Escucho los Miserables: qué fantástica banda sonora para los días que nos acompañan. Me acosté anoche antes de las doce de la medianoche, sorprendido de mí mismo y con un cansancio arrastrado toda la semana de andar haciendo cien cosas sin tener constancia de ninguna de ellas. Ayer eché la tarde con los presupuestos municipales, reunidos en la sede. Por la noche me puse frente al ordenador que apagué enseguida y me fui con los Proverbios y Cantares de Machado a recibir la noche. Me he despertado de madrugada e instintivamente he mirado el reloj por si tenía algo que aportar a esta hoja que se me pierde ahora. Mis padres llegarán enseguida, vienen hoy a comer con Rosa, pasan por casa de Angelita a recoger mis trajes y voy organizando mientras tanto la casa y lo que se viene por delante, que son, lo más próximo, las fallas... A punto de arder, que estamos.
Esta tarde presento una tertulia en el mercado de Abastos para la Agrupación de Fallas Centro y luego voy a la entrega de los Premios Bernarda que presento en su I edición: agenda a tope. Vamos. De momento voy a ir cerrando, suena el epílogo de Los Miserables, compitiendo con el reaggetton de mi vecina... ¡Pardiez! Os voy diciendo cosas...
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