miércoles, 14 de octubre de 2015

SUEÑO CON CONOCERTE


Sé que Hugo nunca podrá decir que el martes y 13 da mala suerte. He visto los ojos con que miraba a Aitana, recién nacida y he entendido que me he perdido el mejor día de la vida de mi hermano. Bueno, no me lo he perdido: lo he vivido en esta distancia que nos impuso la vida... Y me encantó. Me ha encantado ver su mirada, y su rostro de hombre maduro mirando a su hija. Y sus manos fuertes soportando con una delicadeza absoluta a la recién llegada. Imposible. Nunca podrá decir que el martes y 13 le ha dado mala suerte. Ni a él, ni a Mariajo. Querría decirles tantas cosas que simplemente con la felicitación sé que sabrán que es suficiente. Porque no hay nada que pueda decir con palabras que ellos, especialmente Hugo, no sepan. Que me siento feliz. Que me voy a dormir bajo un manto de lluvia que riega la noche y que aún más dichosa es la felicidad con que me acostaré... Me encanta la boca feliz de Hugo en esa foto que me envió a punto de llegar la medianoche. Me emocionó en la distancia presentir su emoción. Y pensé, enseguida, que se merece esa felicidad absoluta.

De aquí a unos años, probablemente Aitana podrá leer esto. Ella ahora dormirá, entre el calor de un otoño de lluvias y la resaca de un 12 de Octubre que acortó la semana. Si lo leyera, solo quiero decirle que estoy feliz. Que con su padre pasé los mejores y los peores momentos de nuestras vidas. Y que su madre, vino a devolverle a mi amigo/hermano la sonrisa que nunca la vida debió robarle. Por eso, ella, que es fruto de amor y esfuerzo, de tesón y constancia, de serenidad y esperanza, sé que va a crecer entre algodones con un amor de madre experimentada y un padre capaz de emocionarse al sostener entre brazos algo que nunca calculó.

Querida Aitana: por si llegara el día que leas estas líneas, espero que al leerlas reconozcas en ellas el cariño del tío Jaime. Espero que sea ese tío, que hace las mejores merendolas cuando venís por Valencia y que de vez en cuando se deja caer por vuestra casa. Que cuando papá diga Jaume tú sepas que soy yo, como no tengo yo ya otra Aitana que no seas tú. Papá siempre quiso ese nombre para una hija: desde que yo comenzaba a fumar a escondidas y él no hablaba de amor. Por eso hoy, que dejé hace años los cigarros y que él vive con una intensidad inmensa cada latido, estoy contento, emocionado, alegre de ver la felicidad que arrasa el corazón de mi hermano... Hace años tal noche como hoy también llovía. Qué lista y selecta es la vida.

Recuerdo sentado en una silla de la cocina cuando papá me contó que había conocido a mamá. Aquella noche dormí tranquilo porque supe que Hugo volvería a ser tan feliz como yo le deseaba... Hoy, sin embargo, al echaros de menos me he dado cuenta de que me equivoqué, porque he presentido que aún es más feliz de lo que imaginaba... y eso, querida Aitana, eso me llena de felicidad.

Besos a mamá. Dile a papá que le quiero. Y a ti, a ti sueño ya con conocerte... 

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