miércoles, 22 de julio de 2015

OTRA VEZ


Ha llovido. Se ha roto el cielo y el día. Porque veníamos arrastrando un calor, que no sé si la tierra ardiendo ha acabado de mejorar. En cualquier caso, ha sido un alivio. Aunque solo sea para la vista, y para el corazón que también tiene sus razones, aunque las atendamos tan poco. Me manejo en días siniestros con personajes vacíos, huecos. Algo de lluvia nos vino genial. Comí en casa, con mis padres recién bajados de Sarrión y Edurne con mi hermana. Hice siesta, casi perdí el conocimiento, con la peque en la cama de mis padres y en metro me fui a trabajar. El camino de la estación a la tele fue un infierno que obligaba a sobrevivir. Grabé en nada y salí de nuevo a la calle cuando ya el cielo era gris: No sé si arriesgar, dije... Y arriesgué. No llegué a mojarme porque los truenos sacudieron cuando acababa de entrar en casa. Fue bonito. Casi de película. Pensé de soslayo en las goteras, algo imposible hace unos años y me eché a pasar la tarde sin mucha afición... Merendé unas clóchinas con coca cola y una tostada de salmón. Instintivamente subí a la báscula y me bajé por reacción. El calor es ya de verano, otra vez. Y las lluvias yo, las recordaba en Sarrión por agosto... Nos vamos haciendo mayores y nos cambian hasta los cielos.

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