El jueves noche, antesala de todo, víspera de la fiesta, nos fuimos una vez más de japonés por la noche, con su sushi y su wasabi. Nos pegamos la cena padre, helado frito incluído. Sergi y Laura (que están en Londres ahora los mamones), Carol y Bravas, Fran, Nacho, Angelita y servidor. Nos echamos unas risas con el mundo nipón, nos pusimos al día y acabamos recorriendo Valencia entre los estruendos de los castillos del 9 d'Octubre para acabar, ¡sorpresa!, en el Cyrano... Jeje.
Fue un coladero de visitas la noche en el pub. Primero con los que íbamos. Luego porque me avisaron Mayra y Quique que venían. Y lo hicieron con sorpresa porque Raúl acudió con ellos y con su novia. Luego Inma y Cris, con amigos. Y claro... El caso estuvo en que no paramos de charrar nada... Como era lógico y se esperaba de nosotros.
La madrugada fue cayendo y se fueron yendo los fieles parroquianos de nuestra comunidad. Al final, nos quedamos, como se queda uno a limpiar después de las fiestas Angelita, Luis y yo, mano a mano y risa a risa... ¡Hay que no nos hagan jurado!
Me alegró mucho tomarme esa copa final con Luis, que se recupera convalenciente, poco a poco. Hacía tiempo que no le veía tanto rato, creo que hablábamos más cuando no éramos socios, pero porque ahora siempre tenemos algún bautizo. Y aunque está pachuchete - cuídate chaval - me alegró poder hablar con él, reírnos como antaño y ver que se recupera por momentitos... De aquí a nada otra vez dando guerra, ¡capitán!
Luis me trajo a casa. Me acosté y en nada volví a abrir los ojos. Ya Nou d'Octubre, procesión cívica por las calles de la ciudad. Recorrido largo, calor a cuestas, himno y picoteo con más risas... Enseguida a casa. A ducharme. Porque había quedado a comer y a desfilar en los moros... Pero eso, ya es otro capítulo...
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