jueves, 18 de julio de 2013
TE DIRÍA QUE SÍ
Si me preguntaras si soy feliz, te diría que sí. Prometo que no lo pensaría, que dejaría que me empujase la inercia del alma y te suscribiría con una sonrisa de oreja a oreja mi felicidad completa. Si me preguntaras por qué lo soy, seguramente te diría que por nada, que no tengo motivos para mostrarme contento, alegre, más que pequeños apuntes en mi mañana como puede ser un cruce de palabras escritas o una canción que me trajo buenos recuerdos. Pero me siento lleno, saciado de buenas vibraciones, con ganas, cuando de una manera absolutamente inconsciente, paseo por la vida, sin notar cansancio en las piernas ni en el corazón, y soy capaz de dar mis pasos con ganas, fuerte, alegre. Vivo.
A menudo perdemos el tiempo buscando una felicidad que se nos escondió demasiado, o que la tenemos acurrucada junto a los pies, durmiendo y que casi pisamos por no ser capaces de verla. Ese feliz futuro se pierde entre sueños a la espera de que lo despertemos, aunque nos pase desapercibido tan a menudo, y viene cargado con buenas intenciones y mejores proyectos. El mañana lo escribimos nosotros con lo que hacemos, pero sé que en mayor medida, con la actitud con la que disponemos nuestros propios días.
Yo te propongo que saltes hoy a la vida con la sonrisa puesta. Que seas capaz de dar un salto como en los anuncios de la tele y caigas de pie sobre un lecho de buena fortuna que está escrito delante de ti, que emprendas desde ahí el camino de tu suerte, que es la mía, y la que compartimos todos los que tienes a tu alrededor y que, solo por eso, ya te sientas la persona más afortunada del mundo. Regresa a ti. Reconquista tu corazón con mensajes de paz e invítate por una noche a disfrutar de esa velada que hace tiempo te prometiste, deja que la luna y las estrellas sean testigos de tu romance y coge de la mano la felicidad que hace tiempo dejaste dormir.
Zarándeala, muévela que despierte. Díle que se acabó el marchitarse entre sueños y pesadillas y que ha llegado el momento de echar a volar. Coge carrerilla y emprende el vuelo, con la sonrisa puesta, como un manto que te cobije y te protega y siente, como yo, que las cosas más pequeñas del mundo, a menudo, son las que nos hacen más grandes...
Si me preguntaras si soy feliz, te diría que sí. Prometo que no lo pensaría, pero lo creo firmemente. Soy feliz.
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