lunes, 22 de julio de 2013

DÓNDE MUERE LA FELICIDAD


"¿Dónde radica la felicidad?" le preguntó en mitad del camino. Y como solo habían tenido tormentas en el paseo, al salir algo el sol, se dibujó un arcoiris perfecto surcando un cielo que empezaba a estar azul. Con su edad de ventaja, calló. Se quedó en silencio, pensando a aquella terrible pregunta, que respuesta podría darle, para calmar su necesidad, para redimir su dolor, para aplacar su tristeza... Pensó por un momento en no responderle, pero hay preguntas en la vida que sí que se oyen. Además, como mucho, podría haber retrasado el momento de que volviera a preguntarle lo mismo o algo peor, con lo que de nada serviría no decir nada, como si nada hubiera escuchado...

"¿Dónde radica la felicidad?" volvió a preguntarle. "Allí" respondió. "En el punto donde muere el arcoiris sobre la tierra". Y salió corriendo, sin que nada pudiera detenerle a buscar su felicidad. Volaba casi, corriendo grácil sobre el campo que el otoño pintó de amarillo y se perdía en la lejanía mientras el sol, cada vez, hacía más dura la jornada. En mitad de la tierra, un árbol y él, como meros testigos de la carrera. Y sus pasos resueltos, largos, a la carrera, dejaban que su pequeña figura se desdibujara en el horizonte...

Pasó un buen rato de camino cuando vio a la delgada figura regresar, por los mismo surcos que había rayado antes con su flaco cuerpo. Lo hacía sosegada, cabizbaja, mirando al suelo. Y cuando se reencontraron en el camino, ella, sin levantar la mirada, tan solo pudo decir cuatro palabras: "Mi felicidad no estaba".

Él la tomó por el hombro y le dijo que probablemente se habría equivocado, y que habría tomado un lado del arcoiris, en el que nacía, y no donde moría, que es donde radicaba la felicidad. Ella sonrió, le miró a los ojos, y mirando al cielo recorrió el camino, surcando nuevos caminos hasta que llegó a su destino. Regresó al rato, corriendo, con la mirada puesta en los ojos de él, sorprendido por la fuerza con que regresaba de su viaje. "¿La encontraste?" le preguntó con un temor absoluto. "¿El qué?" preguntó ella. "Tu felicidad" masculló casi en silencio... "No, que va" le respondió. "No estaba la felicidad en el final del arcoiris, ni sé si aquél era el principio o fin de nada" prosiguió. "¿Entonces?" dudó él. "¿Qué?" le respondió ella sorprendida de que quisiera saber nada más... "Llorabas por no encontrar tu felicidad, y sin hallarla, vuelves a mí con la alegría que te desborda la mirada..." le dijo "¿cómo puede ser?". "No viste el árbol que hay en mitad del camino. No lo viste lleno de pájaros de mil colores que revolotean, justo donde las hojas doradas se hacen más espesas... El camino está lleno de pequeños detalles preciosos" le dijo ella "y noté en mi cara el viento cuando corría hacia el arcoiris, cuyos colores son más intensos en la proximidad. Aún quedaban lágrimas de agua donde toca la tierra, y le da un color que es vida. Tendrías que haber sentido aquella sensación, y haber visto de qué azul se puso el cielo cuando regresaba hacia  a ti...". Él se quedó callado, feliz. En silencio. Y ella le dijo: "gracias por llevarme a la felicidad de nuevo. Estuve buscándola durante tiempo, todo ese tiempo que perdí de disfrutar las cosas más pequeñas que me regaló la vida... Y resulta que en ellas andaba mi alegría.". Le tomó la mano y siguieron por el camino mientras el arcoiris empezaba a desaparecer cuando caía la tarde...

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