Han pasado casi cinco meses desde que los colgué. Doce desde que los compré en la soleada calle entre tuk-tuks que se desparramaba a lo largo de la sombra de un tsunami. Vinieron papá y mamá a comer, en mitad de una conversación partida. Los miré y estuve tentado de preguntarles si los habían visto. No dije nada y callé.
Al acostarme anoche los veía en la pared sin luz y adivinaba contra ellos sombras que se movían. Al rato caí en que eran los cuadros, los tres, y nada más. Los miré y recordé las playas y las patatas. Las alegrías y las esperanzas. Sin pensar que nos iban a caer encima tantas cosas como en este año fugaz se han sobrevenido. ¡Qué año, pardiez! Y que paz aquella de los elefantes y las olas, los pescadores y el paseo junto al mar... Recuerdo las fotos perdidas del album que voló para siempre y algún atardecer. Un ron pasado de azúcar y una amiga llegada de Qatar. Unas risas y un antes... y como siempre: un después.
Julio 2015. Siete meses me ha costado poner estos cuadros donde acabo de ponerlos... Tenía los cuadros, mis recuerdos, paredes (aunque decidí hoy en cuál colgarlos)... Tenía el martillo y me faltaban los clavos, que encontré el otro día. Siete meses... pero ya están. Mis recuerdos vuelven a ocuparlo todo. Y eso, con este cielo nublado, me hace volar más, cargado de nostalgias... #CosasqueSoloMePasanAMí
miércoles, 2 de diciembre de 2015
martes, 1 de diciembre de 2015
SE EMPIEZA A ACABAR
Se empieza a acabar el año. Un año convulso, lleno de historias. De momentos. Irrepetible. ¡Señor cómo son los impares conmigo! El caso es que he pensado traer de la memoria algunos momentos de este 2015... algunas pequeñas historias que os fui contanto. Ésta hablaría de volver, de subir, de regresar, de recuperar, de oportunidades... de nuevas metas. Yo que nunca me las pongo. Gracias por acompañarme en este camino.
JUNIO 2015. A veces, en nuestra vida, creamos laberintos de los que parece difícil escapar. Como telas de araña, nos empujamos a espirales infinitas que nos hacen caer. Yo, sin embargo, encuentro en cada punto de inflexión una oportunidad. Y cuando lo alcanzo, me intento disparar con ansias de crecer. Tengo la sensación de llevar toda la vida creciendo. Y la seguridad firme de que me queda muchísimo por aprender. Lo reconozco: ni un "nuevo Jaime" ni "renacer de mis cenizas", ni nada tan literario... Simplemente: tengo por delante mi vida entera. Y la andaré con nuevas metas.
JUNIO 2015. A veces, en nuestra vida, creamos laberintos de los que parece difícil escapar. Como telas de araña, nos empujamos a espirales infinitas que nos hacen caer. Yo, sin embargo, encuentro en cada punto de inflexión una oportunidad. Y cuando lo alcanzo, me intento disparar con ansias de crecer. Tengo la sensación de llevar toda la vida creciendo. Y la seguridad firme de que me queda muchísimo por aprender. Lo reconozco: ni un "nuevo Jaime" ni "renacer de mis cenizas", ni nada tan literario... Simplemente: tengo por delante mi vida entera. Y la andaré con nuevas metas.
A GOLPE DE HORÓSCOPOS
Os voy a contar algo que me ha pasado hoy. Las pelis de Antena 3 lo anunciarían como "una historia basada en hechos reales". Simples. Pero reales. Cuando iba a tomarme el café (el primero del día) mi horóscopo me recomendaba desde el periódico que le ponga una sonrisa a mi vida, yo que sabéis que la llevo de oreja a oreja puesta por bandera. El caso es que, con el descanso de la noche cogido a la espalda, he pensado en algo tan sencillo y que tan pocas veces hacemos. Y me he dicho a mí mismo: la sonrisa no se pierde (ni aunque te la quieran robar). El caso es que una amiga - desde tan cerca como lejos - me ha escrito para decirme que me había equivocado con un mensaje en un grupo de whatsapp (¡malditos grupos!). Ni veinte segundos me ha costado enviarle un mensaje a la persona que ha cargado con un enfado que no le correspondía y me he disculpado. Aceptadas las disculpas, hemos seguido con lo que siempre hemos sabido hacer: reírnos juntos. Y ahí me he percatado que lo que mi amiga me aconsejaba y lo que decía el horóscopo me invitaban a lo mismo: a que no pierda ni mi manera de ser, ni mi sentido del humor ni mucho menos abandonar la sonrisa... Y es verdad. Cuando miramos a la vida con nuestra sonrisa, todo tiene un sabor más especial. Mejor.
Siempre he intentado empujarme por la senda del buen rollo. Por aquello que de los cuatro días que son la vida, dos son noches y los otros dos no pueden tenernos enfadados. Y aunque hay decepciones, desilusiones, tristezas y tragedias; al final del camino nos queda tomar decisiones y mantener la cabeza alta. Reponsabilidad y dignidad personal. Quienes me conocen saben que me muevo por justicia y con lealtad. No pido otra cosa. Pero además, como me hago mayor, empieza a costarme mucho más el moverme. Y no es que no sepa rectificar... Que eso sabéis que lo hago cuando me equivoco. Por eso, hoy, cuando he leído el horóscopo he pensado que toca volver a la #FelicidadBásica que merezco y que comparto como nadie. Por eso, cuando mi Mamen, mi Osuna, me ha dicho que no había estado "fino"... he recapacitado. Y por eso, cuando me he disculpado con mi "hermano" Tato, me he sentido mejor (aunque haya pasado el trago de sentirme pelín mal por no haber sido justo con él...). La vida me va enseñando cada día. Y hoy, a golpe de horóscopos y amigos, me he dado cuenta de que sí. De que vuelvo a la sonrisa. Y que solo quiero a quienes la traen o a quienes quieran compartir la mía. ¡Qué no hay más! Que esto es vivir... y yo, vivir, vivo con una sonrisa puesta. #BronchudFactoryOfThoughts #PidoPerdón #FelicidadBásica
viernes, 27 de noviembre de 2015
MIS SENTIDOS
Acabamos jornada con pizza, coke & coffee. Y una canción: para que no se duerman mis sentidos, para que se mezan nuestros sueños, para que vuelen nuestros deseos. Para que nunca desesperen nuestras esperanzas... y vivir siempre. Siento.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
EN UN LUGAR DEL ALMA
¿Se puede estar enamorado de una ciudad? Sí. Cada uno tenemos una. Un lugar del mundo donde escondernos, escapar, volar, huir,... un espacio, un rincón del mundo, como del alma, donde nos gustaría vivir. Pero además, nuestra capacidad de echar raíces nos deja también de vez en cuando la posibilidad de estar enamorados de la propia ciudad donde nacimos o donde vivimos. Donde llegamos o donde la vida nos llevó.
A mí la vida me dejó en Valencia. Y hoy, tras comer en las Cortes en reunión de trabajo, en mitad de la locura que es mi vida, hice esta foto. Me escondí a los pies de la Geperudeta que daba la espalda en su altar. Caminé bajo el noviembre convulso que anuncia años que se acaban. Y dejé mis pasos caminar hacia adelante comprando en una tienda tres libretas con tres mensajes en positivo...
martes, 24 de noviembre de 2015
#LEGEND
Para las personas que no me quisieron hacer llorar, para los que me hicieron seguir adelante como si nada pasara, para los que nos hacen sentir escalofríos en la espina dorsal... ¡Para los que volaremos allá donde el viento nos lleve! #CancionesDeMiVida #BronchudSountrackOriginal #BSO #BonaNit #MartesOut #freddiemercury #ledgend #24years #freddieforever #freddie #freddiemercurytribute #legend
lunes, 16 de noviembre de 2015
MI RECUERDO DE TI
Mi amiga, querida amiga. La distancia del tiempo no borró este 16. Si acaso la pena. El recuerdo sigue aquí (como un aguacero). Pero mirar atrás y pensar en ti es sonreír. Nunca pensé que llegara un día que lo creyera así. Cuando hablamos de tí por teléfono, por ejemplo, y te quedas flotando en el aire mágico como un hada buena... Jamás pensé que el dolor nos dejaría volver a los pasos de la vida. Y eso que olvidarte es imposible. Ni puedo, ni quiero. Ni me dejo... Aquellos cielos grises con los que combatimos octubre y noviembre. Aquellos pasillos de angustiosa calefacción... Aquella tristeza agarrada a los ojos. Aquello, no se olvidó. Se apartó. Se quedó en el camino: porque solo recuerdo tu voz y tu sonrisa, tu vida, tu energía, tu bondad... Poca gente me quedó que fuera tan buena como tú (aunque los tengo a mi vera)... La vida ha seguido (nunca igual) dejando buenas noticias y fotos nuevas. Intento a veces, hoy, recuperar el disco duro que entierra las pocas fotos que guardo de los dos juntos. Y miro al cielo y pienso: vuelve a ser 16 de noviembre... Y sé que desde allí me cuidas. Volver, como cada año, a este día que fue maldito y hoy sabe a fiesta, a recuerdo, a ti. Te prometí que nunca te olvidaría. Y en ello ando. Caminando por la vida con una alegría tras otra e intentando que la tristeza nos pierda la partida. Ganaré. Como siempre. Como cuando contigo... y seguiremos andando la vida sin que nada diluya tu recuerdo, Mi recuerdo de ti.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
LAS COSAS QUE ASUMIMOS
Hay cosas en la vida que sabes que pueden pasar. Aunque no te gusten.
Pero las asumimos... Lo único es que esperas es que tarden en pasar. Que
ocurran cuando se está preparado... Y eso, eso es lo que no siempre
somos capaces de asumir... #BronchudFactoryOfThougths
miércoles, 28 de octubre de 2015
CICATRIZAN
Por las mañanas me quiero poner a dieta y por las noches lloro lo comido. Así pasan los ratos para los que deberíamos de colgarnos la báscula como una mochila. En cualquier caso, pronto, habrá que ceñirse el cinto. Que nos llega la navidad. Parece imposible no pensar lo rápido que huyen las horas. Acabo de pensar que mañana me pongo a dieta severa. Estoy en la tele. Tenemos el tercer programa de la temporada. Luego teatro. Actúa Noscarmientas con Antaviana. Iré a verlos: espero llegar. La noche cae sin que se note que es invierno y a mí solo me duele la báscula. Que siempre olvido. Habrá que sacarse otra moleskine.
Pd emocional: me va mucho mejor de lo que me iba. He cerrado heridas. Las abiertas, cicatrizan.
Pd emocional: me va mucho mejor de lo que me iba. He cerrado heridas. Las abiertas, cicatrizan.
TODA LA VIDA
Voy a desvelar un secreto... Como facebook nos recuerda ahora cuando nos fuimos conociendo las personas humanas, Elena le ha recordado a Laura que ella llegó antes a mi vida... No sé si mi Guti se acordará, pero una noche se quedó mirando mi teléfono y dijo: "Jo, qué bonito. Cómo nos quieres". Me sonó a verdad absoluta. No sé si recordará que lo dijo porque ellas dos son la foto de mi teléfono, algo que mis mejores amigos habréis podido ver alguna vez y que hoy, al verlas "discutir" sobre la antigüedad de nuestras amistades, me ha hecho quitarle la tapa al móvil y verlas de nuevo, una vez más... Y volver a sonreír. Con Laura no recuerdo cómo nos hicimos amigos, con Elena sí. Y fue un viaje en coche que hubiera sido suficiente para no hablarnos más... Me dijo que iba de bulto... ¡Tal cual! Y ahora me flipa que el bulto se quedó en su vida... Así que, con una no recuerdo cuando saltó la chispa de nuestra amistad y con la otra el recuerdo no es nada satisfactorio... Y pese a ello, la vida que es más lista que el hambre, nos ha regalado lo mejor: las dos son obligatorias en mi vida. A veces pienso que son esas amigas que tendré todavía de aquí a treinta años y que les contaremos a hijos y sobrinos la de cosas que hemos vivido juntos. Las buenas y las malas. Porque con ellas dos, nosotros las compartimos todas. Nada me suena tan bonito como un "Gurrú" de la gaditana más bonita que se pasea por la Gran Vía. Nada me llena tanto como un "#ContigoMola" de mi batalladora favorita, que renace una y otra vez. Son tan distintas y tan iguales que se han convertido en un pack complementario. Elena llegó antes. Laura vino y se quedó. Y así vamos paseando los tres por la vida... Una noche Elena djio: "Jo, que bonito. Cómo nos quieres" cuando vio su foto con Laura en mi móvil... Y yo le respondí: "pues claro". Un pues claro que sonaba a te quiero infinito... Y así seguimos. Toda la vida... espero.
domingo, 25 de octubre de 2015
ANIVERSARIO DE LAURA
Laura y yo andamos siempre igual, sin recordar cómo nos hicimos amigos. Me pasa a menudo: hay gente con la que recuerdo perfectamente nuestro primer día y con gente que se difunde y se hace complicado poner fecha en el calendario... Hoy, Laura, ha hecho una de esas cosas (de esos pequeños detalles) que me encantan. Facebook le ha recordado que hace 5 años que somos amigos y me lo ha colgado en el muro. Podrá ser insignificante para muchos. Pero para mí ha sido especial: una de esas cosas chiquititas que te hace adorar la vida y a quienes te ayudan a vivirla... En estos cinco años hemos reído, llorado, soñado, pensado, compartido, dicho, olvidado, navegado, contado, celebrado, creído, peleado, sumado, nadado, creído, comido, dormido, odiado, defendido, callado, bebido, escrito, actuado, vestido, confiado, luchado... Y sobre todo, como cantaba la Jurado: "Hemos probado el sabor agridulce de la vida.". Juntos. Así que hoy, 25 de octubre, con sus cambios de hora y sus resacas de boda, hoy es nuestro aniversario. ¡Eso me ha dicho tras cinco años que nos saben a poco! Y me ha hecho sentir taaaaaan afortunado... Por ser como es, tan igual a mí. 5 años que dan muestra de lo que es la lealtad y la fidelidad, de lo que se gana cuando se antepone la amistad y el creer en el otro a tantas otras miserias... Querida Laura, se me han pasado volando. No pensaba que fueran ya tantos... ¡Así, como queriendo decir, que me quedo otros cinco y cincuenta y cinco veces cinco a tu verita! #ContigoMola
viernes, 23 de octubre de 2015
CARPETA DE ASUNTOS PENDIENTES
Soy como el tango de Gardel. Y vuelvo, con las sienes cada vez más plateadas y el alma menos tanguera. Anoche que me junté con Ricardo a cenar, volví a las andadas y me dejé llevar por las ganas de haber volado - dicho en pretérito, perfecto - y de haber hecho y no hice. De aquellas cosas que al rato resumí, con un "es verdad" que es la mejor manera de rematar todo.
Me pueden las ganas de yo hasta tal punto que empiezo a convencerme. Por la tarde, vía teléfono le dije a la amiga Mabel que paciente aguanta al otro lado del teléfono, que demasiados frentes abiertos. Y me pongo en la agenda ir cerrándolos mientras comprueblo que casi 24 horas después si apenas he empezado a cerrar uno. Empiezo el día riéndome con Juanjo al teléfono y sigo con Angelita, que me dice, se ha levantado a las dos y media de la mañana. Estamos con el ensayo a tope de Virginia Woolf y todo lo demás, que también va a tope, por eso escribo tan poco.
Me sabe fatal no dejarme caer más por aquí. Y así lo voy pagando. En términos generales hay cosas por cambiar. Unas cuantas. Habrá que ponerse con la faena.
Una noticia por teléfono ayer no me gustó nada: viene de gente que le come la oreja a otra gente con cosas que no son verdad. A mí cuando me usan me quieren poco, pero a quien amargan le deben de querer menos. Por mucho que sea su entorno. En cualquier caso, pasa a la carpeta de cosas pendientes, y tendrá fin. Bueno o malo. Pero terminará.
Así estoy, con un pie puesto en noviembre, pensando cómo rematar el mes y cerrando asuntos pendientes del año. Y tenemos unos cuantos. A ver si me centro en respirar y decidir... En vivir al fin y al cabo. Por delante, al menos, las ganas de hacerlo. Y un fin de semana repleto: Rajoy en Alicante y Crespo en el altar. Promete, como el domingo con Enganxats y ensayos varios... Yo, a lo mío. A lo de siempre. A vivir. Y a no parar. Con la mirada puesta en la carpeta de asuntos pendientes...
viernes, 16 de octubre de 2015
MAÑANA ES HOY
Me voy a dormir pensando que quiero recuperar mis sueños, que no me hace falta buscar metas porque siempre he dejado que la vida me sorprenda. Que ha llegado el momento de elegir, decidir, comenzar, borrar, proyectar... pero sobre todo de volver a soñar. Que dejé atrás a Peter Pan, pero sigo notando su inquietante mirada. Y que quiero volver a él.
Pienso antes de irme que me sobran palabras y me faltan pensamientos. Que no me sobran ilusiones, pero tampoco faltan alegrías. Que quiero respirar con otro ritmo. Y sobre todo que sea el mío...
Pienso que he dedicado tiempo a quien no debía, que me he perdido en batallas que nunca debí guerrear, que me cansé a veces de mi propio silencio... Y frente a eso: fortuna, suerte, emociones, pequeños detalles... aire para respirar que no todo el mundo encuentra. Yo sí.
En cualquier caso, ahora que me voy a la cama, pienso que me sobra literatura y me falta alma.
Que tengo que ser yo ya quien grite, quien busque, quien sienta, quien quiera... Y que me debo tanto que mañana mismo empiezo a soñar. Que mañana mismo cojo la vida, con más fuerza aún, porque creo que ha llegado el día de volar hacia donde el viento nos lleve... Sin agobios, sin calma, sin nervios, sin excesos, sin presiones... volar, aunque solo sea por el placer de sentirnos libres de nuevo.
Bona nit.
miércoles, 14 de octubre de 2015
EN NADA
Quedan 45 minutos para comenzar la nueva temporada de "Tot és Festa". Esta vez nos hemos retrasado por el cambio de decorados y la puesta en marcha. Por todo ello ando más preocupado, nervioso. ¡Cómo me gustan esos nervios cogidos al estómago que se tienen antes del estreno! Alguien dirá que esto es como ir en bicicleta. Yo digo que es más. Que es mucho. Que es todo. Los nervios del estreno son impagables. Y mira que yo estreno cosas...
Cuando acabemos huele a Fosters. Esta mañana he estado en el despacho del Ayuntamiento y me he ido a comer a Sushi Room con dos señores de fina estampa. He salido, he pasado por Zara y he cogido un taxi donde sonaba Mozart y me ofrecían nueces. El optimismo desbordado de algunos hasta me ahoga, yo que soy muy del good feeling...
Pues eso, que me voy a estrenar programa. Ahora ya no, en nada.
Cuando acabemos huele a Fosters. Esta mañana he estado en el despacho del Ayuntamiento y me he ido a comer a Sushi Room con dos señores de fina estampa. He salido, he pasado por Zara y he cogido un taxi donde sonaba Mozart y me ofrecían nueces. El optimismo desbordado de algunos hasta me ahoga, yo que soy muy del good feeling...
Pues eso, que me voy a estrenar programa. Ahora ya no, en nada.
SUEÑO CON CONOCERTE
Sé que Hugo nunca podrá decir que el martes y 13 da mala suerte. He visto los ojos con que miraba a Aitana, recién nacida y he entendido que me he perdido el mejor día de la vida de mi hermano. Bueno, no me lo he perdido: lo he vivido en esta distancia que nos impuso la vida... Y me encantó. Me ha encantado ver su mirada, y su rostro de hombre maduro mirando a su hija. Y sus manos fuertes soportando con una delicadeza absoluta a la recién llegada. Imposible. Nunca podrá decir que el martes y 13 le ha dado mala suerte. Ni a él, ni a Mariajo. Querría decirles tantas cosas que simplemente con la felicitación sé que sabrán que es suficiente. Porque no hay nada que pueda decir con palabras que ellos, especialmente Hugo, no sepan. Que me siento feliz. Que me voy a dormir bajo un manto de lluvia que riega la noche y que aún más dichosa es la felicidad con que me acostaré... Me encanta la boca feliz de Hugo en esa foto que me envió a punto de llegar la medianoche. Me emocionó en la distancia presentir su emoción. Y pensé, enseguida, que se merece esa felicidad absoluta.
De aquí a unos años, probablemente Aitana podrá leer esto. Ella ahora dormirá, entre el calor de un otoño de lluvias y la resaca de un 12 de Octubre que acortó la semana. Si lo leyera, solo quiero decirle que estoy feliz. Que con su padre pasé los mejores y los peores momentos de nuestras vidas. Y que su madre, vino a devolverle a mi amigo/hermano la sonrisa que nunca la vida debió robarle. Por eso, ella, que es fruto de amor y esfuerzo, de tesón y constancia, de serenidad y esperanza, sé que va a crecer entre algodones con un amor de madre experimentada y un padre capaz de emocionarse al sostener entre brazos algo que nunca calculó.
Querida Aitana: por si llegara el día que leas estas líneas, espero que al leerlas reconozcas en ellas el cariño del tío Jaime. Espero que sea ese tío, que hace las mejores merendolas cuando venís por Valencia y que de vez en cuando se deja caer por vuestra casa. Que cuando papá diga Jaume tú sepas que soy yo, como no tengo yo ya otra Aitana que no seas tú. Papá siempre quiso ese nombre para una hija: desde que yo comenzaba a fumar a escondidas y él no hablaba de amor. Por eso hoy, que dejé hace años los cigarros y que él vive con una intensidad inmensa cada latido, estoy contento, emocionado, alegre de ver la felicidad que arrasa el corazón de mi hermano... Hace años tal noche como hoy también llovía. Qué lista y selecta es la vida.
Recuerdo sentado en una silla de la cocina cuando papá me contó que había conocido a mamá. Aquella noche dormí tranquilo porque supe que Hugo volvería a ser tan feliz como yo le deseaba... Hoy, sin embargo, al echaros de menos me he dado cuenta de que me equivoqué, porque he presentido que aún es más feliz de lo que imaginaba... y eso, querida Aitana, eso me llena de felicidad.
Besos a mamá. Dile a papá que le quiero. Y a ti, a ti sueño ya con conocerte...
lunes, 5 de octubre de 2015
ANA DIOSDADO
Mamá nos sentaba a ver "Segunda enseñanza" y "Anillos de oro" mientras papá echaba más horas de trabajo. Por eso yo supe antes que otros quién era Ana Diosdado, Imanol Arias, Encarna Paso o Juan Diego, mientras otros sabían quiénes eran Ablanedo, Setién, Eloy y Julio Alberto... A los años, conocí a Ángeles Hernández por una obra suya. Y gracias a "Los ochenta son nuestros" me envenené de teatro y volví a subir a un escenario... Cuando hoy he leído que Ana Diosdado se ha ido me ha sido imposible no pensar en todo ello, sonreír y pensar "qué afortunado fui y cuántas cosas me regaló sin saberlo"... La pena es, que probablemente, para muchos, Ana Diosdado será un nombre imposible... Una gran dama del teatro.
jueves, 1 de octubre de 2015
LA TIERRA MOJADA
Tuve un día excesivo, como otro más, y la noche me pilló andando hacia el autobús. De pronto me sentí por medio del paseo, casi sin escuchar los ruidos de coches, ni nada más. Eché un paso tras otro y comprobé de qué manera respiraba con ese olor que solo tiene mi ciudad cuando llueve: a tierra mojada. Me dí cuenta que la "nada" me cogió en mitad de la agenda. Y pensé en escribir mil y un mensajes para buscar una cena entre varios en mitad de este primero de octubre con sabor a sábado de lluvias. Porque todos sabemos que un sábado de lluvias nunca se puede estar solo. Fui andando entre luces y gentes, y me descubrí en dos ocasiones saludando a personas desconocidas, porque me habían mirado fijamente. Me respondieron al saludo. Y enseguida volé al pueblo de mis padres donde seguimos saludándonos siempre dos personas al cruzarnos. Con esto pensé que deshumanizada estaba la ciudad. Y miré fijamente a quien se cruzara para saludarle una vez más. Pero la gente miraba al suelo y andaba rápida. En la terraza de una cafetería seis mujeres de sesenta competían por cirugías. Una pareja se besaba bajo la farola de la manera menos fugaz posible. Una joven se dejaba arrastrar por su perro y la terraza del Aquarium parecía tener a los clientes de siempre. "Siguen teniendo a los camareros más elegantemente vestidos de la ciudad" pensé. Y me detuve en las pequeñas cosas que nuca miro. Y vi escaparates, calles y terrazas, luces, azoteas, nubes y coches. Caras de personas que evitaban a otras personas. Luego pensé: "qué frívolos somos preocupados por los sirios sin que seamos capaces aquí de mirarnos a la cara". Y volví a pensar en el pueblo y cómo allí todos nos dedicamos un saludo, un hastaluego, un buenosdías,... ¿En qué momento la ciudad dejó de estar habitada por humanos que se convirtieron solo en gente? No lo sé. Pensé qué pena de aquellos que no quieren ayudar a los sirios. Pensé luego qué pena de aquellos que solo los quieren por una foto... Y al rato, pensé en la tristeza de que aquí, nosotros, los de siempre, tan esclavos de todo y sin ser señores de nada, caminamos de igual manera sin mirarnos a la cara... Los árboles bailaban con aires de otoño. Todo era amarillo. Y si apenas, de todo antes, solo quedaba ya el cansancio... Pasé varias paradas antes de coger el autobús: prefería el aire y el paseo. Y mi soledad, de banco en invierno. Y mi tranquilidad de que no era sábado, aunque se echara a llover...
domingo, 27 de septiembre de 2015
SOLTAMOS EL TIMÓN
Alguna vez pasa que - sin saber cómo - las cosas se van revolviendo y se ponen en contra, te dejan contra las cuerdas o te vacían hasta dejarte sin ánimo. Lo sé. La mayoría de veces aparece de una manera inconsciente y, otras muchas, nos empujan a un callejón oscuro y, en contra de lo que parece, con salida. Pero cuando el cielo se empeña en nublarse, llega un momento que ni vemos el sol, ni lo peor, lo presentimos. Lo soñamos. En esas ocasiones, tendemos a dejarnos llevar por la corriente y nos deprimimos, o nos enfadamos de manera continuada, o nos alzamos en pie de guerra dándole la misma importancia a lo que la tiene como a lo que no. No medimos. Porque los embates son tan fuertes que el barco queda a merced de la improvisada marea. Y soltamos el timón...
Pues hay que cogerlo de nuevo, antes de que nos perdamos en la inmensidad del océano, lejos de otros barcos, de otras orillas, de otros destinos,... Hay que cogerlo con fuerza y decidir hacia adónde nos llevamos. Así que, cuando el mar se ponga bravo, vira el timón y enfrenta tu proa a sus olas para romperlas con fuerza. Cuando el viento parezca que no sople a favor, no te dejes empujar por su energía: cambia el rumbo del timón y sigue dirigiéndote a donde quieras llevarte... pero decide.
Cuando llega la tormenta, no te dejes asustar por las nubes. Siéntate a mirarlas. Aprende de sus formas y de cómo se mueven. Y piensa que el sol está al otro lado. Yo he aprendido así a reconciliarme con la lluvia, aunque haya veces en que también sienta que todo se nubla y el mar se pone bravo. Lo importante, siempre, que cojamos el timón. Lo demás, lo demás solo será dejarte arrastrar...
lunes, 21 de septiembre de 2015
LA GOMA DE BORRAR
Ella le dijo: "Tengo un regalo para ti". Lo dijo con tanta sorpresa que podría haber pensado que aquel regalo lo llevaba desde hacia semanas sin haber encontrado oportunidad ni momento de dárselo. Él le respondió: "lo quiero, dámelo". Y ella se lo entregó dentro de la mano, tapando la suya contra la de él, de manera que el diminuto regalo quedó entre las dos manos sin que pudiera verlo.
Ella sonrió cuando él le pidió que eligiera una ciudad de Italia. "Milán" decidió ella entre todas. Era de noche. "¡Has elegido la misma que yo! Espero que nunca tengamos que usarla" le dijo él.
Guardó en el bolsillo su regalo, sin sacarlo de la mano apretada, porque sólo así con el tacto reconoció cada esquina gastada de la goma de borrar. Y lo que a muchos podía parecerle un regalo pequeño, poca cosa, a él se le despertó como el más grande de los tesoros.
Hasta el día siguiente no la sacó del bolsillo del pantalón, pero recordó que estaba allí. Recordó que tenía con él la posibilidad de sacar la goma y borrar algún día, y la dejó sobre un mueble por si algún día tenía que volver a ella. A menudo, nos confundimos a la hora de escribir nuestra vida. Y a menudo, lo que más nos cuesta, es borrar porque los borrones nos confunden la vida. Pero hay que saber borrar como es necesario saber escribir. Cada uno decide qué escribe pero también debe de decidir que borra...
Por eso, él. cuando adivinó el regaló que ella le había guardado con tanto cariño se sintió la persona más rica del mundo. Le dio una goma de borrar. Y él le dijo, que no tendrían que usarla nunca...
domingo, 20 de septiembre de 2015
ARENA PARA CAMINAR
Me he perdido cien mil veces en los pequeños detalles y calculo que, casi siempre, porque me han importado mucho más los demás que yo mismo. No pienso cambiarlo. No pienso tirar de egoísmo y sacrificar lo poco o mucho de bueno que pueda haber en mí para convertirme en un saco de resignación, grasa y huesos que haya olvidado los pasos que dio... Renunciamos a veces a ser lo que somos, cómo somos, cómo sentimos, tan solo porque los demás reaccionan de una u otra manera y se reduce en nosotros todo a un "es que me sabe mal". Pero no hay que olvidar que son ellos los que anteponen su "yo" a nuestro "nosotros": las relaciones humanas serían mucho más sencillas si no nos empeñáramos en complicarlas. Tan fácil como eso. ¿A qué parece obvio? ¡Pues ponlo en marcha! Hay personas -con intereses o sin ellos- que se mueven tan solo en su egoísmo: no tienen empatía, son incapaces de pensar en qué reacciones provocarán sus acciones. Y lo que es peor: les da igual. Así que, mientras a unos "nos sabe mal" a otros "les da lo mismo"... Y cuando esos dos trenes chocan, salta todo por los aires.
La verdad: creo que lo importante es decidir cada uno cómo quiere hacer su vida, su camino. Y andarlo. Mirar al frente, respirar fuerte y cargarse de una sonrisa que rebote felicidad como un boomerang. Dar un paso. Conquistar la sonrisa y dar otro más. Y otro, con otro. Al final, si solo caminamos con eso, todo lo demás se quedará en el pasado.
Imagina el paseo a la orilla del mar. Imagina como con nuestros pasos se van quedando aquellos personajes negativos y nefastos que solo saben pensar en ellos mismos y que lo que nos pase, preocupe, duela, amargue, haga sufrir o arañe, simplemente, les dé igual. Y ahora, imagina como llega una ola de mar. ¿Qué ocurre con nuestros pasos pasados cuando la ola llega? Que se disuelven y desaparecen... Pero los pasos que llevamos bajo los pies siguen fuertes y firmes. Pues el camino debe de ser igual. Dejando atrás a quienes nos frenan en el camino, porque lo que piensen "nos sabe mal" y viendo como se disuelven con sus "me da igual". Al frente, y paso a paso. Caminando. Que quien quiera venir a nuestro lado, tendrá arena para caminar...
sábado, 19 de septiembre de 2015
LA MENTIRA
Las hay blancas y piadosas, destructivas, dañinas, compulsivas... Pero las mentiras, solo son eso: mentiras. Los que me conocéis sabéis que es algo que no tolero (y que he heredado de mi madre). Prefiero el dolor de una verdad que la desconfianza que me genera una mentira... Porque las verdades duelen, pero lo que hiere, lo que hiere es una mentira. Y aún así, hay personas con las que hago un esfuerzo infinito. Tremendo. Personas que se empeñan en seguir con sus pequeñas "trolas" no sé si porque creen que soy idiota o porque alivian su culpa y creyendo sus mentiras pueden seguir mirándome a la cara. Cada vez que me pasa, dedico un tiempo a luchar, a decidir, si me molesta más que crean que soy idiota o que sin necesidad me sigan mintiendo... Al rato, lo que pienso, es lo importante: que no debo de dedicarles más tiempo. Por eso, ahora que ya ha pasado el rato, me he venido a escribir esto... y a decir, que prefiero un silencio a una mentira. Porque entre otras cosas, solo me produce desconfianza... y la desconfianza tristeza. ¡Y yo soy un tipo muy alegre! ¿Verdad? Pues eso: verdad, que muchos no saben como se escribe.
martes, 8 de septiembre de 2015
SEPTIEMBRE ES LO QUE VIENE
Hay una tendencia a que llueva en septiembre, a que yo abandone mi blog, a que la vida me devuelva a épocas de trabajo desmedido y de tantas cosas que hacer que le aburre a uno la idea de saber por cual debe de empezar. De la misma manera, hay una inflexión necesaria a que aparezcan en la vida personas que te importan más, que te preocupan más, que te ocupan más; de la misma manera que las hay que tienen una importancia a la deriva, que te preocupan nada o que te ocupan menos. Así he venido hoy a escribiros sin saber que aún andaba inmaculado este septiembre de lluvias que tenemos a pie de calle. Y me encanta. Tanto que tengo la sensación de que llueve menos de lo que me apetecería, porque o llueve de noches o cuando estoy encerrado en despachos. Así me pasó la mayor parte del tiempo. Y quizá lo que inconscientemente me pide el cuerpo, de pies a pelo, es correr bajo la tormenta, andar bajo la lluvia, mojarme en el paseo... Sea como sea, septiembre tiene lluvias y sabor a vuelta al cole. Así me siento al menos yo. Me ocupan horas el trabajo en la Regional y la atención al despacho, mientras me calculo las agendas de mañana y pasado en la que no paran de aparecer cosas. Siempre he estado ocupado (a veces preocupado) y es lo que nos gusta. El tarannà que dirían los catalanes. El ADN vasco. Mi manera de ser. Así como soy yo. Mis maneras de vivir que cantaría el roquero. Insurgente (moderno, complaciente).
Preparo el papel de la obra de teatro. Desde que nos sentamos Sergi, Angelita, Carol y servidor el otro día le he cogido mayor gusto. Más ganas. Tengo ganas, vamos. De eso y de otras cosas, algunas sorprendentemente.
Posdata: después de la tormenta llega la calma. A mí, sin embargo, antes de la tronada me ha invadido una extraña sensación de placidez (que no sé cómo tomarme). Volvemos... septiembre, es lo que tiene.
jueves, 27 de agosto de 2015
AHORA QUE ME HAGO MAYOR...
Yo no sé dormirme antes de las doce, ni adivinar lo que no me cuentan.
No voy a fiestas donde no me invitan, aunque a veces sigo metiéndome en lo que no me llaman.
Sigo despertando alguna mañana diciendo que no quiero ir al cole...
Y grito en silencio, para no molestar a nadie.
Me siguen ocupando las personas a las que preocupo.
Cada vez me siento menos aludido por nada
y tiendo a estar más feliz que siempre.
Me hago mayor: me dejé las cosas de niños, aunque me convierto en Peter Pan, algunas noches...
Ya no sueño cosas caras ni le tengo miedo al miedo.
No quedan fantasmas bajo mi cama.
Ya no me quedaron ganas de perder con mis esfuerzos.
Ya aprendí. Eso y mucho más.
Que se puede estar solo entre miles. Y quedarse solo por gusto.
Personal e intransferible.
Me he sentido culpable por ser tan inocente.
Aprendí a coger las manos que quiero al pasear.
Y a tener ojos enfrente que saben que estoy cuando me miran.
Me sigue matando de gozo que cuenten conmigo cuando no estoy delante.
Cuando sus miradas no me miran, pero me piensan.
He aprendido a ser más comedido. Y menos comediante.
A dirigirme sin indirectas.
A saber que fui y seré, ni más ni menos que nadie. Nadie lo es, pero todos no lo sabemos...
A cabalgar solo, que es una palabra que siempre viene acompañada.
A no sentir ya que debo algo...
He crecido de verdades, pilares robustos que nunca han temblado.
Me he equivocado casi tantas veces como he pedido perdón.
Y he mirado al cielo todos los días... y todas las noches.
En esas noches dormidas, en las que entran por la ventana,
los mosquitos,
para dejarme más picotadas que razones para una tristeza...
No voy a fiestas donde no me invitan, aunque a veces sigo metiéndome en lo que no me llaman.
Sigo despertando alguna mañana diciendo que no quiero ir al cole...
Y grito en silencio, para no molestar a nadie.
Me siguen ocupando las personas a las que preocupo.
Cada vez me siento menos aludido por nada
y tiendo a estar más feliz que siempre.
Me hago mayor: me dejé las cosas de niños, aunque me convierto en Peter Pan, algunas noches...
Ya no sueño cosas caras ni le tengo miedo al miedo.
No quedan fantasmas bajo mi cama.
Ya no me quedaron ganas de perder con mis esfuerzos.
Ya aprendí. Eso y mucho más.
Que se puede estar solo entre miles. Y quedarse solo por gusto.
Personal e intransferible.
Me he sentido culpable por ser tan inocente.
Aprendí a coger las manos que quiero al pasear.
Y a tener ojos enfrente que saben que estoy cuando me miran.
Me sigue matando de gozo que cuenten conmigo cuando no estoy delante.
Cuando sus miradas no me miran, pero me piensan.
He aprendido a ser más comedido. Y menos comediante.
A dirigirme sin indirectas.
A saber que fui y seré, ni más ni menos que nadie. Nadie lo es, pero todos no lo sabemos...
A cabalgar solo, que es una palabra que siempre viene acompañada.
A no sentir ya que debo algo...
He crecido de verdades, pilares robustos que nunca han temblado.
Me he equivocado casi tantas veces como he pedido perdón.
Y he mirado al cielo todos los días... y todas las noches.
En esas noches dormidas, en las que entran por la ventana,
los mosquitos,
para dejarme más picotadas que razones para una tristeza...
miércoles, 26 de agosto de 2015
IBIZA
Los mensajes de Juanjo desde Ibiza me recuerdan que ayer casi navegaba sus aguas, entre Es Freus, el ancho estrecho de Formentera, y los atardeceres de Dalt Vila. Presiento que me echo a bucear ya en la rutina siempre diferente y en la monotonía que nunca es igual en mi vida... Dije que tenía nuevos retos por delante, y cumpliendo con ellos estamos. Pero presentir de vez en cuando un nuevo atardecer desde mi rincón del mundo, donde me escondí entre hielos y risas, o sentir el humo con que se cocinan las fortunas en mi cielo me devuelven a esa emoción con que revivo cada vez que me dejo embrujar por sus calles desnortadas, sus noches sin vela, sus mares calados... De vez en cuando, pienso, deberíamos de recuperar las fotos y la memoria, mirar atrás y soñar (con lo que venga por delante)... Yo, acabo de hacerlo. Acabo de recordarme entre calores y alegrías, bien acompañado, y me puse ya a contar las horas para volver allá donde los piratas conquistaron mis miedos.
lunes, 24 de agosto de 2015
YO MISMO
Nos fuimos cargados en noche de luna azul, cuando agosto tocaba el día uno. El cielo nublado hacia presagiar el inicio de todo. Y el fin de algunas cosas. Mis vacaciones han sido una puesta a punto, un punto de partida y la partida de cosas que ya se habían disuelto, perdido, borrado hace tiempo, pero que a veces, por aquello de la pena o de la vergüenza ajena no había empujado. Fuera. La luna azul, que tiene estas cosas.
Volví a perderme en Ibiza, donde regresar es vivir. A Ibiza no se vuelve: se está o no se está. Pero nunca la dejo abandonada ni perdida. Jamás. Por eso, aquella sensación única de sentirme como en casa. Que se que lo estoy...
Las vacaciones son lugares y personas. Decididamente me quedo de nuevo con Pablo y Raquel, me los llevo en la ida y en la vuelta. Juntos cogimos el avión y juntos dormimos a primera hora de la mañana en la orilla de Cala Carbó esperando que llegara el barco de Luis y Gueguel, más padres que nunca con el encantador Luis León. Las cosas, como son. Ya en familia, echando vista atrás y pensando cómo nos ha ido cambiando la vida. Y que lo importante es seguir contándola juntos.
Cerramos aquel día cenando unas hamburguesas gigantes y yo, con una maleta, cual Carmen Maura, yendo en taxi a la casa alquilada a un kilómetro de Pachá, camino por el que cayeron tantos viajes, confidencias y diversiones... Recuerdo, por ejemplo, la vuelta con Rober y con Raúl desde la Flower... Imprescindibles, también.
La noche de la Flower fue una gran fiesta. Única, donde dejamos que cayeran las horas entre risas, canciones y festivales varios. Una gran fiesta (sin duda). Como otras tantas. Formentera, Dalt Vila, atardeceres, sol y sombras, calas, aperitivas... ¡Y ahora, los tambores!
De todas maneras, este viaje, tuvo un punto especial en Es Vedrà... Algún día lo desvelaré (yo mismo).
viernes, 31 de julio de 2015
HOY FUE UN PUNTO
Hay días que son puntos de inflexión. Hoy, Isabel Bonig me ha nombrado vicesecretario de Comunicación del partido en la Comunitat Valenciana. A trabajar. Preparo la maleto contra un reloj que no se aclara en un día raro. Raro. Y de madrugada volaré... como otras tantas veces.
miércoles, 29 de julio de 2015
CALOR DE 35
Tengo un calor exarcebado, cierto dolor de estómago. Diría que de angustia. He comido langostinos y clóchinas; pensar en ello me acerca arcadas. En el tejado de mi casa los gatos duermen a 35 grados. Pienso en los viajes de futuro y no me apetecen nada. El calor me arranca todo. Hasta las ganas... de ganar. Ni las de perder, ya quiero.
martes, 28 de julio de 2015
DE MI MUNDO
De mi mundo escapo en sueños - que elevo como globos al cielo-. De mi mundo me arranco con esperanzas e ilusiones cada vez que el alma se hace de noche. O cuando los vientos dejan de soplar o lo hacen con su inercia, que no es la mía. A veces me sobrevuelo y me descubro desde lejos y me siento feliz. Contento. Aunque sea con una sensación ligera y abstracta, pero me compruebo caminando con fuerza y emoción. Sobre todo emoción.
Cuando escapo de mí a veces es por huir de ti. O de tu recuerdo. Cuando me voy de mi mundo a encontrar otros lejanos, lo hago con la esperanza de regresar siempre, y encontrarme esperándome sentado en una silla o tumbado sobre una cama que sabe a otoño. Como esas lluvias que despiertan el olor de la tierra húmeda. Como esas tormentas que cierran los veranos...
Viajo cada vez que puedo. Abro las alas de este cuerpo cada segundo más viejo y, sin perder la fuerza de ayer, me bato por buscar a través del cielo otros horizontes. Que no se marchiten. Me gusta descubrir. Y sueño. Porque así soy dueño de mis escapadas, de estas huidas que tengo cada día. Y cada una de esas noches en que Morfeo vence nuestras batallas, que la Luna convierte en guerra.
De mi mundo escapo cuando la paz es cruel, cuando el grito silencia al silencio. Cuando no me tengo. Cuando no me apetece encontrarme conmigo. De mi mundo, salto en marcha, cuando las vías de mi tren están cruzadas: y busco otras estaciones sin parada. De mi mundo salgo a buscar princesas y dragones sin reinos ni morada. A buscar un caballo para galopar como el príncipe que nunca seré. A toparme con las palabras que nunca me llegan, a robar las miradas que nunca tuve.
De mi mundo escapo cuando quiero volar lejos. Y dejo abajo la tierra, y al norte las nubes. Y vuelo... con mis alas y mis sueños.
lunes, 27 de julio de 2015
HISTORIA DE AMOR DE FERNANDA Y JOÃO
Fernanda tenía más años que una silla vieja el día en que dejó de amar.
Se recordaba de niña, al borde de la Alfama, adivinando hasta cuanto de lejos alcanzaría el mar incesante; prendida del cielo, agarrada a la oxidada baranda de su balcón. Fernanda contaba más días soleados que jornadas sin pensar en João. A él le vio por vez primera, siendo niños, bajando las escaleras de Santa Luzia. Y ella, una niña de piel oscura y de ojos vivos, se prendó del muchacho. Su piel era más blanca, sus pestañas alcanzaban dimensiones desconocidas. Sus ojos verdes eran infinitos. El segundo en que la miraron en el viejo mirador fue suficiente para recordar siempre su brillo.
Fernanda despertaba cada mañana recordando la luz de la mirada de João, que ni el paso del tiempo apagó. Se acercaba al balcón y al abrir sus puertas, sus brazos temblorosos se estremecían pensando cuánto tiempo le quedaba al muchacho para pasar por debajo de su balcón, dirección a la Rua das Flores. Día tras día. De vez en cuando, el muchacho le miraba y bajaba enseguida sus ojos al suelo, para seguir con las manos dentro de los bolsillos, calle abajo.
A las sombras de San Jorge, la vida le fue pasando entre calles que lloran por fados y saben a bacalao. Pero Fernanda acudía cada día a su cita, cada mañana. Y siempre con los mismos nervios. Cuando el muchacho cruzaba la calle, ella creía morir. El tiempo se detenía de una manera adolescente, y entonces, ni el mar sonaba ni las gaviotas volaban. Solo la calle y el caminante...
Y cuando desaparecía, Fernanda empezaba a contar los desvelos y tiempos hasta que el muchacho volviera a aparecer. A los años, João se hizo a la mar. Y entonces, las mañanas se perdían entre meses que los pesqueros faenaban en alta mar o en países lejanos donde ella le imaginaba. Aún así, cada mañana, Fernanda, recogía su pelo en un moño alto, rasgaba con un chirrido el balcón y dejaba que el Tejo le inundara el alma pensando en ver de nuevo al hombre. ¡Qué frías eran las mañanas nubladas de ausencia!
Cuando meses después aparecía, con las manos en los bolsillos, João, sin sonrisa y silbando, calle abajo, siempre solo, algo inundaba a Fernanda por dentro de nuevo. Él agachaba la cabeza, mirando al suelo con los pasos de siempre. Ella, que le miraba desde lejos, rompía el silencio al cerrar el balcón. Y a esperar que la noche fuera más corta para que volviera a nacer el día siguiente... Soñando que llegaría el momento que aquellos ojos verdes de Santa Luzia volverían a cruzarse con los de ella.
Se prometió dejar de sufrir aquel amor que le asfixiaba entre silencios. Y dijo que no volvería a abrir el balcón, ni a recordar los ojos verdes, ni a pensar en aquel nombre que le sabía dulce... Y cada día se empeñaba en cumplir su palabra. Dejó de abrir el balcón, pero se acercaba a la ventana. Intentaba no pensar en la mirada de Santa Luzia, pero al cerrar sus ojos le aparecían siempre los de él,... Quiso borrar su nombre porque nunca fue capaz de levantar la mirada del suelo y buscarla a ella, en su balcón, como tantas veces lo había deseado Fernanda...
Una mañana João no bajó por la calle y ella comenzó a llorar. No era una mañana como otra cualquiera. Su corazón no dejaba al niño de los ojos verdes lanzando redes al otro lado del océano. Su alma se llenó de sal. Y al imaginar su mirada verde, entre lágrimas, cobraban mayor brillo los ojos del que un día fue un muchacho . Cerró las puertas. Las ventanas. Siguió llorando y sentada sobre una silla de madera, tejida con cuerdas secas, decidió que nunca más pensaría en él. El dolor la mataba.
Pasaron horas hasta que dejó de ver sus ojos mirándola. Y dejó de llorar cuando ya no tenía con que hacerlo. Abrió las puertas del balcón. Y la humedad del Tejo lo invadió todo... hasta la oscuridad de la casa.
Era el 14 de octubre de 1994. Era el día en que Fernanda dejó de amar.
domingo, 26 de julio de 2015
LA ÚNICA TORMENTA DE ARENA DE MI VIDA
Nunca, nada de lo que intentamos explicar, es fácil, pero aún más complicado todo aquellos que solo vivimos una vez: así fue como nos enfrentamos a la única tormenta de arena de mi vida.
Atravesamos el Khardung La desde Leh, cruzando antes el valle del Shyok y el río que lleva el mismo nombre. La distancia de lo vivido borra, de una manera brutal y violenta, los recuerdos. Es inevitable. Pero algunos, también, sí, perduran en el paso inagotable del tiempo. El puesto del control militar, por ejemplo, lo recuerdo con aquellos hombres armados como la sensación real, palpable, de la lejanía absoluta que tenía de mi casa y de mi cama. A las puertas del Khardung La - el paso de montaña que crece a casi 5400 metros sobre el nivel del mar -, creíamos que la odisea era el pase militar que nos permitía alcanzar las dunas - aquellas que se esconden entre montañas de picos nevados -. Pero sin embargo, la imagen de aquel coche pendiente de una ladera de caída infinita, con las ruedas afuera, a punto de despeñarse por un desfiladero imposible, encuentran mayor luz entre tanta nieve y niebla.
No llevábamos gran ropa de abrigo. Así que, ante el déspota frío, optamos por acurrucarnos dentro del coche en nuestros sacos de dormir, siendo más útil que incómodo, pero cubriéndonos al fin. Y al cabo. Ahora recuerdo que fueron tres dias en el Valle de Nubra, viviendo una de las experiencias más hermosas de mi vida... Y así, la naturaleza se empeñó en regalarnos cada milímetro de experiencia durante setenta y dos horas únicas. Bueno, la verdad es que todas las horas son únicas en la vida; aunque nos empeñemos en no darnos por enterados.
En cualquier caso, emprendimos marcha a Nubra cruzando el puerto de montaña más alto del mundo y lo alcanzamos, como escribí hace años, "rozando el cielo y las nubes, empujados por la niebla y acompanyados por la nieve...". Escribía sin eñes porque en la India, como otras tantas cosas, esta letra no existe.
Por momentos, la falta de oxígeno le daba un mayor halo de misticidad a la travesía y las consecuencias del mal de altura se cebaban sin discrección. Puede que algún día os cuente la noche en que lo sufrí con mayor crudeza y que recuerdo como la peor de mi vida. Sin embargo, al llegar al valle, la odisea de alcanzarlo - unas seis horas para poco menos de doscientos kilómetros - se diluyó ante la magna belleza de un paraíso perdido y encontrado. Aquello era inexplicable. Un edén.
Nunca, absolutamente nunca, sabré explicar esa belleza. Y mucho menos la de sus noches, cuando las estrellas fugaces cruzan volátiles sobre el Himalaya mirando a la derecha la frontera con el Tibet y a la izquierda, Paquistán. Alla, al frente, Estambul... que diría el poeta. Antes de que el sol cayera por completo, mientras convertía cada pared de piedra en un celestial mosaico de colores, el viento comenzó a soplar. Y sentimos primero un grano de arena, al rato otro, y unos cuantos más que les siguieron... Fue bajando el sol con la misma velocidad que se pusieron en marcha las nubes, esponjosas y con formas bien parecidas. Y tal y como fue oscureciendo, la vehemencia del viento fue mayor, hasta que empezaron a desprenderse millones de granos de arena de sus dunas disparándose contra nosotros como auténticos proyectiles. Pasó de cero a una intensidad total en lo que se dice un abrir y cerrar de ojos. Pero no los abrimos. Era imposible.
Igual de inenarrable que fue aquella imagen, lo fue la sensación de la arena clavándose contra la espalda y las piernas desnudas cuando, por temor a cualquier daño, nos dimos la vuelta ante la tormenta. En la lejanía se adivinaba la arena volando hacia el fondo del desfiladero, como si quisiera toda la arena escapar del valle por aquellas montañas que nos habían servido de entrada. Y lo hacía cada vez más fuerte. El sol acabó por despedirse y llegó la calma. Fue inmediato. Una y otra cosa. La oscuridad y el cese de la tormenta. Abrí los ojos. Me encontré con mis pies enterrados en una arena que vino de lejos y frente a una montaña inmensa que me multiplicaba por siete mil. La arena calló. Y en su silencio, se vino nuevamente sobre las dunas. El cielo se pobló de estrellas. Y allí, en el techo del mundo, todo se hizo mudo. Dejamos caer nuestros cuerpos sobre aquella arena, ahora mansa. Y mirando al cielo, empezamos a pensar...
jueves, 23 de julio de 2015
MAR DE ESTRELLAS
Le había prometido mil veces el cielo y mil una no se lo había alcanzado. Le había envuelto entre oropeles que a ella le confundían, que le hacían creer. La vida se le fue gastando entre los abandonos y las mentiras. Pero ella nunca le engañó. Él le hablaba de amor y ella echaba en falta una caricia. Él le señalaba las estrellas, pero ella, entre lágrimas no veía nada que no fuera un mar negro sobre sus cabezas. Él siempre le hablaba delante de la gente con un cariño envidiable. Ella sola, callaba.
Y las noches se hacían largas con los ojos abiertos mirando al techo o contando segundos a través del cristal mientras él dormía. "El día menos pensado me voy tan lejos que nunca me encontrarás" pensaba ella, soñando con pisar calles, con encontrar destinos... Con volar lejos. Mil veces le había prometido el cielo y ni una sola lo había cruzado.
Por eso, el día en que puso rumbo a su nueva vida, el nudo del estómago de Alicia no era un vértigo especial por el avión que jamás había visto. Las entrañas la exprimieron por dentro y se sació de un sabor a libertad que le invadió el cuerpo entero. Miró por las ventanas del avión y vio un mar de algodones. Miró hacia abajo y el mar tan solo le parecía un cielo al final del verano. Cerró los ojos y lloró. De felicidad. Cuando la lluvia reventaba el paraguas que compró en una estación de metro frente al Coliseo, Alicia miró aquellas piedras que se mantenían firmes bajo el agua. Así, como su corazón, también de piedra... Sintió que respiraba con mayor intensidad. Entonces, confundió las gotas de lluvia con las lágrimas que furtivas se escapaban, ahora que era de noche. Notó sus mejillas calientes, como otras veces, pero sin que esta vez el llanto le escociera en la piel.
Alicia se sintió feliz. Viva... Comprobó al mirar el suelo que la punta de sus botas empezaban a hundirse bajo el agua que crecía. Y ella, quieta, frente a las piedras y la lluvia. Cuando comenzó a caminar, el agua se rompió ante sus pies, surcando como un barco en medio del mar... Escuchó el sonido tibio de los neumáticos rascar el asfalto en contra dirección, vio abierto el escaparate de una cafetería, dos personas correr sin paraguas por la acera de enfrente... Y juraría que cuando miró al cielo - en tormenta - adivinaba a través de las nubes negras un mar infinito de estrella a cada cual más brillante que las otras...
miércoles, 22 de julio de 2015
OTRA VEZ
Ha llovido. Se ha roto el cielo y el día. Porque veníamos arrastrando un calor, que no sé si la tierra ardiendo ha acabado de mejorar. En cualquier caso, ha sido un alivio. Aunque solo sea para la vista, y para el corazón que también tiene sus razones, aunque las atendamos tan poco. Me manejo en días siniestros con personajes vacíos, huecos. Algo de lluvia nos vino genial. Comí en casa, con mis padres recién bajados de Sarrión y Edurne con mi hermana. Hice siesta, casi perdí el conocimiento, con la peque en la cama de mis padres y en metro me fui a trabajar. El camino de la estación a la tele fue un infierno que obligaba a sobrevivir. Grabé en nada y salí de nuevo a la calle cuando ya el cielo era gris: No sé si arriesgar, dije... Y arriesgué. No llegué a mojarme porque los truenos sacudieron cuando acababa de entrar en casa. Fue bonito. Casi de película. Pensé de soslayo en las goteras, algo imposible hace unos años y me eché a pasar la tarde sin mucha afición... Merendé unas clóchinas con coca cola y una tostada de salmón. Instintivamente subí a la báscula y me bajé por reacción. El calor es ya de verano, otra vez. Y las lluvias yo, las recordaba en Sarrión por agosto... Nos vamos haciendo mayores y nos cambian hasta los cielos.
martes, 21 de julio de 2015
LA NORIA
Los días en que el viento soplaba fuerte de tierra a mar daba la sensación de que la noria rodaba por la inercia del aire. Si la mirabas fijamente podías llegar a imaginar como se arrancaba del suelo y se lanzaba a alcanzar el mar - que seguía batiendo frente a ella con un coraje bravo -. Incluso podías imaginarla surcando agua adentro, sin llegar a volcar nunca. Escondido bajo los cascos de música orquestaba la danza de las gaviotas al son de mi música. ¡Y hubo un momento mágico! Cuando escuchaba "Hey, Jude" parecía que batían las alas con mayor energía, e incluso que una sonrisa rasgaba sus picos... "Hey Jude, don't be afraid... You were made to go out and get her... The minute you let her under your skin, then you begin to make it better...".
Un mensaje me alertó poco antes de lo que yo inconscientemente andaba haciendo: "Intentas positivarlo todo", me dijo. Me gustó. No lo había pensado, pero era una manera fantástica de agarrar lo que pasaba y tirarlo adelante, antes de lanzarlo por la borda. ¡Positivarlo! Convertirlo en algo bueno... Para mí. O para los demás... Volví a cerrar los ojos y los abrí enseguida. La noria seguía. Y frente a mí una pareja buscaba brisa para saciaer el calor de la tarde. Él tumbado hacia el cielo. Ella, apoyada sobre él, mirando al mar. Él con los ojos cerrados, puede que durmiendo. Ella con los ojos abiertos. Soñando. Leyendo, una y otra vez una carta de aquellas escritas a mano que desde hace tiempo nadie se envía. Pensé que se trataba de una carta de amor. Ella me miró, se retiró una lágrima de la mirada y volvió al papel. La noria seguía dando vueltas, allá lejos, majestuosa, sin inmutarse. El aire giró y levantó la arena. Las nubes empezaron a deshacerse y dejaron que el sol nos clavara con mayor fiereza contra la arena. Pero la noria no. La noria seguía impasible... dando vueltas, como si nada pasara allá abajo. Intentando arrancarse del suelo para echar a navegar sobre las olas bravas del mar que la contemplaba...
LAS TIERRAS POR CONQUISTAR
LAS TIERRAS POR CONQUISTAR
Hacía tiempo con Fernando y Alejandro. Jugábamos, viendo unas fotos en google. Y una foto nos llevó al blog, y el blog al pasado. Y una foto. India. Siempre vuelve la India. "Siempre la India" dijo Alejandro. 2008. Me raspó el estómago, que es la manera que tengo yo para decir que algo me mueve las entrañas. Me sacudió por dentro. Bien zarandeado. Y en nada estaba mostrando las fotos de Leh, frente a las noches del Himalaya. Y contando estrellas bajo el cielo de Nubra. Buscando otra foto, no sé por qué, volé a Bali: la tempestad lo arrasaba todo. La mía, emocional, también. Y recaí en Sri Lanka, donde empecé el año hace tan poco que me parece mucho. "Soy feliz", pensé mirándome allí. Viéndome de nuevo entre palmeras y atardeceres. Así me dejé un recado en la puerta de la conciencia. "Y, ¿qué sientes cuándo piensas que has estado allí?" me preguntó Fernando. Me rebotó la pregunta como un eco que no paraba, porque no sabía responder a algo tan sencillo, quizá porque era mucho más complejo de lo que me creía. "Mira, aquí estaba pescando" les dije. Y volví a pensar lo feliz que me hacen los paraísos lejanos... Las tierras por conquistar. Sin entender por qué eché en falta cada vez que no he vuelto a revisar las fotos y cada palabra que no releí de mis hojas perdidas... Yo, que he estado tan cerca del cielo, que contaba estrellas con la mano, que sentí miedo,... Y esta sensación - que trae la calima - de errar y olvidos... Me prometí repasar cada foto, cada instante. Despertar el sonido del Índico arrasando la arena del litoral cingalés. Volver a sentir la magia de un cielo envenado de estrellas... De no olvidar, que ya sería bastante. Por eso, cuando escribo, cuando imagino, cuando recuerdo, cada vez que me pierdo por las tierras lejanas que algún día conquisté, me siento vivo. Y hoy me apenó no haber respirado así desde hace demasiado tiempo, aunque me alegró la casualidad de encontrar unas fotos que me devolvieron a la vida...
domingo, 19 de julio de 2015
LA CAMISETA DE CUBA
Tengo un rubor extraordinario para ciertas cosas de la vida, para la mayoría. Y sé que no lo parece. Ayer, después de un vino en el Mercado de Colón, saliendo, me encontré a una buena amiga - está de más que diga que yo quiero muchísimo a todos mis amigos, ya lo sabéis -. A ella, además, le admiro. Ella escribe y me dijo que me lanzara a escribir. Que ella me lee, que a ella le gusta. No se imagina la vergüenza que sentí entonces: porque ella que escribe, me lee y me animó a que escribiera algo... No he parado de darle vueltas desde que la dejé allí sentada y me fui a cenar.
Esta mañana, haciendo limpieza, he certificado que cada cajón que abro en casa es un sobre de recuerdos. Anoche le decía a David y Carol que tengo la sensación de haber vivido ya tres vidas y que tengo una vitalidad para siete más... Y uno de esos recuerdos ha aparecido en forma de camiseta... He decidido escribir sobre mi camiseta de Cuba.
LA CAMISETA DE CUBA
Me devora la idea de no recordar el año en que fui a Cuba y juego a arriesgarme, buscando cosas que pasaban por entonces. El primer viaje fuera de España fue la nochevieja de 1997 a París, en el 98 estuvimos por Lisboa, así que calculo que La Habana y Varadero serían en el 99. No había ni redes sociales ni fotos digitales. El album lo guardo en casa de mis padres y calculo que escribir a alguien del viaje para preguntar el año después de tantos meses sin sabernos nada los unos de los otros sería estúpido. Digamos que fue 1999, el siglo pasado.
Cuba sabía a paraíso y lejanía. Comprobado, fue en 1999: inexplicablemente abro una libreta perdida en mi leonera y en la primera hoja que ojeo aparecen algunas notas. 1999, La Habana. Lo dicho, Cuba apareció por sorpresa cuando llamé a Paz para felicitarle la navidad. Me anunció que preparaban viaje de fin de carrera y como otras tantas veces en la vida, me lancé con un grupo de gente desconocida a hacer amigos para toda la vida. No os contaré el viaje, que dio de sí. Dije que escribiría sobre la camiseta, esa camiseta que hoy se apareció cuarteada en el cajón perdido. La compré porque ponía Cuba y con la bandera porque era lo suficientemente exótica como para ponérmela en España. Me gustan las camisetas de sitios, pero tienen que ser estéticas (algunas las hacen a mala leche, yo creo).
En el Mercado de la Catedral se sudaban las resacas de ron bajo una humedad que sabía a mojito. Los niños se arremolinaban en torno a aquellos turistas afortunados venidos de la madre patria. Éramos los gallegos. En Habana me sorprendió un cubano que adivinaba la procedencia de las mujeres según sus piernas. También una trova que nos cantó el pasodoble Valencia en el Club 21, frente al Capri, entre el titánico Hotel Nacional y la calle N. Y muchas más cosas que no vienen al caso, porque no son el recuerdo de la camiseta...
No sé cuantos pesos pagué por ella, probablemente fueran dólares americanos casi de escondido. El Mercado de la Catedral era una hervidero a cualquier hora del día. Artistas de primera con sus lienzos que se vendían de camuflado, que se saltaban la frontera pagando algún dólar de más; videntes tiracartas que fumaban, gordas y sentadas, puros habanos. Niños de sonrisas inmaculadas que morían por un boli, que te ganaban el corazón dibujándote junto a ellos y preguntando tu nombre para escribirlos en el papel... Compré esculturas de madera de un pulido magistral y regateé lo que nunca había peleado hasta para otras que me pedían el socorro...
La Habana ondeó frente a mí como esa bandera de la camiseta. La plegué en una bolsa de plástico y la guardé en la mochila con que sacaba de los hoteles el papel higiénico para dárselo a madres que querían auxilio. La clara se quedó allí, la entrañable transparencia, de una isla que vive entre coches americanos de los 50 que se dan a la fuga. Que destila ron con sabor a miel. Que se baila en noches que llegan al día siguiente...
Nosotros también despedimos al comandante en trovas de madrugada, llevados por la humedad de un Malecón que no muere nunca. Eran los años en que decidíamos qué hacer con nuestros futuros, no sé si hoy alcanzados. Y frente a los soldados militares, armados hasta los dientes, caminábamos de noche y remojábamos los pies en el Amanecer...
Hoy, al encontrar mi vieja camiseta, me vinieron todos estos recuerdos a la cabeza. Y me lancé a escribir...
Esta mañana, haciendo limpieza, he certificado que cada cajón que abro en casa es un sobre de recuerdos. Anoche le decía a David y Carol que tengo la sensación de haber vivido ya tres vidas y que tengo una vitalidad para siete más... Y uno de esos recuerdos ha aparecido en forma de camiseta... He decidido escribir sobre mi camiseta de Cuba.
LA CAMISETA DE CUBA
Me devora la idea de no recordar el año en que fui a Cuba y juego a arriesgarme, buscando cosas que pasaban por entonces. El primer viaje fuera de España fue la nochevieja de 1997 a París, en el 98 estuvimos por Lisboa, así que calculo que La Habana y Varadero serían en el 99. No había ni redes sociales ni fotos digitales. El album lo guardo en casa de mis padres y calculo que escribir a alguien del viaje para preguntar el año después de tantos meses sin sabernos nada los unos de los otros sería estúpido. Digamos que fue 1999, el siglo pasado.
Cuba sabía a paraíso y lejanía. Comprobado, fue en 1999: inexplicablemente abro una libreta perdida en mi leonera y en la primera hoja que ojeo aparecen algunas notas. 1999, La Habana. Lo dicho, Cuba apareció por sorpresa cuando llamé a Paz para felicitarle la navidad. Me anunció que preparaban viaje de fin de carrera y como otras tantas veces en la vida, me lancé con un grupo de gente desconocida a hacer amigos para toda la vida. No os contaré el viaje, que dio de sí. Dije que escribiría sobre la camiseta, esa camiseta que hoy se apareció cuarteada en el cajón perdido. La compré porque ponía Cuba y con la bandera porque era lo suficientemente exótica como para ponérmela en España. Me gustan las camisetas de sitios, pero tienen que ser estéticas (algunas las hacen a mala leche, yo creo).
En el Mercado de la Catedral se sudaban las resacas de ron bajo una humedad que sabía a mojito. Los niños se arremolinaban en torno a aquellos turistas afortunados venidos de la madre patria. Éramos los gallegos. En Habana me sorprendió un cubano que adivinaba la procedencia de las mujeres según sus piernas. También una trova que nos cantó el pasodoble Valencia en el Club 21, frente al Capri, entre el titánico Hotel Nacional y la calle N. Y muchas más cosas que no vienen al caso, porque no son el recuerdo de la camiseta...
No sé cuantos pesos pagué por ella, probablemente fueran dólares americanos casi de escondido. El Mercado de la Catedral era una hervidero a cualquier hora del día. Artistas de primera con sus lienzos que se vendían de camuflado, que se saltaban la frontera pagando algún dólar de más; videntes tiracartas que fumaban, gordas y sentadas, puros habanos. Niños de sonrisas inmaculadas que morían por un boli, que te ganaban el corazón dibujándote junto a ellos y preguntando tu nombre para escribirlos en el papel... Compré esculturas de madera de un pulido magistral y regateé lo que nunca había peleado hasta para otras que me pedían el socorro...
La Habana ondeó frente a mí como esa bandera de la camiseta. La plegué en una bolsa de plástico y la guardé en la mochila con que sacaba de los hoteles el papel higiénico para dárselo a madres que querían auxilio. La clara se quedó allí, la entrañable transparencia, de una isla que vive entre coches americanos de los 50 que se dan a la fuga. Que destila ron con sabor a miel. Que se baila en noches que llegan al día siguiente...
Nosotros también despedimos al comandante en trovas de madrugada, llevados por la humedad de un Malecón que no muere nunca. Eran los años en que decidíamos qué hacer con nuestros futuros, no sé si hoy alcanzados. Y frente a los soldados militares, armados hasta los dientes, caminábamos de noche y remojábamos los pies en el Amanecer...
Hoy, al encontrar mi vieja camiseta, me vinieron todos estos recuerdos a la cabeza. Y me lancé a escribir...
jueves, 16 de julio de 2015
PUTA REALIDAD
Dicen que muere ya esta maldita ola de calor que nos atosiga desde que estuvimos en Madrid. Pero dicen tantas cosas que al final no sabes ni cuál creerte.
Alberto y Laura en India. Cruce de whatsapps al mediodía, sin ir a la comida de jurado de fallas que cae cada año por estas fechas. Y en un momento dado, le escribo a Alberto: "En India aprendes a que la felicidad está cuando no tienes otra cosa". "Bonita reflexión", me dice Llorens. "Puta realidad" pienso yo.
Y sigo. Con mi calor a cuestas... la tarde entera. PUTA
miércoles, 15 de julio de 2015
PRAXIS
El 15 de julio es el día 196 del año (si no es bisiesto), lo cual indica que el ecuador de 2015 está más que pasado, algo que me ha despertado esta mañana en un whatsapp con el que Leo nos anima a que no nos dejemos de lado el viaje de fin de año... Tengo un calor excesivo, acabo de comerme un Maxibon, y el aire acondicionado me apunta directamente mientras el segundero pasa anunciando que ya casi me tengo que ir. Hoy, me he escrito una agenda de esas que no quería, empeñado en pasar por alguna librería y comprarme algún libro de aquellos de "aprenda usted a decir que no": reunión de partido, grabación en la tele, presentar festival de cantantes en Nuevo Centro y cena con las Falleras Mayores elegidas en el sector de Ruzafa B. Día (y noche) completos...
Mientras me siento me pongo a Pablo Alborán y me convenzo de que todo aquello que me prometí quiero cambiar debería de ponerlo ya en práctica: entre otras la de relativizar las cosas y no anteponerme a las situaciones y valorarlas ya de salida como un problema. El calor absoluto no sé si ayuda a una cosa o a las otras...
Acabo de cambiar la foto de mi perfil de facebook: la boda de Laura y Alberto sigue demasiado presente aún, mientras me llegan noticias de India. Anoche Elena me sorprendió también desde Formentera... La amistad que tiene valores insospechados (y a los que hemos renunciado en muchas ocasiones).
Cuando me senté a escribir pensé en contar algo de mi infancia, no tenía claro el qué, pero algo de cuando estos meses de julio los pasaba con la Lina y Baltasar. La vida, aquella que se antoja tan lejana, era de un dulce que dejaba el calor como segundo plato. Igual daba si llovía o si el sol ardía: las preocupaciones de niño eran otras... O no eran. Ahora, sin embargo, hasta bajar la basura preocupa. Y así estoy yo, como en la foto de perfil, buscando otros horizontes... Lo noto. Lo siento. Lo presiento, sobre todo.
Al decir de la lluvia recuerdo un verano lejano de Sarrión en que Merche, mi prima, y yo, decidimos perdernos por las callejas. Fuimos a perdernos adrede. Algo que ahora parece estúpido, porque reconocemos fachadas, tejados y aceras, pero que de niños fue una aventura grande. Tanto, que en mitad de la tarde, en las calles que se pierden del Calvario al Cabezo y luego del Calvario a la calle Teruel (verdadero enjambre urbanístico) agosto desplomo sobre nosotros una lluvia de granizo propia de aquellas tormentas de verano que echo de menos. Son recuerdos vagos, los que parecen que el paso del tiempo diluyen, y a los que yo no quiero renunciar... Hay que mirar siempre hacia adelante (lo dije siempre), pero a veces la nostalgia tiene que ganar un pulso, aunque solo sea por dejar que nuestra mente nos recuerde de niños, recorriendo las callejas imposibles crecidas a base de paredes de piedra... Aquellos encantos perdidos que también otean, de vez en cuando, si miras al futuro, al frente,... a los nuevos horizontes.
Mientras me siento me pongo a Pablo Alborán y me convenzo de que todo aquello que me prometí quiero cambiar debería de ponerlo ya en práctica: entre otras la de relativizar las cosas y no anteponerme a las situaciones y valorarlas ya de salida como un problema. El calor absoluto no sé si ayuda a una cosa o a las otras...
Acabo de cambiar la foto de mi perfil de facebook: la boda de Laura y Alberto sigue demasiado presente aún, mientras me llegan noticias de India. Anoche Elena me sorprendió también desde Formentera... La amistad que tiene valores insospechados (y a los que hemos renunciado en muchas ocasiones).
Cuando me senté a escribir pensé en contar algo de mi infancia, no tenía claro el qué, pero algo de cuando estos meses de julio los pasaba con la Lina y Baltasar. La vida, aquella que se antoja tan lejana, era de un dulce que dejaba el calor como segundo plato. Igual daba si llovía o si el sol ardía: las preocupaciones de niño eran otras... O no eran. Ahora, sin embargo, hasta bajar la basura preocupa. Y así estoy yo, como en la foto de perfil, buscando otros horizontes... Lo noto. Lo siento. Lo presiento, sobre todo.
Al decir de la lluvia recuerdo un verano lejano de Sarrión en que Merche, mi prima, y yo, decidimos perdernos por las callejas. Fuimos a perdernos adrede. Algo que ahora parece estúpido, porque reconocemos fachadas, tejados y aceras, pero que de niños fue una aventura grande. Tanto, que en mitad de la tarde, en las calles que se pierden del Calvario al Cabezo y luego del Calvario a la calle Teruel (verdadero enjambre urbanístico) agosto desplomo sobre nosotros una lluvia de granizo propia de aquellas tormentas de verano que echo de menos. Son recuerdos vagos, los que parecen que el paso del tiempo diluyen, y a los que yo no quiero renunciar... Hay que mirar siempre hacia adelante (lo dije siempre), pero a veces la nostalgia tiene que ganar un pulso, aunque solo sea por dejar que nuestra mente nos recuerde de niños, recorriendo las callejas imposibles crecidas a base de paredes de piedra... Aquellos encantos perdidos que también otean, de vez en cuando, si miras al futuro, al frente,... a los nuevos horizontes.
martes, 14 de julio de 2015
CRISIS CUARENTENA
Dejé el aire acondicionado programado para que se apagara solo. A las 6:30 cuando me he despertado por primera vez, he comprobado que lo conseguí. Que se había apagado. Apunto en mi moleskine personal: llevo una semana durmiendo en el despacho. A todo se acostumbra uno, incluyendo las olas de calor, a apagar el ordenador para ahorrar luz, a oír de una manera sistemática la misma canción que nos da buen rollo durante muchas veces (Yo sigo con Massiel y su "Eres". Creo que me la sé mejor que ella).
Es verano. Y estamos arrastrando julio como si fuera una navidad extra porque todo el mundo quiere que quedemos a comer, a cenar, a salir, a volar... Pero tengo una agenda que ni en fin de año, ya digo. Esta tarde tengo ensayo/lectura de teatro y antes quiero seguir con el ataque de limpieza que me dio ayer antes de ponerme a ver Anclados. Luego me fui a dormir porque American Pie 2 ya no me hace reír...
Y esta mañana me desperté viendo un emotivo vídeo del Australias got talent (o como se diga) en el que un chico iraquí se marca un Imagine que hace llorar al más gallardo... Y así seguimos, echando la semana, pensando las citas obligadas por trabajo que tengo (mañana en la tele, presentar Nuevo Centro,...), subrayando que hago cosas por espasmos (ya dejé de escribir) y dejándome mecer en este mar sereno con el que se va diluyendo el año. Tengo la sensación como ese tamiz que deja pasar la arena que así se me cae el tiempo. Cosas metafóricas que pasan en mi vida - cómo para quejarse, de lo literarias que son mis horas -.
Me duele la espalda desde la boda, yo creo que el chaqué encorsetado ha ayudado a que tenga el homoplato rendido. Así andamos.
Mañana es el cumple de José. Pasado el santo de mi madre. Que no se me olviden las cosas, porque las agendas que escribo nunca las miro.
Y mientras sigo con la sensación del tiempo que huye. De verdad, creo que mi crisis cuarentena se me ha venido arriba: ¡Siempre fui un adelantado a mi época! Estoy tan descansado como apático: el calor contribuye lo suyo. Lo dejaremos caer, mientras esperamos que llegue la luna, para que sea noche y el aire acondicionado refresque de nuevo...
lunes, 13 de julio de 2015
EL CUMPLE DE LAS GEMELAS
Ana es una mujer valiente. Laura es una niña dulce. Ana nos cuenta lo que pasa en nuestras vidas. Laura nos las cuida y nos las salva. Ana es explosiva y Laura espontánea. Ana es elegante y Laura bellísima. Ana es inteligente y Laura eternamente constante. Ana vuela mientras Laura sueña. Ana camina con fuerza, Laura en silencio. Ana es la fuerza; Laura, positiva. Ana es abierta, crítica, creativa y firme. Laura: ponderada, afable y amable. Ana es decidida, Laura precavida. Ana es dinámica, independiente. Laura es discreta. Y cada una complementa a la otra consiguiendo que mucha gente ni las distinga...
Cumplen 30 años y yo llevo muchos a su lado. Quizá, por eso, hoy me siento tan feliz como ayer, cuando pude verlas juntas, disparando las dos mil mensajes de manera rápida, sin perder su sonrisa y atentas a mí como siempre. En los buenos y en los malos momentos hemos estado juntos.
Nos hemos perdido por la vida y nos hemos vuelto a encontrar... Y eso, me hace feliz. Muy feliz. Os quiero por como sois, pero sobre todo, por cómo me hacéis sentir y vivir con vosotras. Por como brilla la vida cuando la compartimos.
Cada día es más difícil llamaros "pequeñas", pero si algo bueno tiene el paso de la vida, es que la puedo pasear con vosotras a mi lado... Os quiero. Siempre
domingo, 12 de julio de 2015
EN LA BODA DE ALBERTO Y LAURA
Laura y Alberto, mi más sincera enhorabuena.
Cuando hace unos meses me dijisteis que tenía que escribiros unas palabras para vuestra boda, calculo que no fuimos conscientes ni de que el día llegaría tan pronto; ni de lo difícil que iba a ser sellar una ceremonia tan especial como ésta de una manera más única todavía. Pocas palabras se pueden añadir a vuestro amor que no sean repetir lo que todos ya vemos, lo que sabemos. Le habéis dado consistencia al amor, hasta convertirlo en sólido, de tal manera que con vosotros, nuestros sentidos son capaces de apreciar la unión que ata vuestro camino futuro, desde hoy y para siempre. No hay que presentir vuestro amor: porque se siente. Se respira y se nota. Y eso os hace mejores todavía, porque juntos, los dos, sois mucho más. Vosotros dos, que habéis roto las matemáticas y nos habéis demostrado que uno más uno no son dos, sino que es uno compartido. Vosotros que no habéis dejado de sonreíros con la mirada cada vez que os habéis encontrado, sin apartarnos a nadie de los que os acompañábamos. Vosotros, que habéis conseguido darle un nuevo sentido a la palabra “complicidad”… Vosotros os habéis dado un “sí quiero” cuyo eco no puede silenciarse nunca. Quiero deciros tantas cosas, que no sé ni por dónde empezar. Solo me queda el consuelo de saber que las sospecháis y que, ni las echáis en falta si no las digo ni me las reprocháis porque sabéis que me siento tan emocionado compartiendo este momento que ya me perdonasteis antes de que empezara a hablar.
Nunca, calculo, pensamos ni aquella Fallera Mayor ni el periodista que un balcón nos podría unir tanto. A sumar con otros tantos amigos que hoy son nuestros hermanos y confidentes, nuestros cómplices, nuestra pequeña gran familia. Le pregunté a Laura en aquel balcón si tenía un minuto y me dijo que si yo se lo pedía, me daba un reloj entero. ¡Y nos hemos dado la vida, amiga! Espero, de corazón, que nunca le falten cuerda a estas manillas con que pasa veloz el tiempo, porque si de algo estoy seguro es que la vida nos puso en el camino para encontrarnos. Espero no fallarte nunca, porque sé que nos queda mucho por andar y todo ese tiempo yo seguiré inventándome las letras de las canciones cuando atardece en el mar mientras tú seguirás buscándome para reírnos otra vez más. Un día, Laura, a la que quiero y siento como la hermana pequeña que nunca tuve, nos presentó a Alberto. Un auténtico señor de los que no quedan, un amigo tan alto como gentil, tan buena persona como inteligente y divertido. El humor pertenece solo a la gente con inteligencia: y contigo siempre hay sonrisas. Alberto es uno de aquellos caballeros capaz de retarse estampando un guante blanco por el honor de su dama; él, que vino a complementar a Laura con un silencio y una generosidad absolutas. Un príncipe sin caballo capaz de desterrar del reino a cualquier “perfecto grosero” que la vida pusiera en el camino de ella. Y con esa misma generosidad, incalculable, admitió que junto a Laura, algunas personas necesitábamos compartir sus vidas. No todo el mundo es capaz de aceptar las “mochilas” de su pareja como nos hemos sentido acogidos por Alberto; que pasó de ser “el chico de Laura” a un amigo imprescindible en mi vida… Bueno, y hoy, al cuñado “pequeño” que tampoco nunca tuve.
Alberto: eres tan imprescindible hoy como Laura en mi vida. Solo tengo los mil y un deseos que ya sabes que tengo para ti. Y un reto: haz que Laura nunca deje de ser feliz. Haz que Laura sonría cada mañana al despertar contigo y solo quiera acurrucarse a tu lado cuando el cansancio del final del día os deje sin fuerzas. Envejece junto a ella sin que pierda nunca la ilusión de oír tu voz, sin que eche de menos tus besos, tus abrazos y tu mano amiga para caminar por la vida. Haz que el brillo que hoy reina en su mirada siga incendiando vuestros corazones el resto de la vida, de una manera eterna e inmortal. Piensa, además, que cuando lo consigas, porque los caballeros de los cuentos siempre conseguís vuestras gestas por difícil que sean, no haréis solo feliz a vuestra reina. A todos los que, de una manera u otra, nos sentimos dichosos por vosotros nos estáreis ayudando a ser más felices… A vivir con mayor alegría. A vencer a vuestro lado.
Laura, batalla cada día por hacer feliz a Alberto. Contagia tu energía y silencia sus errores, perdona al hombre cuando el hombre yerre y rectifica cuando la mujer sea la que se equivoque. Sonríe con la felicidad cogida al alma y camina con la fuerza que tu corazón dicte. Siente la placidez de hoy, en el inicio de esta aventura, y cabalga la vida entera junto a tu príncipe. Vosotros, que nacisteis para reinar, tenéis por delante la historia más maravillosa que nadie pueda imaginar. Que vuestro reino sea amor y vuestros dominios una complicidad desbordante y una felicidad sin límites. Cogeos de la mano y comenzar el camino, en el que ni faltarán amigos ni sobrarán piedras. Y no dudéis nunca. Nunca. Habéis llegado hasta aquí porque nadie complementaba al otro tanto como cada uno de vosotros: en un concierto o en un faro de Formentera, en un destino lejano o en la cercanía de una noche… Nunca, nadie, completó a otra persona tanto como Alberto a Laura y Laura y Alberto. Por eso merecéis lo mejor. Por eso y porque os queremos de una manera desbordada, porque sin saberlo nos habéis regalado tanto que estaremos siempre en deuda con vosotros…
Gracias por amar, por compartir, por sentir, por soñar. Gracias por dejarnos vivir todo esto a vuestro lado. Que nunca, nada ni nadie, rompa lo que aquí hoy nace, porque nunca hubo cuento más bello ni principio más hermoso para una historia de caballeros.
Enhorabuena. Os quiero.
jueves, 9 de julio de 2015
LA CAMISETA
Ayer tuve un ataque de compra compulsiva: ayer compré esta camiseta que no necesito sin elegirla por precio ni porque me gustara ni más ni menos. La compré sólo porque su lema - My life is always a party (Mi vida siempre es una fiesta) - es algo que muchos creen de mí y que yo he decidido ya a convertir en una realidad. Os parecerá una tontería, pero llevo el suficiente tiempo encorsetado en lo que se considera "correcto" como para romper y decidir a mis veintidemasiados que ni "carpe diem" ni "haz lo que debas" ni ningún otro slogan con el que vivir... Sólo me voy a esforzar en celebrar la vida. En que sea una fiesta continua, porque me he dado cuenta que es absolutamente injusto que, con todo lo bueno que hay a mi alrededor, me siga ciñiendo a lo que se supone que toca y mirando por todo el mundo antes que por mí. Que sí, que lo sé... Que todos hemos tenido crisis existenciales en las que nos hemos prometido más egoísmo y menos solidaridad emocional, pero es lamentable que siendo como siempre he sido hayan personas o motivos, momentos y razones que me hayan empujado hacia aquello que ni me gusta, ni he elegido ni he tolerado nunca. ¡Que me han borrado el color! Y no. No se trata de convertirse en un "fiestas", no me voy a hacer el mundo con una moto y una mochila, no me voy a lanzar en brazos del budismo ni abandonar toda mi vida, tejida con más esfuerzo del que algunos sospechan... Tan solo voy a hacer que mi sonrisa no desaparezca. Ni la mía, ni la de los que me acompañan. Porque tengo alrededor amigos que ultiman el momento más importante de sus vidas y lo comparten conmigo, porque tengo amigas que me emocionan tan solo porque son felices al comerse una croqueta, porque tengo amigos que me hacen latir cuando aman en secreto de la manera más adolescente, porque tengo gente que sigue mirándome a los ojos cuando sonríe y porque echo en falta a gente de la que sigo esperando un whatsapp que me sorprenda... Solo quiero eso: la alegría de vivir. Y es posible.
Igual que hay gente gris que solo pretende traer ruido a mi vida e imponer con su egoísmo y su intolerancia, tengo una legión de personas que me habéis demostrado siempre un cariño que me parecía desmesurado. ¡Pues ea! A esos quiero conmigo... Que ni calores ni crisis existenciales de mi edad tan bien llevada como curtida; que aquí no hablo ni de política, ni de trabajo, ni de proyectos, ni de problemas... Que os hablo de vida. Y sí. Alto y claro, como mi camiseta: "My life is always a party". Y a mi fiesta está mi gente invitada. No me cansé de nada, simplemente decidí. Por eso ayer compré la camiseta, porque vi algo que mi alma rumiaba y no había sido capaz de escuchar. Lo que merece la pena es esto: vivir. Yo voy a seguir haciéndolo, solo que desde ahora vuelvo a mi sueño de eterno Peter Pan, para esforzarme cada día y cada noche en escribir de mi puño y letra, todos y cada uno de los renglones de mi vida...
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Nunca dejo de remar, porque es lo que siempre aconsejo a tanta gente que quiero... Pero es verdad que hay días que son lunes absoluto...