martes, 23 de julio de 2013

NUESTRA MOCHILA



La vida se encarga de regar nuestros días con pequeños detalles que la hacen mejor. Cada día, al despertar, nos quedamos mirando a la nada con nuestro cansancio a cuestas. Nos levantamos ya hastiados, tras el sueño, porque ni soñar podemos. Y esa sensación de fatiga angustiosa, se contagia a nuestros pasos y a nuestro caminar, que se hace arrastrado y tedioso.

Sin embargo, tenemos una posibilidad única que es la de hacer nuestro paseo en harmonía. Podemos alegrarnos de la vida y contagiarnos de una sensación en positivo que no nos arrastre más. Cuesta. Lo sé. A diario, los pesos que nos cuelgan en la mochila acaban por fatigarnos y, lo que es peor, en un momento dado, por debordar el ánimo del caminante que no puede ya con tanta carga. Hay que ir vaciando de vez en cuando esa mochila.

Hay que hacerlo con una sonrisa compartida. Con una emoción vivida. Con un sueño esperado o con un rencor olvidado. Sé que cuesta, que cuesta muchísimo. Pero podemos dejar abandonados en el camino aquellos temores que nos arrinconan, aquellos rencores que nos hacen más pequeños, aquellas tristezas que se grapan al corazón y crean heridas que nunca cicatrizan. Todo eso podemos hacerlo, si estamos convencidos, y es tan sencillo y tan difícil a la vez, como batallar por nosotros mismos y por nuestra vida, que se puede regar de pequeñas historias que nos lleven a la felicidad. Por eso, vengo a decirte, como otras tantas veces, que nadie navega en las aguas de nuestras almas como nosotros mismos.

Que somos capitanes de nuestros días y nuestros mares, de nuestros cielos y de nuestros mañanas y de que estoy convencido de que serás capaz de despertar esa sonrisa y tripular con fuerza a tu futuro. No podemos estar condenados de por vida a no vivir. No podemos esperar a que mañana sea como hoy. No podemos frenarnos en nuestro empeño de alzar el vuelo. No podemos dejar de querer, porque en la obligación de nuestro propio destino tenemos que batallar con el empeño de que somos los primeros y auténticos protagonistas de nuestra vida. No vuelvas a sentirte mal, no vuelvas a levantarte cansada, no dejes que el hastío se apodere de ti cuando abres los ojos ni se te llenen las legañas de tristeza, que no te dejan mirar al cielo.

Al revés. Batalla desde hoy por mañana, camina con paso firme, decidido, valiente. Con ganas. Con una sonrisa en la cara y la felicidad agarrada a la mano. Y comparte con todos tu paseo, haciendo que su caminar sea tan dichoso como el tuyo. Muchas de las penas que hoy cargas en tu mochila, se caerán por el camino, en cuanto empieces a caminar. Aunque al principio los pasos vengan cargados de sobrepeso.

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