Hace viento para no abrir las ventanas, pero qué bien le vendría a mi vida... Las abro, de par en par.
Llego ahora a la conclusión del día. Con la tele muda y el teléfono que suena de vez en cuando. Con Alejandro desde Londres que aún hace que me ría algo y con unas ganas absolutas de tenderme en la cama. Intenté en vano, un día más, acostarme antes de que me cogiera la medianoche, pero me pilló en mitad del camino y la noche, con sus vientos y la tele disparada de mis vecinos, anuncia que una vez más, llegué tarde a mi sana intención.
Quiero descansar algo. El día de hoy ha sido intenso, como lo son casi todos, pero éste ha traído de todo y sin frenar. Me da la sensación que mis días se alargan, como un "blandiblud" asqueroso, sin llegar nunca a romperse. El tiempo me hizo como el junco, resistiendo, balanceándome. Y ahora, con un incipiente dolor de cabeza, que sólo quiere desconectar, me tumbaré y desaparecerá todo. El día intenso. El cielo inmenso. Y este ruido que no cesa contra la ventana... Repicando, más allá del sonido de la televisión del vecino.
Me levanté antes que el despertador sonara. Las ocho y algo. Un ángel de la guarda me despierta cada vez que tengo algo que hacer. Cojo un taxi y llego a la radio. Raúl, Nacho, Natxo, Inma, Leo... van llegando y nos hacemos las fotos, con el resto del equipo. En cinco días tendremos en marcha "Valencia Abierta", el magazine de la 97.7 que voy a dirigir y a presentar. Hay ganas. Los cambios llegan siempre así, por mi vida, sin anuncios, intensos, como yo soy...
Echamos la mañana Pilar y yo, creando lo que tendrá que ser el programa y, luego, dándole al micrófono con el programa en directo. Para cuando llegué a casa de mi hermana, el camino se me había hecho corto. Comí las mejores lentejas con arroz que recuerdo. Y se lo dije a Rosa, que le había ganado a mamá. Nos hacemos mayores y vamos perfeccionando. El arroz con lentejas, la joya de la corona de mi infancia, mi hermana lo cocina como Dios.
Salí con Gloria a repartir por la calle propaganda de mi campaña. Y luego pasé por la sede, seguí repartiendo, tomé cafés y entregué avales, me llamaron para contarme. Y me fui por la noche arriba. Al final, entre unas cosas y otras, llegué a casa y preparé a golpes una hamburguesa como las del Mercado de Ruzafa. Innovando.
Me descolgué con Mabel al teléfono, que me pone al día de sus cosas. Yo le entremezclo las mías, que hoy vienen cargadas de venenos de frascos pequeños. Y sigo whassapeando con Álex, risas desde Londres.
Raquel me trajo una taza de NY. Bonica. Y la taza, también.
Me voy a dormir, me apetece escribir desde la cama... Mañana, al fin y al cabo, como en la película: será otro día. Espero que más. Miércoles, para más señas.
1 comentario:
Muchas gracias por los alagos a mis lentejas con arroz, no creo que sean para tanto. Cuando quieras ya sabes preparamos unas lentejitas. Un beso. R.
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