martes, 28 de abril de 2009

SENTIDOS EN UNA SILLA



Las sillas son para sentarse. Pero también para sentirse. Cierro los ojos, sentado y vuelo. ¿Cómo os sentís hoy? ¿Qué sensación os produce leer estas líneas? De verdad: ¿qué sentimientos os despierta cada una de las palabras que aquí se juntan y mezclan? Parad un segundo. Cerrad los ojos, aunque os parezca una locura... Hacedlo, aunque sólo sea por sentiros bien un sólo momento. Probad. Parad aquí la lectura, cerrad los ojos sentados en vuestra silla y respirad. Decidme ahora: ¿qué sentís sentados en vuestra silla?

Yo noto como me pesa la cabeza, como se dobla el cuello, incomprensiblemente hacia atras y creo que se me va a partir por donde se junta con mi cuerpo. Los brazos están relajados, siento los codos apoyarse en la silla, las manos sobre la mesa, donde guardo mil y una historias. Noto el pecho cargado, no sé si del tabaco o de los tormentos. Mi estomágo anda tranquilo sin que lo haya llenado desde hace horas. Noto el vientre relajado. Mis piernas abandonan su peso sobre la silla negra, los riñones se apoyan sobre la humedad del calor que aprieta. La rodilla izquierda me duele y el tobillo derecho, ranqueo desde hace semanas. Pero noto paz a lo largo de mi cuerpo. Una bocanada de aire empuja desde la ventana a mi espalda. Escribo con los ojos entrevelados. Y en silencio...

Decidme: ¿Cómo os sentís hoy? Desde el anonimato, decidme alguien qué habéis pensado al cerrar los ojos y respirar, al leer esto que ahora os escribo. Decidme cómo os habéis sentido sentados sobre la silla... Decidme si os pasan las cosas que a mi me pasan y las sentís igual que yo las siento...

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