Comí con Toñi. Hablamos de lo divino y de lo humano, sobre todo de lo mundano. Ella volvió a trabajar y yo a casa, antes de irme al hospital. Me acosté por cansancio. A dormir algo, no llegó a una hora. Regresé a mi infancia sentado sobre un carro apartado en la puerta de Ibercaja en la calle Molino. Tarde de vaquillas y una que se escapó, blanca y negra, y se acercó peligrosamente a mí. Dice el psicoanálisis que soñar con una vaca brava significa adversarios celosos y envidiosos que tratan de perjudicar a uno. ¡Lo qué me faltaba, vamos!
Paso la tarde en el hospital, tomamos antes un café y hablamos luego Eva y yo en el umbral de la ventana que anuncia noche. Me bajo con Hugo al bar a por unos bocadillos. Nos despedimos. Llamo a Lasa desde el taxi: "¿Qué tal se te ha dado el día?". "Bien, tío", me contesta, "incluso me voy ahora a una inauguración que hace años que no voy a ninguna...". "¿No será de un restaurante?". "Sí". "¿En Císcar con Borriana?". "Sí". "Allí nos vemos".
La suerte se alía muy a menudo conmigo. En noches como hoy, cuando más necesita uno a sus amigos, aparece el destino y te los devuelve a la mitad del camino. Hablo con Lasa y con Ángeles en la puerta del recién inaugurado restaurante, y con Tape y Alberto, y llega Elin. Y me encuentro a Maijo...
Nos vamos a cenar al Thaigardens los cinco. Nos echamos sobre el sofá blanco a golpe de gong y risas. Preparados para la velada. Tomamos una Singha, cerveza Thai. Y mi cabeza se va al pasado reciente, al verano, este último en el que tenía que haber volado a Thailandia con amigos... Las cosas cuando no salen, no salen por algo. Y cuando suceden, veas tú, son cosas del destino... De la fortuna.
Cenamos. Bebemos el vino blanco mejor acertado de los últimos meses. Y reímos. Hablamos. Debatimos. Por un momento es como si el mundo se hubiera parado y nos hubiéramos ido tan lejos que ya ni siquiera sabemos regresar.
Yo quiero regresar. Mi vida es ésta. El pequeño capullo de la flor cae dentro de la copa. La fragilidad absoluta, la más bella, queda entonces emprisionada por una jaula tan frágil o más. La del cristal. Cerramos el local, como siempre. Y andamos, por el Eixample, hasta llegar al Cyrano. Allí nos encontramos con muchos más. Y convertimos nuestra velada en una mesa repletísima de amigos y de gente a la que aprecio tanto. Risas de madrugada. Estoy cansado. Muy cansado. El cansancio hace ya mella... Debería de irme a dormir. Mañana a la mañana, esta mañana vaya, ha venido Aurora con Martín. Hemos ido al hospital. He salido a la hora de comer, para no comer. Me acuesto. Suena el teléfono: Rosa. Tengo pleno ahora y luego cena... Suena Beyond the sea... en casa. ¿La habéis oído? Escuchadla os hará ver la vida de otra manera... Con la misma fragilidad que una orquidea...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...
-
Los árboles de otoño tienen la hoja caduca, pero su raíz sigue anclada al suelo, a la tierra, donde erguidos se crecen con el paso del tiemp...
-
Nunca dejo de remar, porque es lo que siempre aconsejo a tanta gente que quiero... Pero es verdad que hay días que son lunes absoluto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario