Es sorprendente comprobar cómo se han disparado las entradas a este blog desde que presido el partido en Mislata. Quienes venís recogiendo hojas conmigo desde hace años sabéis que nunca hablo aquí de política, pero calculo que a muchos les habrá entrado la sana curiosidad de saber qué movemos por aquí. Vida y poesía, barata y mala. Que nadie dijo que fuera uno un literato. Pero ahora más que nunca tendría la intención de copiarle a la Milá el nombre de su blog y anunciar aquí "Lo que me sale del bolo".
He pensado si cerrar el blog, de manera que sólo los asiduos tuvierais acceso al mismo. Lo de desnudarse a diario (y ante tanta gente, con tantos objetivos) pica algo más. Pero al final ¿sabéis qué he pensado? Pues que muchos de mis amigos, cuando decidí entrar en la política me pedisteis a cambio que no cambiara... Y creo que si renunciara a escribiros, contaros, deciros, acabaría por sucumbir a ser lo que no soy y a incumplir mi promesa con vosotros. Y no debo. No puedo. NO QUIERO. (Qué bonito decir "no quiero", cuando no se quiere).
Ayer jueves paré de escribir. Fue resaca de miércoles de televisión y jueves de pleno. El día vino cargado con el programa de radio, donde cada día que estoy paso más a gusto la vida, y con un pleno nocturno auditado que cerramos cenando Pepa, Gloria, Nuri y servidor en el Tanguito. Esta mañana madrugué para ir al banco a arreglar unos temas de cuentas, luego desayuné junto al Ayuntamiento un desayuno popular y en taxi llegue a la radio. Nublado. Gota fría, de primavera. Entrevistas al señor del tiempo, a Susana Golf, a Joan Carles Martí, a Vero March, a Leo Segarra con Aranchita, a Jandro, a Chenoa... ¡Es imposible no salir de allí con el bajón de adrenalina que nos pega siempre!
Aproveché, hoy que descubrí que trabajo en la discoteca de la 97.7 Radio, para mandarle una felicitación al pequeño Alejandro, que sigue alegrándome desde Londres, de vez en cuando, con sus mensajes al whatsapp. Hoy es su cumpleaños, olvidé preguntarle cuántos, pero calculo que los suficientes como para saber que envejece. Como envejecemos todos. Yo, desde luego, con muchas ganas. Alejandro me ha aportado tantos momentos divertidos, especiales, únicos, que la distancia, en contra del bolero, no es el olvido. Ni mucho menos. La semana que viene, que se viene con Bea para la boda de Boro y Elena, nos pondremos al día. Y le daré el tirón de orejas que se ha ganado... Porque se lo ha ganado. Eso y más.
Salí camino de casa, con el teléfono puesto, hablando con Cristina que me dejó por otra llamada. Y bajo un sol que desconocía, llegué a casa donde Chus y papá seguían a lo suyo. Que es lo mío. Comí: hamburguesas de pollo, pimientos, ajetes y cebolla. Intenté dormir, pero estuve al teléfono. Con Gloria y luego con Sanchis, con unos golpes de siesta entre medias. Y me desperté, despertado como estaba, para llamar a mamá, quien me dijo lo a gusto que se me oye por la radio. Lo sabe. Me alegro.
Me voy ya de congreso y luego de radio tertulia, con Carreres y Fuset. Luego calculo que Oktoberfest y Cyrano. Mañana los planes siguen en los almuerzos sabáticos y así, sin parar, dejando que se vayan las horas y pensando que me apetece, como se suele decir, tener un día para mí... Echaba de menos esta sensación. Como otras tantas.
Pd: Decidí pensar en mí, cuando una voz amiga me dijo que se acabó... Le recomendé que se tomara como primera opción, sin aspavientos ni frases retóricas. Que fuera ella para sí. Y al despertar, bajo las nubes, comprendí que no hay mejor medicamento que aplicarse los consejos que damos...
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