Mi vida no es una balsa de aceite. Pero no es que no lo sea ahora, es que nunca lo ha sido. Tampoco es que fuera un niño inquieto, ni creo que hiperactivo, ni nada de esto que se ha ido descubriendo con los años. Pero no he parado nunca. Ni siquiera ahora. Hoy, lunes, el primero no festivo en tres semanas, comenzaba el programa de la radio. El estómago se me regiró a tope, mezcla del estreno, que siempre apura y de la contrarreloj final para empezar la batalla a las 12,30. A la misma hora que estaba trabajando había pleno en el Ayuntamiento, un pleno que no pude acudir por estar en mi trabajo. En el face dijeron mil barbaridades, según me contaron. Pero da igual. Si creo de verdad en que hay otra manera de hacer las cosas, no podemos caer en dejarnos arrastrar por los que quieren que sean igual que siempre...
Llegué a la radio con Pepa, que me acercó en coche, después de pasar por la sede en Valencia. Me dejó al borde de la puerta donde apuraban Pacopiera y Leo un cigarro antes de reunirse. ¡Se pasan la vida de reunión estos jefes, pardiez! Y me fui, con Pilar y Arantxa a calentar motores del primer programa.
Entrevistamos al abuelo de Marta del Castillo, hoy que Carcaño apunta nuevas pistas, tan creíbles o no como las anteriores. Entrevistamos al presidente de la Casa de Caridad. Y tuvimos tiempo para la moda y el fútbol, para algo de música y una actualidad de la mano de César Molins... Un buen cocktail, ya lo creo.
Volví a sentir los nervios del estreno, el apuro de levantar el telón. Hicimos un gran programa, de los que a mí me gustan, los magazines de siempre, con hora y media de contenido sin levantarse de la silla. Y recuerdo así a Pepe Navarro, de nuevo, con su tabaco sobre aquel estudio de sábados mañana y a Palomar cantando un "jur jur" con Martita Vilar, Angelita y servidor... ¡La radio! Hoy volvió a mi vida, a esta vida que nunca fue tranquila pero que ahora se mueve más que nunca...
Me llamó mamá cuando comía. Macarrones carbonara. Me llamó papá cuando hacía la siesta. Me levanté pasé la escoba y me fui a la reunión de grupo. Me encontré a Pepa tomando una cola con Víctor en el bar de la plaza y subimos al Ayuntamiento. Después, comisión de Interior. Y al rato, la primera ejecutiva del partido que se alargó dos horas, pero falta hacía.
Se me agarrota la mano mientras escribo, después de un colacao. Y miro impetuoso el reloj pensando que mañana tocan diana de nuevo. Como corresponde... Como toca. Hoy ha sido un día de primeras cosas. Y eso me da una sangre brutal. Aunque reconozco que me pesan los años y me asiento, me hago más sedentario emocionalmente... Maduro. (Y no me refiero al presidente venezolano que anoche domingo ganó por la mínima). Es madrugada de martes, pero escribo antes de cerrar mi lunes.
Aprendí lo que es el rosa polvoroso de la mano de Inma, lo calculo ahora. Sonrisa y voz, micrófono y una coca cola light. La magia de la radio, de saber que siempre hay alguien a quien darle la mano al otro lado... Hoy volví a sentirlo. Hoy nació algo bonito... La radio. Valencia abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario