miércoles, 10 de abril de 2013

EL JERSEY DE LANA CASI BLANCO


Hace unos días, la imagen que pongo en esta hoja, entró en mi facebook como mi foto de cabecera. Una foto de luces vivas, heterogénea, llena de vida y de brillos y sombras. Probablemente como mi vida. Todos alguna vez hemos pensado en escondernos debajo de una manta a dejar que pase el miedo. O soñado con desaparecer en una cabaña lejana, en mitad de la nieve de la que sólo habíamos imaginado la chimenea. Y, como mucho, el jersey de lana casi blanco, de cuello vuelto.

Yo no soy un tío de esconderse. Soñador sí, lo reconozco. Aún en días como hoy, como esta época que nos corre y nos empuja, reconozco que soy un tipo optimista, menos encantador de lo que era, pero igual de batallador o más. Colgué por portada esta foto calculo ahora que hay distancia porque me cansé de ver la foto de la falla antes de arder, recién pintada. Y porque en parte entendí que antes que otra imagen más de mi persona, prefería ponerme en barbecho, meterme bajo la manta, acurrucarme lejos junto a la hoguera... Querría imaginar quién me podría acompañar al fuego, con conversaciones largas y profundas, con una copa de vino blanco en la mano... Todo eso es ensueño. Y parece que la vida no nos deja ensoñar, que el realismo que lo sacude todo ha de ser, con sus miserias y por sus bondades, nuestra única verdad.

El día que puse esta imagen por portada, cambié mi foto sonriente (como el ochenta por ciento de las que me hacen) por un cuadrado naranja. Inés contestó "Viva la vida!". Y le felicité por ello. El naranja, color vivo, más allá de la esperanza del verde, el naranja del equipo, de la llama, de la vida... Del optimismo. Y mi cara, detrás, sin que se vea... No puedo decir que me cansé de mi cara, la llevo hoy puesta también, ni que me molestó el volver a mostrarla o que no regresara a ese cuadradito altavoz mi jeta. Pero reconozco que con mi foto naranja y mi portada de mil colores, me he descrito a "la percepción" (que no de manera perfecta) y me he dado unas vacaciones de mí mismo... Que también me las tenía ganadas.

Paso todas las horas del día conmigo. Me apoyo siempre, me animo en mis dudas y me invito a batallar cuando la cuesta arriba se hace demasiado empinada. Y así voy, por la vida, paso a paso, sin engañar a nadie ni a mí mismo... Por eso, en estos días en los que se está hablando tanto de mí, sin que diga yo nada, me apetecía darme un respiro. Dejar mi facebook sin caras ni sonrisas y mi vida plasmada en una metáfora de ella misma: todos los colores y sus brillos y sombras... Quizá, pronto, cambie todo por una cara sonriente. Y en el fondo ponga esa cabaña con la que sueño o esa fogata junto a la que comparto el vino y la palabra. Pero de momento, reconozco, que me ha venido bien apartarme del ruido. De los focos. De las palabras que tiran a dar, y que sintiéndolo mucho, ni me rozan.

Hay tiempo para todo. Hasta para seguir llenando de colores nuestra vida...

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