domingo, 14 de abril de 2013

LOS DÍAS EN QUE TODO EMPEZABA A CAMBIARSE DEL TODO


Se me fue la vida. En estos días, desde que no os digo nada, desde que colgué el programa de la tele y con Diego Palacios y Laurita, junto con Leo, nos echamos las risas de la noche en el Tommy, se me fueron. Uno detrás de otro. Y a tope, como íbamos, casi sin tiempo de venir a este potro de torturas emocionales que es cada día. El jueves fue otro día más de curro, de radio. Comí al medio día con J, con quien veníamos de la conversación a cuestas desde un miércoles de la semana anterior. Y nos pusimos al día, y sin darnos plazos, nos dimos beneplácitos. Salí de comer enfrente de la radio, o de la tele, ahora ya no sé cuál es mi empresa, tengo dos en el mismo edificio, y me fui andando con una temperatura que rayaba la primavera. Sol y camino entre amigos y aromas. Llegamos y compensamos el trabajo final, a cuarenta y pocas horas, treinta y alguna, del congreso del partido que ya sabéis que ganamos. Así, como suena, en equipo. Y a trabajar.

El jueves aún pasamos Gloria y yo por el congreso de Quart y me dejó en la puerta de casa donde ya me esperaba un taxi para ir a la tertulia de Radio 9, con José Luis Torró, que es un torrente de voz con calma e historia, que habla con una calma única y que parece revisar hojas en su memoria vivida y paseada. Un ejemplo de profesional. Acabamos la tertulia y volvimos a cenar en Tommy: el camarero me invitó al café por reincidente, sabe que ceno allí cada poco. Luego Mabel negoció un agua con gas en la madrugada. Y le puse por tope las dos. Quiero dormir. Necesito dormir. Y negocio así hasta que hora comparto confidencias...

Acudieron Angelita, con Fusset, Galiana y su trouppe. Nos subimos arriba del Cyrano y rematamos la noche, yo en un taxi y releyendo el facebook en el que se dicen tantas cosas. Por la mañana Levante había publicado una carta abierta dirigida a mí. El dardo en la palabra, que diría el literato. Lástima... y poco más. Llegué a casa, me desperté al viernes y calculamos cómo se nos iba la semana entre tantas cosas por hacer. Comí con Leo en el Fosters. Me invitó él, porque lo odia. Se iba a los carnavales de Cullera por la noche y yo a seguir con mi cuenta atrás. Escribí por la tarde un discurso de quince minutos. Escribí todo lo que había callado, y vi un capítulo de Gran Hotel, intentando evadirme un poco. Dio lo mismo: la madrugada se resquebrajaba mientras mi cuerpo no encontraba hueco en el colchón.

Me despertó un ángel de la guarda antes de que sonara el despertador y me afeité. Peiné perfectamente bajo el secador y elegí entre cinco camisas. Elegí la blanca. Como soy. Y me fui. Camino de Casa Sendra. Con mis sensaciones y mis sentimientos. Comenzó el congreso. Informes. Discurso del contrincante. Discurso mío. Votaciones. Resultado. Anuncio de victoria. Discurso mío. Discurso de invitados. Reme y Juanjo, sensacionales. Mucho fondo, mucho mucho, para quien quisiera escuchar... Nuevos tiempos para la política. Y picoteo. En el jardín de Casa Sendra. Comimos algo después de recoger. Aún pasé por casa de Teresa antes de ir a la sede. Y de allí al bar de la plaza. Picoteo y risas. Verdades como puños. Y una siesta que no llegó: demasiada tensión acumulada. Metro y a la Feria Andaluza. Rebujitos y alegrías. Enhorabuenas. Y el móvil, como el rayo, que no cesa. Acudimos a Cyrano y tumbamos la noche. Me fui a dormir, hablando con Mabel y Pepe. Los amigos de uno.

Hoy me desperté antes de lo que quería. Me habló el teléfono. El whatsapp que no paraba. Amparo y Álex. Hasta que decidí salir de la cama a comprar los periódicos que no compré. Así es. Antes, las risas con Aurora al teléfono me devolvieron la vida. Como ayer con Hugo. Manolo y Jose me escribieron hoy. Mis amigos de nuevo. Comí unas bravas, que compartí con Londres y la tarde la eche en preparar la reunión de mañana y en pedirle al tiempo que se parara un par de horas. Como no lo conseguí y son las once, me voy a dormir. Mañana estreno "Valencia abierta" en la radio... Bienvenidos.

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