre todo, porque se nos vuelven a disparar las carcajadas y las risas, volvemos a ponernos de pie cada vez que queremos explicar una escena, volvemos a mirarnos a los ojos intentando decir aquello de "ya sabes por dónde voy, ¿no?". Yo no sé por dónde vamos, pero sé que vamos. Y eso, hay días, que ya es suficiente.
Vamos a escribir de nuevo. Vamos a salpicar los folios blancos con la tinta de la impresora, a repartir fotocopias y a cenar bocadillos de la Virada. A ensayar concienzudamente disfrutando de cada segundo que pasemos todos, porque somos una pandilla de lo más divertida. Y sobre todo, vamos a ver si somos capaces de seguir con la sonrisa en la cara, que es de lo que se trata.
Por eso, gracias al tiempo que da segundas vueltas y otras tantas oportunidades. Gracias por cogerme de la solapa y dejarme una vez más en aquel rincón. Espero que las musas no tarden en venir, preparo café y unos pasteles, por si llegan. Volvemos a empezar... Volvemos. Volver.
lunes, 18 de mayo de 2009
PRIMAVERA CON UNA ESQUINA ROTA
Hoy me he levantado para descubrir que Benedetti había muerto. Él era una de las muchas cosas que le debo a Angelita. Mario Benedetti. Siempre he admirado a quienes mueren en silencio, porque de ellos es la última palabra. Su muerte me ha provocado tristeza y la necesidad de llamar a Ángeles para darle el pésame. Pero la vi a mitad mañana y se lo dije en persona. Ella, desde el otro lado de la pecera me dio las gracias con una sonrisa en la cara.
Benedetti era el aura de la bondad, de la humildad, de la paz. Del sosiego. Benedetti lo he tomado en sorbos pequeños y paladeados. Disfrutado con calma, con mucha calma. Con calma uruguaya.
El día que murió Benedetti a mí me han pasado algunas cosas, que revivo ahora cuando acaba el día, delante de estas líneas, como cada día, sabiendo que nunca despertaré las sensaciones que disparaba el maestro cada vez que escribía... De todas formas, escribiré otro día sobre ellas porque sin el genio de Benedetti, mis palabras necesitan ir saliendo para coger aire. Como yo, que me iré hoy a dormir, preveyendo el insomnio que el calor me trajo en bandeja y buscando el aire que hoy necesito. El día que murió Benedetti, murieron en mí algunas otras cosas y nacieron otras.
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.
Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.
Estados de ánimo, palabra de Benedetti. Descanse por siempre en nuestras lecturas, así como en nuestros recuerdos...
domingo, 17 de mayo de 2009
ENTRE AMIGOS
Anoche organizamos cenita para celebrar que era sábado. Pasamos de Eurovisión, que hubiera podido ser una de nuestras excusas frikies para darle a la sinhueso y echarnos unas risas juntos. Lo pasamos bien. Nos reímos lo nuestro con nuestras cosas. Sergio consiguió cortar la nata del postre - perdona Sergi, tenía que contarlo - justo antes de tirar al suelo la bandeja de pastelitos que trajeron David y Carol - perdona Sergi, tenía que contarlo también -. Ana vino sin Carlos a su espera, que llegó después de haber perdido las tarjetas de crédito. Laura se fue durmiendo hacia el final de la noche, mientras que Ángeles nos contaba su periplo por Sagunto y a mí me mataba el dolor de espalda del costalazo del viernes...
Quitamos la música y la tele antes de empezar a cenar, lo cual siempre es una invitación a conversar. Y hablamos. Y mucho. De todas esas cosas que nos unen y nos hacen seguir creciendo como amigos. Cerramos la noche cerca de las cuatro y media, cuando casi iba a empezar a clarear el día. Pero me fui a dormir muy contento, porque la velada, de verdad, fue de lo más agradable. De vez en cuando me reencuentro con los espacios propicios y las veladas serenas, y las agradezco tanto o más como las de jarana pura y dura...
Cortamos corteza para preparar las copas. Hielo a mansalva. Ron y coca cola. Pastelitos y helado. Todos los ingredientes para una noche perfecta, pero mucho mejor, cuando pude ver con quién la había compartido.
Soy un tipo que vive ilusionado constantemente. Esta semana ha sido difícil, dura. Pero la he cerrado de la mejor manera posible. Para seguir con esas ilusiones que me alegran el alma. Afortunadamente, el mejor ingrediente anoche, volvieron a ser mis amigos... Eso es impagable. Y ya no me duele tanto la espalda...
sábado, 16 de mayo de 2009
VIERNES DE CINE Y DE CENA
Ayer no pude escribir. No tuve tiempo. El día fue dando tumbos y yo especialmente que me metí un "guarrazo" por la mañana en mitad de la calle de lo más espectacular. Ando dolorido aún, pero nada grave, más si tenemos en cuenta que fue de la forma más tonta posible... Sé que no esperariáis menos de mí. ¡En fin!
El viernes se fue al teléfono con mogollón de gente con la que fui hablando de todo un poco. Rematando la semana de trabajo, pasando móviles por sms y sin pensar mucho en el fin de semana que se abría por delante... Por la tarde acudí a un acto del Ayuntamiento, vine a casa, recogí la cartera (desde ayer vuelvo a tener tarjetas de crédito) y me fui al cine. "Ángeles y demonios", nada recomendable. Al acabar la película, me recorrí andando el centro de la ciudad y llegué hasta el secreto lugar donde cenamos...
Cenita con los de la tele y muchas risas. Repasamos el canal, como se esperaba, bebimos sangría, nos contamos unos chistes y vimos como la noche se creció sola. Antes, hablando por teléfono con Gloria bajo el andamio, a la espera de que nos sirvieran. Y luego, calamares, bravas y tortilla. Bocadillo: Suprema. Vaso de sangría. Risa y otro trago. Y otro más.
Cortado y copa. Salimos a la calle.
Nos acogemos en el Barrio Cinco de la calle Císcar. Copas. Chupitos algunos, yo no. Me hago mayor. Música y bailoteos. Muchas risas. Luego al "Me da igual", que me da lo mismo... Más. Fiesta y canciones. Bausà cantando en agudos y yo llevándole las palmas. OT con María. Bailoteos con Merche. Risas con Natalia. Y con Gustavo. Y Paula. Y Borja.
Salimos camino del coche. Y a casa. A las cinco y media de la madrugada. Silencio en la noche, resuenan sólo el eco de las risas y de la vuelta a casa. Repetiremos pronto. Mensajes de Merche en la madrugada... "Mi coche tiene cuatro ruedas...".
La verdad es que hemos hecho una buena pandilla desde que trabajamos juntos. Pronto hará un año. De momento nos hemos perdido algunas cuantas noches juntos y todas se han resuelto fantásticamente. La de anoche, una gran noche... Un viernes de no parar nada de nada, dando vueltas, en todos los sentidos, de cine y de cena... ¡Y de sarao, que es lo que se lleva!
jueves, 14 de mayo de 2009
HAY AIRE
Cuando todo está nublado, aunque no lo creáis, por encima siempre está el sol. Puede que no lo veamos, ni lo sintamos, ni tan siquiera seamos capaces de intuirlo. Pero hay que tenerlo claro, cuando todo está gris, nos queda por encima un manto de aire inmenso para seguir respirando. Hay aire. Y hay que luchar por alcanzarlo. No hay mejor manera de respirar que tomar impulso, saltar con los pies en el suelo y empujarse hacia el viento para conseguir el aire y seguir respirando.
Cuando todo parece que está perdido, que estamos en un mundo negro, sin matices, hay que resurgir de la tierra y superar el cielo, sobrepasar las nubes y empezar a coger aire, cuanto mayor sea la dosis mejor. Hay que luchar por alcanzar ese aire que nos queda más allá de las tupidas nubes y hacerlo nuestro. Y volver a respirar. A compartir el aire, el mucho aire, que aún nos queda.
Yo he saltado ya para alcanzarlo. El cielo gris empezará a romperse y de nuevo el sol, volverá a conquistarlo todo. Es cuestión de voluntad. Y yo soy firme, voy a por ese aire nuevo que ahora necesito más que nunca. Saltad. Hay aire. Cogedlo. Hacedlo vuestro y mío. Y respiremos aire fresco de nuevo... Aunque ahora el cielo sea un manto gris. Saltad y conquistad el aire.
miércoles, 13 de mayo de 2009
HACIA ARRIBA
A seguir el camino.
Hoy ha sido un día de parar. Un día que empezó a las cuatro de la mañana con una garra de insomnio, arrastrado durante todo el día. Ha sido una madrugada de nervios, de intranquilidad, de mala leche, de sueños rotos, de agobios y desesperanzas. De tristezas. Un día largo y duro, caluroso como el verano. Cargado de pobrezas, de reclamaciones al viento, de silencios. Un día difícil, como muchos de los que tiene mucha gente. Pero a mí hoy me ha dolido el alma, que hacía tiempo la tenía acariciada.
Hoy ha habido gente que me ha ayudado a caminar. Otros me han empujado. Otros me han dado su aire, su comprensión. Su brazo en el hombro, su abrazo en la tarde, que de vez en cuando necesito, como todo el mundo. En esta montaña rusa de sensaciones que es mi vida, hoy ha tocado bajar. Pero hay algo bonito en ello: ahora toca subir. Volar. Reír. Vivir.
El camino se hace largo al pasear. Y nos queda tanto... Me gustaría contar con todos para seguir andando, aunque me tocará dejar a algunos con esta mochila que se cargó demasiado.
¿Te vienes a pasear conmigo? Vamos hacia arriba...
INSOMNIO
Me he despertado a las cuatro de la madrugada, en mitad de la noche. Frío y humedad. Los pies helados. El alma tranquila. El corazón dolido y la espalda agarrotada por un amasijo de sensaciones bien diferentes. Me quedo mirando al techo, voy al servicio, vuelvo. Miro a las paredes y el reloj. Apenas han pasado unos minutos. Doy vueltas en la cama. El reloj sigue machacando a la mañana. Miro mis manos. Estoy totalmente despejado y sé que me costará dormir.
Son las seis de la mañana. Han pasado dos horas. La angustia se apodera de mí. Nervioso, quiero cerrar los ojos y no puedo. Quiero dormir y no llega el sueño. Quiero desconectar ya mismo. Desde hace dos horas me muevo inquieto por una cama en la que todos los pliegues de las sábanas se han quedado marcadas en mi espalda. Mi conciencia está tranquila, pero mi cabeza da vueltas. Muchas vueltas. Las últimas horas han dado un vuelco a mi vida, a mi trabajo, a mi manera de ver el alrededor que no cesa... Siento dolor. Dolor y un sueño que no llega. Estoy insomne. Mi cabeza no para de dar vueltas. "Has de tomar una decisión", me dice cuando ya alborea.
Son las 6:13 de la mañana. Empiezan a trinar los pájaros. La luz ilumina un cielo nuboso que se cuela por mi ventana. Es de día. Hace ya mucho que no duermo. Mucho más cuando dan las siete. Me fumo un cigarro y leo la prensa. Hoy el día ha empezado antes. La pena. La angustia. El dolor. Los nervios. El insomnio que todo lo puede... Me siento incapaz de ser yo mismo a primera hora del día.
Cojo el tren a las nueve de la mañana. Una señora, que hace dos años no veía, se me acerca en el andén, sortija en mano y con un colgante que reza "R". R de Rosa, de Raquel y de Raimunda. "R" de Rabia. Luce una sonrisa de oreja a oreja. "Voy al hospital, a que me den los informes de mi leucemia. Llevo trece años con ella y no va a poder conmigo. Soy una tía valiente.", me dice. Me siento feliz por complemento, sus problemas sí que son serios, y su sonrisa roja le da color a mi triste día. Me siento triste por esta tristeza arrastrada de esta noche. Esa mujer tiene motivo para todo. Y todo lo mata con una sonrisa generosa. Generosa, mucho, conmigo. Esta noche lucharé contra el insomnio... Hay decisiones que ya están tomadas.
ELLAS SIGUEN SIEMPRE IGUAL
Siempre he tenido una máxima en la vida: conocer a la mayor cantidad de personas que pueda y compartir con ellos mi vida.
En el trabajo, no ha sido diferente. Siempre he querido compartir algo más que la jornada laboral con los muchos compañeros que han ido compartiendo curriculum y, una vez pasado nuestro contrato de trabajo, seguir viviendo juntos esta vida que nos unió. Por eso, hoy, me he sentido feliz de nuevo. Esta tarde he vuelto a mi pasado, al más lejano laboral, tomando una coca cola y unos cuantos quilos de patatas fritas con aquellas jóvenes compañeras de Procono, que rellenaban televisión con sobredosis de ilusión. Ha sido impresionante sentarnos de nuevo junto a la mesa y reírnos. Y celebrar. Nuria y Bea, que hacen la vida a la par, serán mamás este año. Una buena nueva compartida y un paso más en esas vivencias que venimos compartiendo desde que aquella loca cadena local nos abrió sus puertas y muchas ventanas, con mucho aire. Aire fresco, que renovamos siempre.
Con Nuria y Bea he ido viviendo muchas cosas. Muchísimas. Nuestras cenas. Las fiestas. Las risas. Las penas. Sus bodas. Las nochebuenas. Las escapadas. Mi primer viaje a Ibiza. Mi cortado en el González de Sarrión. Y ahora, la mejor de las noticias. La llegada de dos nuevas personitas a la pandilla es algo que compartimos desde ya, en raciones muy grandes de felicidad... Les deseo lo mejor, claro está.
Así se nos ha ido la tarde. Hablando de nuestras cosas, de nuestras felicidades y muy particularmente de las de ellas... Entre platos de patatas. Ha sido un día patatero. Pero con reencuentros muy bonitos... Y la satisfacción de verles sonreír un día más.
martes, 12 de mayo de 2009
BRAVOS
Qué rebuenos ratos hemos pasado en torno al plato de bravas. Como nos hemos ido aficionando, dejándolo en mitad de la madera, cubierto de ajoaceite y atrincherado por los tenedores. ¡Loa a las bravas!
Creo que nos hemos confundido todos, adrede, con cierta intención, alrededor de las bravas. Alrededor de una amistad que ha crecido fugaz y veloz, sorprendentemente. Y las bravas han sido la escusa perfecta para ir quedándonos, ir viéndonos, ir proyectando... Tenemos ya planes de futuro. Muy chulos. Y con muchas ganas. Son los nuevos tiempos, con nueva gente, con mis amigos de siempre y los aires renovados.
En la vida perdemos mucho tiempo, a menudo. Siempre he creído que si nos dejáramos de tonterías todo sería bastante más fácil. Tan sencillo como sentarse alrededor de un plato de bravas y conversar. Por eso somos tan bravos. Porque nos lanzamos por la amistad crecida bajo el pimentón dulce y dedicamos mucho tiempo a mirarnos a los ojos. Así, pocas cosas pueden fallar.
¿Nos hacemos unas bravitas?
lunes, 11 de mayo de 2009
AYER
Ayer fue un día triste. Hoy no. Ayer fue cielo nublado, gris ceniza, y pena en las calles. Ayer fue un día de desasosiego, de pies arrastrados, de mirada triste y ojos caídos. Ayer busqué voces a cada rato y hallé silencios continuos. Ayer me encontré en un día marcado en rojo. De pena contenida.
Hoy el cielo se levantó triste, como ayer. Pero yo resurgí más vivo. Me he despertado a las cinco de la mañana con un brutal dolor de muelas. Pastilla y a dormir. Me duermo. Me levanto para el pleno y una reunión, luego paseo por las calles, con María Luisa, remendando mis problemas de crédito (de las tarjetas). Hablo con Susa por teléfono y me organizo el día. Quedo a comer después del trabajo.
Ayer me desperté con tristeza. Por la noche, frente al plato de bravas, mis amigos me preguntaron qué me pasaba, porque estiraba la cara. Y lo peor de todo, no lo sabía. Pero afortunadamente miré alrededor y estaban ellos, con sus tenedores, pinchándome en el alma para que saltara... Creo que por eso salté hoy de nuevo, superado el cansancio, o el descanso que es lo que me mata, he vuelto a andar mirando al cielo. Hay mucha gente que cuando anda sólo mira al suelo, son los vencidos por la pena. Mirad al cielo, aunque esté gris cenizo y os levantéis tristes...
domingo, 10 de mayo de 2009
DEVOCIÓN
Todos tenemos alguna devoción. Hay algunas, que por su carácter cultural, religioso, se convierten en devociones colectivas. Ayer racionalicé todos los sentimientos que calculaba a mi alrededor. Y la verdad, me sorprendí más aún.
He crecido en una tierra que ampara la devoción a raudales por la Geperudeta, la patrona de los valencianos. Siempre he sabido que era un elemento destacadísimo de la cultura valenciana, más que de la religión, yo creo. Pero la clave me la ha dado un señor que respondía a una encuesta por televisión en el informativo que acaba de terminar: "Aquí, puede que haya quien no cree en Dios, pero todos confíamos en la Mare de Déu". En las últimas horas me ha emocionado comprobar como una efígie tan venerada es capaz de despertar las sensaciones y los sentimientos de la gente a flor de piel. Os parecerá absurdo, que a estas alturas de blog, servidor le dedique una entrada a la devoción. Pero es que he visto cosas, he captado sentimientos, he robado emociones que me han sorprendido. He visto las lágrimas en los ojos de mujeres y de jóvenes, a hombres con aspecto rockero santiguarse a su paso, a niños que aprenden desde pequeños a lanzarle besos... Tiene una belleza humilde, que impresiona. Una virgen que ampara a los desamparados, nosotros que tanta vez nos hemos sentido sin amparo...
Dos cieguitos empujaban el anda en mitad de la procesión. Su mundo de ruidos se calmó con el silencio que cubría la noche. Mostraban el talante serio y llevaban a su virgen entre las calles de la ciudad. De cerca, recogiendo la emoción que se les caía de los ojos, iba yo con mi cirio acompañando a la imagen. Me sorprendía ver la admiración con la que veneraron a aquella imagen. Los dos ciegos, seguían en su peregrinaje de sombras, mientras los pétalos cubrían con su manto la belleza humilde de aquella estampa. Miré al suelo, chafando las hojas de rosas que convirtieron la noche en una alfombra olorosa. Y sentí la belleza de aquel momento y la devoción escaparse hacia el cielo que lo confundía todo en una noche tan ciega como hermosa.
¿Os sorprende que hable de la devoción? Yo hay días que también me sorprendo a mí mismo... Casi todos.
Y NOS DIERON LAS CUATRO
Cuando vamos hacia casa, Alberto pregunta en el coche: "¿Por qué siempre nos dan las cuatro?". "Porque es una hora estandard", le responde Miguel Pons. Los dos, junto con Virginia, son amigos de aquellos que la vida me ha puesto en los últimos años. Los últimos años me han puesto en el camino esperanzas y desilusiones, de manera muy desproporcionada, ganando siempre las primeras sobre las segundas. Se agradece, obviamente. Pero conocer a gente como ellos, con los que ya me han dado las cuatro muchas mañanas, es una de esas suertes que todo el mundo no puede permitirse.
El camino es largo bajo la noche. La lluvia se confunde con el rocío. Nosotros, amparados por la palabra, nos vamos paseando hasta el barrio cinco del quinto pino. Y nos acomodamos, porque somos de clase acomodada. Ángeles, Carlos y servidor. Amistad a capazos.
De Carlos quiero estar pendiente esta noche porque le puedo hacer tanta falta como me la hace él a mí. Carlos es de aquellos amigos a quienes les coges el mechero azul de la mesa sin que te mire las manos, al que le robas las cartas para barajarlas sin tener la intención de repartirlas nunca. Un amigo al que le cuentas los proyectos, con los nervios que tirita la ilusión, y te empuja a ser feliz. Un amigo. Lo dicho. Nos echamos unas risas, entre hielos de ron y whisky, unas canciones (seleccionadas, de las que sí que se pueden poner) y un tuteo de hoy estoy aquí porque mañana querré que te estés tú.
Manolo y Miguel son dos tipos grandes, de ingenio desbordado. De risas. De abrazos. De gracias siempre, porque siempre están. Más de lo que uno piensa.
Al otro lado de la mesa, Alberto (más festivo que nunca) y Lucía, como siempre, comparten conversación entre humos. Y, de cerca, Lorena y Ángeles, se ríen por los ojos a raudales y te invitan a ser feliz.
La noche ha ido pasando, dejando atrás el cansancio de un día movido. Sólo por ellos ya merece la pena que el reloj nos devuelva las cuatro. La calle empieza a estar solitaria, con su gente deambulando, bajo las luces de la ciudad que anuncia sueño.
Cuando vamos hacia casa, Alberto pregunta en el coche: "¿Por qué siempre nos dan las cuatro?". "Porque es una hora estandard", le responde Miguel Pons.
El camino es largo bajo la noche. La lluvia se confunde con el rocío. Nosotros, amparados por la palabra, nos vamos paseando hasta el barrio cinco del quinto pino. Y nos acomodamos, porque somos de clase acomodada. Ángeles, Carlos y servidor. Amistad a capazos.
De Carlos quiero estar pendiente esta noche porque le puedo hacer tanta falta como me la hace él a mí. Carlos es de aquellos amigos a quienes les coges el mechero azul de la mesa sin que te mire las manos, al que le robas las cartas para barajarlas sin tener la intención de repartirlas nunca. Un amigo al que le cuentas los proyectos, con los nervios que tirita la ilusión, y te empuja a ser feliz. Un amigo. Lo dicho. Nos echamos unas risas, entre hielos de ron y whisky, unas canciones (seleccionadas, de las que sí que se pueden poner) y un tuteo de hoy estoy aquí porque mañana querré que te estés tú.
Manolo y Miguel son dos tipos grandes, de ingenio desbordado. De risas. De abrazos. De gracias siempre, porque siempre están. Más de lo que uno piensa.
Al otro lado de la mesa, Alberto (más festivo que nunca) y Lucía, como siempre, comparten conversación entre humos. Y, de cerca, Lorena y Ángeles, se ríen por los ojos a raudales y te invitan a ser feliz.
La noche ha ido pasando, dejando atrás el cansancio de un día movido. Sólo por ellos ya merece la pena que el reloj nos devuelva las cuatro. La calle empieza a estar solitaria, con su gente deambulando, bajo las luces de la ciudad que anuncia sueño.
Cuando vamos hacia casa, Alberto pregunta en el coche: "¿Por qué siempre nos dan las cuatro?". "Porque es una hora estandard", le responde Miguel Pons.
sábado, 9 de mayo de 2009
NOTA BREVE
Tengo que irme ya a un acto que presento en Valencia. Estoy emocionado. El cielo se ha levantado tapando el sol y nos condenará a otro día de calor. Me voy ya pero quería escribir una nota breve del día: "Me hago mayor y me gusta". Me percato del paso del tiempo en el cambio de algunas costumbres, de algunas reacciones, de algunos sentimientos,... Soy más relajado que ayer, y que antes de ayer,... La vida nos calma.
Me levanto y escucho la canción. Lo dijo cenando Vicente, la otra noche con mi Pepito y Ana, que una amiga de él se echaba a llorar cuando la oía. La escucho. La canción acaba al tiempo que noto dos gotas de llanto surcarme la cara. Hacía mucho que no lloraba. Sólo son dos lágrimas. Pero respiro. Vivo. La canción es preciosa. Tengo que empezar a escuchar las letras y a leer las instrucciones de las cosas. Tengo que respirar más a menudo.
No tengo tarjetas de crédito. Luego os lo cuento.
Nota breve del día: "Me hago mayor y me gusta. Hacía tiempo que no lloraba con una canción (¡qué falta me hacía!) y que no leía unas instrucciones...".
jueves, 7 de mayo de 2009
LLENA
Las copas están como las botellas, medio llenas, medio vacías. Yo me las cojo a medio llenar, para seguir cubriendo. Me alegra un mensaje que me llega. Escribí: "especialmente ilusionado". Y recibo mensajes preguntando cuándo no lo estoy, si alguna vez tengo bajones, tristezas y perezas del alma. Las tengo. Los que seguís el blog captáis enseguida los colores de mi vida a cada momento. Pero hoy, me alegra sobre manera, comprobar como la gente cree que soy contínuamente sonrisa. Me gusta, me alegra, de verdad. Porque según compruebo en vuestros mensajes os aporta sonrisa y felicidad a otros, y eso me complementa mucho.
Os parecerá una locura, pero me empuja hacia arriba sentir que muchos confiáis en mi felicidad como parte de la vuestra. Yo lo hago, siempre. Compartirme con vosotros y pediros que me compartáis y que os compartáis conmigo. Mis copas no están llenas porque suelo ir compartiendo, vaciando en la de los que tienen menos, pero eso no significa que mi felicidad sea menor. Aunque os parezca una ida de olla, mi felicidad se reparte entre las copas de aquellos que más la necesitan. Y me siento bien. Mejor, cuando leo mensajes como los vuestros diciéndome que soy siempre ilusión. Porque no lo soy, aunque lo intento.
Anoche me fui al Osaka a cenar. Tenía pendiente con José y Ana un japonés. Acabé el programa y me fui a compartir palillos con ellos, con Ángeles, Vicente y Amparo. Y me sentí feliz. No sólo porque el wasabi es uno de mis ingredientes favoritos, si no porque comprobé la amistad reciente y fuerte que tengo con personas como Jose, que en tan poco tiempo se han hecho tan indispensables en mi vida como él. Lo pasamos bien. Salimos con el alma en pie después de un buen programa (¡Estoy tan contento!) y nos echamos la noche a cuestas entre risas y sushi. Esas son las cosas que llenan mi copa: gente como la de anoche, amigos como José y momentos tranquilos sentados en torno a nuestra propia felicidad.
Voy a seguir llenando mi copa y rellenando las vuestras. Así que si véis que necesitáis algo, silbad y vamos con la jarra de la felicidad para ir completando los rincones de nuestras vidas.
Mi copa, hoy, está más que medio llena. Estoy feliz. Soy feliz (según me decís).
miércoles, 6 de mayo de 2009
VIDAS NORMALES
¿Son nuestras vidas normales? Hace sol en la calle. Recuerdo que tengo que llevar al buzón la cartilla del gas. Ahora, acabado el invierno, hacen recuento real del gas consumido. España habla de crisis. Yo hablo de crisis con mi padre por teléfono. La tele habla de crisis y de accidentes, de muertos, de pandilleros,... Un amigo me llama en mitad de la mañana para contarme lo mal que le va y lo cansado que está de todo lo que dicen de él. Tengo programa esta noche. Hablo con Mariam para apañar algunos temas de trabajo. Le digo a mi amigo que empiece a vivir, que ignore lo que dicen, que sea feliz. ¿Por qué nos costará tanto ignorar a quienes nos hacen daño? Es ley de vida... De vidas normales. Mi vida es normal. Más agitada que la de cualquier otra persona con vida normal, pero intento que sea lo más normal posible. Mi vida son los amigos, mi familia y las pequeñas cosas que adoro. Mi trabajo. Mi gente. Sí, sobre todo mi gente. Por eso, cuando un amigo me llama y me dice que sufre, sufro y me enervo con él. No lloro, pero por no acompañarle. A veces tengo amigos en la distancia que sé que también sufren aunque no me lo digan, por esos lloro un poco más.
He olvidado llevar la cartilla del gas al buzón. A veces pierdo en el camino los pasos de la inercia y olvido en el último momento cosas de poca complejidad. A veces, en la vida, olvido por qué llegué hasta aquí. Y vuelvo a sonreír. Y pienso en los míos, o ellos piensan en mí. Y me llaman por teléfono y lloran. Y yo les recojo las lágrimas, las envuelvo en un pañito blanco y las mando a la mar... Mi vida es normal, como la de la gente normal. Y eso me gusta cada vez más. ¿Cuántas veces uno no ha luchado en la vida por destacar? ¿Quién no ha tenido la necesidad de sentirse importante, halagado, recompensado siendo bueno en algo, destacando en lo que sea? Yo también. Pero ahora no. Ahora aprendo a caminar por mis días de vida normal y me gusta. Ahora quiero romper las agendas y saltar a medianoche por la Alameda tomando un agua sin gas en compañía de mi gente. Ahora pienso en volver a escribir y echarme un café, o dos. Ahora disfruto cuando me mandan mensajes de móvil que sólo tienen una palabra, o dos. Ahora me alegra el corazón sentarme a conversar contigo, con quien seas. He aprendido a contestar al móvil para recuperar a mi gente, para decirles que lloren, que yo les empujaré las lágrimas. Y que no sufran. Que nada merece la pena el sufrimiento más que esos pequeños momentos en los que yo también lloraré por ellos.
A mitad mañana, con el sol de primavera, cuelgo el teléfono pensando en lo mal que lo pasa mucha gente que está a mi alrededor. Yo también sufro, a veces, ya lo sabéis. Pero intento mirar hacia arriba y sonreír, aunque me cueste. Que a veces me cuesta... Pero merece la pena. Ahora no, ahora todo va, sobre la marcha continua de mi vida que es cada vez más normal... Y a mí, cada día, me gusta más.
lunes, 4 de mayo de 2009
LA GÁRGOLA
La gárgola estaba sola en mitad de lo más alto. Con su triste existencia. La gárgola, con su vida imaginaria. De piedra, dura y sin sentimientos. Grotesca vida la de aquella solitaria gárgola en mitad del cielo, tormento de su infierno, que vio pasar la vida por delante de ella sin sentir el más mínimo movimiento.
Dispuesto bajo ella, miré al cielo, el sol me cegaba, de soslayo. La gente pasaba por alrededor mía mientras una brisa barría la calle. Escuchaba el tráfico, los pájaros, las voces de la gente, la música dentro de una taberna... Allí, frente a la gárgola, descubrí la fortuna de estar a pie de tierra. Sentí la suerte de no sentirme lejano y solo como aquella gárgola para la que la vida había ido desfilando sin que fuera capaz de sentir ni lo más mínimo.
Me fui. Y me iré. Y cuando me vaya la gárgola seguirá atada al tejado de aquel edificio esperando que alguien, en algún siglo, vuelva a trepar por su fachada y piense en ella. Quizá, entonces, cuando la gárgola se sienta más sola que nunca volverá a llorar, como cada día que llueve. Soledad absoluta, la de aquella gárgola que vio pasar el mundo sin cerrar ni tan siquiera los ojos de piedra...
domingo, 3 de mayo de 2009
¿MAÑANA COMEMOS?
"Mañana comemos?", me escribió Carlos. Supe que sería El Rall, el domingo y la hora, porque ya lo teníamos medio hablado que queríamos darnos el homenaje que nos merecíamos. Sentado frente a una paloma de Ripollés, veo pasar la tarde. Todo es una metáfora de mí mismo. La paz de esa paloma, la que yo siento. La orgía multicolor, mis sensaciones a cada minuto. Los brillos de la calle sobre el cristal, el paso de la gente, la tranquilidad de estar junto a los míos. Carlos, Sergi, Ana y Laura, al final. Carlos con sus cartas en la mano, sin dejar de barajar mientras agita los colores de su nuevo tatuaje. Ana, como siempre. Sergio y Laura, a mi vera, recordándome momentos cercanos. Y muy buenos.
Nos hemos agenciado un arroz negro, como siempre, y un Rueda fresquito. Unas anchoas, que las hacen como en ningún sitio. Y un foie de escándalo, a la espera de pan. Unos helados de lima con hierbabuena y un café del tiempo, el primero de la primavera.
Fuera, la plaza, es primavera pura. La gente sosegada camina arrastrando sus pies, mientras los perros se duermen con la panza pegada al suelo. Los árboles de la plaza se retuercen entre hojas verdes que se mueven lentamente. Se oye algún pájaro, pero el tráfico, alejado, ni se presiente. Hace un día de lujo. Y pasarlo entre amigos, es un lujo añadido. Por la mañana y por la tarde he tenido actos de trabajo. Pero esto ha sido una pausa paradisíaca en mitad del domingo, que lo han convertido en un domingo de primera, mejor aún.
Hemos hablado y reído. Comentado. Callado y vuelto a comentar. Hasta que hemos decidido recogernos. Y nos hemos paseado el centro haciendo fotos por doquier.
Fotos con Ana, descansada de un año de fatigas y ausencias. Fotos en blanco y negro que iremos coloreando con el tiempo. Fotos que se enmarcan en un día especial. Muy especial. Y tranquilo.
La verdad, es que ahora, al recuperar la memoria cercana, uno sigue sintiéndose feliz y contento por los momentos que vive, pero sobre todo, por la gente con la que puede hacerlo. ¿Qué sería de nosotros sin nuestros amigos? Poco o nada. ¿Mañana comemos?
Nos hemos agenciado un arroz negro, como siempre, y un Rueda fresquito. Unas anchoas, que las hacen como en ningún sitio. Y un foie de escándalo, a la espera de pan. Unos helados de lima con hierbabuena y un café del tiempo, el primero de la primavera.
Fuera, la plaza, es primavera pura. La gente sosegada camina arrastrando sus pies, mientras los perros se duermen con la panza pegada al suelo. Los árboles de la plaza se retuercen entre hojas verdes que se mueven lentamente. Se oye algún pájaro, pero el tráfico, alejado, ni se presiente. Hace un día de lujo. Y pasarlo entre amigos, es un lujo añadido. Por la mañana y por la tarde he tenido actos de trabajo. Pero esto ha sido una pausa paradisíaca en mitad del domingo, que lo han convertido en un domingo de primera, mejor aún.
Hemos hablado y reído. Comentado. Callado y vuelto a comentar. Hasta que hemos decidido recogernos. Y nos hemos paseado el centro haciendo fotos por doquier.
Fotos con Ana, descansada de un año de fatigas y ausencias. Fotos en blanco y negro que iremos coloreando con el tiempo. Fotos que se enmarcan en un día especial. Muy especial. Y tranquilo.
La verdad, es que ahora, al recuperar la memoria cercana, uno sigue sintiéndose feliz y contento por los momentos que vive, pero sobre todo, por la gente con la que puede hacerlo. ¿Qué sería de nosotros sin nuestros amigos? Poco o nada. ¿Mañana comemos?
UN GREMIO DE FIESTAS
Llevo a las espaldas mil y un saraos... ¡Ya lo sabéis! Llevo la vida de risas y canapés, de copas y bailes, de presentaciones, actos mil y un millar de noches movidas. Pero de entre todas, la fiesta del Gremio es desde hace un par de años una cita ineludible. El primero de mayo nos lo pasamos apoyando al colectivo de artistas falleros en un acto que nos organizan en el Gremio y que es, desde luego, un non stop en toda regla. El fin de semana lo ha sido en general, para que engañarnos, pero es que empezamos ya a tope el viernes.
Acudo al Gremio para la comida, pensando que llego a la mascletà que habían disparado media hora antes. Me empiezo a encontrar con amigos y compañeros en círculo contándose la vida. Yo vengo con el agobio de la noche anterior, la mala noticia guardada en el bolsillo y ganas de pasarlo bien. Lo conseguimos. La mesa, un espectáculo como cada año. Risas a porrillo. Entrega de Ninots d'Or (preciado galardón del mundillo que además cada año levanta emoción a raudales) y unas entrevistas... Barra libre y música de petardeo: la fiesta fantástica. Nos atamos a la esquina, primero con Pilar, luego con Ángeles y Gabi, Bea y, al rato, La Giner y una corte de artistas con ganas de farándula. ¡De escándalo! La comida había empezado a las dos de la tarde y salimos de allí a las once y media de la noche, camino de los mejores rones de la ciudad. ¡Los Bronchud! que le llama Raquel. Nos dan las tres y media de la madrugada... Somos un gremio de Fiesta en toda regla.
Ayer me desperté entre los brazos de un dolor de muerte. Mis piernas pesan ya demasiado. Nos hacemos mayores, que dijo aquél. Tengo cena de fin de cierre en el Peñasol. Llego. Hablo un rato con este y con aquél, más con aquél la verdad. Nos echamos unas risas y nos sentamos a comer. Y a rajar. Rompemos el silencio con risas y un Julián desbordado y abordecido que no para de reventarnos de risa. La verdad, una comida divertida. Me tocan unas entradas para ir a un parque de fauna y me salen amigos como donnettes. Pacto cómo gastarlas, sarao a la vista. Y me siento plácido mientras me como un Calippo de los de entonces. ¡Vaya! Risas y agotamiento. Llego a casa hablando con Voro. Me tumbo y hablo por teléfono. La tarde va pasando (cayendo que decía Machado) y llega el momento de cenar. Acto del ayuntamiento con los vecinos de la Cruz. Me siento con Fernando, Gloria y López. Risas muy salvajes, cachondeíto y rajes. Una noche entretenida. Cae la noche aún más y nos vamos. Agentes policiales en la esquina y paseo a casa. Subo, reviso el teléfono y caigo roto a dormir. Me despierto a las siete. Y a las nueve. Voy a ronronear un poco más... Con el permiso de ustedes.
sábado, 2 de mayo de 2009
ABRIL QUE TRUENA ANUNCIA COSECHA BUENA
No sé si abril ha sido un mes de ruidos o de silencios... De verdad, no lo sé. Pero lo cierto es que no he parado nada, que he vivido cien mil cosas y sensaciones y que he sentido, y mucho, lo bueno y lo malo. Abril ha tronado, llovido, lloviznado y hasta caído en granizo. Vamos, que he tenido de todo. Y una satisfacción, la de seguir contando los días y las noches con buena salud, alegría y mayor aprecio por un sinfín de cosas, empezando por mí mismo.
No ha sido fácil. He vivido algunos momentos malos, malas noticias, noticias a medias, y mil cosas de aquellas pequeñas que van siendo gota de un vaso. Pero no me puedo quejar. Al final, si reviso desde esta atalaya abril, ha sido un buen mes. La cosecha seguro que será buena.
Abril ha sido un mes para crear y recrear, para empezar de nuevo, para huir de situaciones pasadas y pesadas, un momento alto y bajo, al tiempo. Muchas han sido las horas dedicadas a escribir (más que a leer, ahora que arrastro "Cien años de Soledad"), me he sentido, a lo mejor, más creativo que antes. Y lo he aprovechado. Durante años, la parte creativa se quedó relegada al trabajo, maquetar, diseñar, las fotos... Cosas así. Ahora, con la vida puesta en otros derroteros, me he buscado horas para jugar con la cámara, con el ordenador y escribir algo, aunque no sea bueno. Pero que es mío, al fin y al cabo. Y vuestro.
No ha sido fácil. He vivido algunos momentos malos, malas noticias, noticias a medias, y mil cosas de aquellas pequeñas que van siendo gota de un vaso. Pero no me puedo quejar. Al final, si reviso desde esta atalaya abril, ha sido un buen mes. La cosecha seguro que será buena.
Abril ha sido un mes para crear y recrear, para empezar de nuevo, para huir de situaciones pasadas y pesadas, un momento alto y bajo, al tiempo. Muchas han sido las horas dedicadas a escribir (más que a leer, ahora que arrastro "Cien años de Soledad"), me he sentido, a lo mejor, más creativo que antes. Y lo he aprovechado. Durante años, la parte creativa se quedó relegada al trabajo, maquetar, diseñar, las fotos... Cosas así. Ahora, con la vida puesta en otros derroteros, me he buscado horas para jugar con la cámara, con el ordenador y escribir algo, aunque no sea bueno. Pero que es mío, al fin y al cabo. Y vuestro.
Abril ha sido los reencuentros con algunas personas que se perdieron entre el humo de marzo. Y regresados a lo nuestro, nos hemos cogido de la mano para seguir el camino. Y con Sergi, Laura, David y Carol especialmente que hemos seguido jugando a nos va la vida en la risa. Con Ángeles, como siempre. Con Cris, una vez más. Con Mabel y Navarro. Con Toñi y Sofi. Con Pilar y esposo. Con Pepito (perdóname, pero te saqué Pepito desde el cariño que no te pierdo) y Ana. Con Gueguel y Luis. Con muchos y muchas. Y es que abril me ha invitado una vez más a sentirme tan feliz por tanta gente como tengo alrededor para hacerme mejor.
Abril fue el regreso. A la falla, al teatro. En breve volvemos a escribir. Y el regreso, más emocional, a Sarrión, donde hacía tanto que se habían perdido mis pasos vitales. Era mi vuelta a mi vida, tan gráfica como la sentí y tan metafórica con su Semana Santa de espaldas, de pasión y muerte. En mí han muerto algunas cosas y la pasión ha desatado otras que hacen que esto nunca sea aburrido. Ni bueno ni malo. No entraré a juzgar ahora... Gracias Aure, Amparo, Ricardos, Machu e Isra, Tato y Gema, Rosa y Edurne,.... ¡Qué bonito es volver a la vida de siempre!
Abril siguió bajo la lluvia de rebujitos con que se rehoga la Feria. La de Mislata, cogidito de la mano por muchos amigos (sobre todo amigas) y la de Andaluces, donde ni faltó compás, ni palmas, ni jamoncito... Sólo la Cachoperra, pero vendrá con el Rocío que está a la vuelta de la esquina...
Y además, a nivel profesional, un mes de satisfacciones en la concejalía con la Feria de Asociaciones y, sobre todo, con el inicio de "Mislata en obert", esa propuesta intercultural de la que os hablé y que es la niña de mis ojos. Desde la danza africana con la que empezamos hasta los buenos momentos que aún en estos días me va aportando.
Ha sido un tiempo de sombras y muchas luces. De revisión. De fortaleza. De decidir... Me pasa a menudo que cuando miro hacia atrás, luego salgo disparado hacia arriba. Así que no sé bien para donde irán mis pulsos, pero he revisado, he echado mano de la memoria y he recuperado las cosas que nunca debí perder. Espero que la cosecha sea fructífera...
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Nunca dejo de remar, porque es lo que siempre aconsejo a tanta gente que quiero... Pero es verdad que hay días que son lunes absoluto...