Me levanté aturdido pero cumpliendo con el horario. Apenas sin cinco horas de sueño maltrecho, maldormido, después de una noche generosa en que todo el mundo se pasó por el Cyrano. Me alegró la visita de Rosa y Óscar con los de la Sub, y Aure con Ricardo, Amparo, Richard, Mar y Santi. Los de la falla, amigos incondicionales de mis días y Angelita, la gran anfritiona del café, la primera y por bandera. Raúl y compañía, comparsa junto a la ventana de la noche. La vida nos regaló una hora porque se nos hacía corta la noche. Al salir, la sorpresa de Nuria en la puerta. Tengo que llamarla. Y el regreso a casa. Me desperté, mañanita del domingo y me fui a la ducha. Y de la ducha al hospital. Y a comprar la prensa y un ratito más con Cris. Me recogió Aurora y nos fuimos a comer a la playa. A recordar el sonido del mar. Y una paella de Langosta. Jamón de Jabugo. Gambas al ajillo. Y un café. Nos paseamos, hora arriba y abajo el paseo, malecón de la Malvarrosa. Vivimos Veles e Vents. Subimos al barco de la tarde, que zozobra cuando cae el sol. En la falla ensayamos casi todas las escenas, nos dejamos la última, que no sabemos escribir. Y luego, regresé al Hospital para cenar con Juanín y Hugo. Hablé, mucho. Y me recogí a casa con el cansancio a cuestas...
Me llegó un mensaje cuando me iba a dormir. Y contesté. Y me llegó otro. Y contesté. Y luego, me volví a la marejada de mi sueño, y entre las olas blancas del edredón, me fui por el crucero de la noche, con las velas izadas, durmiendo en la popa de mi almohada...
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