San Jorge es un poco el Papá Noel que nos viene de Cataluña. Cada año, calculo que por la tele, se nos echa más encima esta tradición que no es nuestra. Y de momento, tengo que decirlo, en mi entorno no se ha hecho costumbre el Sant Jordi, porque quitado de algún whatsapp, no he recibido otro libro, ni rosa alguna. Ni espinas.
Empecé la mañana desde la cama, hoy que Papá y Chus llegaron antes que ellos mismos ayer, felicitando a los Jorges que nos quedan. El nieto de Rosa, el amigo Guarro, Jorge el de Teresa y mi Jordi de la infancia. Y me dio una alegría grande que en nada contestara Jordiet, alegrándose desde allá del mensaje de hoy... Aunque sólo sea por eso, San Jorge, sin dragones ni espadas, estuvo genial.
Me levanté y me fui a la radio. Hoy estrenamos camino (el EGM se publicó ayer y dio los primeros datos de audiencia) y sobre él iremos dando pasos a ver hacia adónde. Y estrenamos también despacho.
Acabamos el programa, con entrevista incluída al Gran Wyoming y me quedé en la radio con Vicente Alventosa para grabar un programa que se emitirá el sábado. Da un poco de vértigo, hay que reconocerlo, porque el programa a lo que se dedica es a desnudar al entrevistado entre sus canciones favoritas. Y me olvido por algo más de una hora de aquel micrófono y vomito la vida en canciones: New York, new york; Mediterráneo; Show must go on; With a little help of my friends; Como yo te amo; Mi pequeño tesoro y Georgia on my mind han aparecido de repente y sin esperarlo como capítulos de una vida que salió por la boca... Y me voy casi desnudo a casa. Me recoge Gloria en la puerta de la radio, nos acercamos a Gran Turia, como una hamburguesa y damos una pequeña vuelta. Cuando regreso a casa, Papa y Chus siguen a lo suyo, que es lo mío. Y yo escribo, paso la tarde en pijama y cocino unos pinchos para cenar. Ahora, remato estas líneas, sin recordar ya casi que era San Jorge. Tal vez, al año que viene, me compre un libro o regale unas flores...
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