viernes, 12 de julio de 2013

AL FINAL DEL TÚNEL


Te quedaste allí, tan lejos como mi memoria de infancia, apartada de la vida, en el margen del camino pensando que ya nada más te podría pasar. Te despertaste con los ojos cargados de tristeza, maldiciendo aquel techo que se hundía cada vez más contra ti y sin reparar en que frente a los pies de tu cama, una ventana se abría con un cielo azul intenso, un sol de verano y unas nubes de miel. No pensaste nunca que aquella vista tan perfecta fuera un regalo que también nacía para acabar con tus desvelos, porque seguiste maldiciendo las horas del nuevo día y echando en falta el último insomnio de la noche anterior. No nacimos para contar lo que nos pasa. La cabeza vuela vertiginosamente y somos incapaces muchas veces de verbalizar una duda, un error, un problema, un desvelo; porque pensamos que nadie, ni las personas que más cerca nos abrazan, serán capaces de comprendernos. Sin embargo, todos necesitamos escapar, como un globo de color vivo, cielo arriba y ver como se pierde el suelo, y el mar, que es otro, y los árboles que se hacen diminutos tal y como somos capaces de volar cielo arriba.

A diario, nos levantamos con nuestro dolor encogido al alma y nos dejamos lastrar por un pesimismo que nos gana la batalla. Frente al dolor, la sonrisa y frente al no puedo, el quiero y el voy a conseguirlo. En los días de tu tristeza, cada uno que pasa, es uno menos: batalla por encontrar la luz al final del túnel, que esconde paisajes nuevos y extraordinarios; corre veloz para sentir el viento batallar contra tu cuerpo, ahora tan anémico; salta las vallas más altas y siéntete con la fuerza suficiente para emprender el resto del camino. Si tu voluntad es volar, volarás. Estoy convencido.

Quiero que sepas que no estás sola. Que te puedes sentir así, como una roca en mitad del mar, contra la que embisten las olas violentamente. Te puedes sentir dejada, abandonada, en mitad de la marea, pensando que nadie andará a tu rescate. Pero quiero que sepas que mi palabra se teje para tu esperanza, que tus desvelos me dejan sin sueño. Que tu cansancio en estos días, solo pueden remediarse con una actitud positiva que haga que tu optimismo se cuele por los poros y conquiste a tu corazón. Creéme. Ahora que me escuchas, para. Que nada sea más importante que este segundo. Abre tu corazón y envíale un beso de amante. Achúchalo con el cariño que te requiere y escribe sobre el, con agua bendita del alma, que pasas a ser tu mejor opción. Que ganarás esta batalla. Que la tristeza es un estado pasajero, de cuya estación ya has partido. Y házte feliz. Ven a caminar por la vida con la sonrisa y con las ganas. Ven a soñar despierta, que lo mereces y disfruta tantas cosas buenas que la vida te ha dejado en el camino. Si sigues empeñada en no mirar por la ventana, te perderás tantas nubes y tantos soles, que ya nada te merecerá la pena. Y créeme, al final del túnel, hay un paraíso esperándote, donde están todas las cosas que sueñas y muchas más que nos quedan por descubrir... Empieza a caminar.

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