miércoles, 24 de julio de 2013

POR LA VIEJA VÍA DEL TREN



Busco a veces en mitad del ruido encontrar el silencio más absoluto. Callar en mitad de mi mundo y tumbarme sobre el viento a buscar nuevas puestas de sol. En silencio. Sin escuchar nada más que la respiración que, en calma absoluta, me mantiene flotando sobre la nada. No me cansé de nada. Camino con fuerza, unos días más que otros, y sólo espero a encontrar por el camino a las personas que hacen que mi vida sea más feliz, ¡tan feliz!, a las vivencias que pronto serán recuerdos, a las promesas que se perderán como el fuego, cielo arriba...

Hay días, que en mitad de la vida, sería capaz de pararme y tumbarme en el suelo, en medio de la ciudad de cemento, como un loco tumbado sobre la arena gris, y mirar pasar las nubes allá arriba, donde duermen mis almas que se fueron... Sería capaz de no mirar pasar las piernas a mi alrededor y de olvidar ese olfato a humo que todo lo convierte en ceniza. Podría no escuchar el tráfico que mata entre cláxones y olvidos. Sería, sí, así sería...

A veces me imagino en altamar, viendo como el sol besa el horizonte y una calma absoluta me renueva. A veces, me recuerdo en el camino de piedras y hierba que se perdía por la vieja vía del tren, caminando con nuestros pies infantiles y nuestras ganas de comernos el mundo... A veces, casi siempre, me invade una nostalgia absoluta que me hace recordarte y pensar en ti. Y así, las noches pasan con sus días y envuelven mi mañana de sueños que me hacen volar... Nunca caminé a solas. Nunca dejé mis pasos perdidos atrás, ni busqué atajos que me trajeran hasta aquí. Simplemente vine. Y una vez aquí, miré alrededor, algo perdido, y empecé a ver caras conocidas, ojos que me cuidaban, manos que me empujaban, la sonrisa más bella del mundo y sentí la caricia del viento... Así, con mi imaginación y mis anhelos, viviendo mi vida como un sueño, que es lo que hago todos los días para ser algo más feliz...

No sería capaz de vivir con esta alegría sino pensara en vosotros tantas veces cada día. No me sentiría tan lleno de felicidad si no supiera que al borde de mi tristeza me esperáis tantos amigos con las manos abiertas, esperando que llegue para regalarme un abrazo. No sería capaz de volar cada noche, como un Peter Pan empeñado, si no supiera que cada una de las ventanas de vuestras habitaciones van a estar abiertas. Nací para vivir, que ya es mucho. Y en la vida me encontré tantas voces hermosas, tantas sonrisas que me acompañaron, tanta salud y tanto amor, que es difícil no sentir una extraña nostalgia, una felicidad completa, una fortuna tan grande...

Cada mañana, cuando despierto envuelto en mis pensamientos, pienso que soy una persona afortunada. Desde la soledad de mis manos, escribo renglones que nunca leerás, pero siento en cada momento los latidos de este corazón desbordado que batalla por seguir siempre joven. Nunca le pedí estrellas a la noche, me las trajo ella. Nunca le pedí a la luna que me vigilara cuando duermo. Y, sin embargo, me protege cada vez que echo a soñar... Nunca pedí más de lo que la vida me da y por ello siento la fortuna inmensa de sentirme vivo. De tener tanto que compartir, que agradecer. Que sentir... Hubo muchas veces que nada dije. Hubo muchas veces que el silencio me cobijó. Pero de vez en cuando, callado, escribo mensajes que guardar en una botella y lanzo al mar. Como hoy, que la vida me hizo pensar la fortuna que tengo de tener a gente como vosotros a mi vera. A mi lado. Para seguir caminando...

Busco a veces en mitad del ruido encontrar el silencio más absoluto. Callar en mitad de mi mundo y tumbarme sobre el viento a buscar nuevas puestas de sol. En silencio. Sin escuchar nada más que la respiración que, en calma absoluta, me mantiene flotando sobre la nada... Y en esa nada, llena de todo, pienso la suerte que tengo con todo lo que me regaló la vida... Y me invade la nostalgia. Y la felicidad me hace seguir volando... Hay días, que en mitad de la vida, sería capaz de pararme y tumbarme en el suelo, en medio de la ciudad de cemento, como un loco tumbado sobre la arena gris, y mirar pasar las nubes allá arriba, donde duermen mis almas que se fueron...

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