martes, 22 de enero de 2013

AYER


Ayer os iba a contar que entré en el blog y os iba a escribir cosas, pero no me apetecía. Nada importante: sólo inapetencia. Como parece que los inicios de año llevo conmigo mismo un autocontrol excesivo en lo que a los blogs se refiere e intento mantener con vida estas hojas perdidas para no decaer ni en escrituras ni en visitas, pues acabo forzándome el escribir. Pero anoche, que veía la tele bajo el edredón, que me cruzaba algún whatsapp perdido, que no me apetecía escribir, pues no escribí.

Al final hice lo que debo: lo que más me apetezca, porque el día fue fuertecito en emociones y en sensaciones. En decisiones sobre todo y en no parar.

Por la mañana me fui a la falla, lunes, a darle manos de ingenio y gracia a este desarte que me acompaña, ahora que contamos los días que corren en contra del fuego. Llegué al casal, lunes día de mercado, que estaba cerrado. Antes me hice el café con Cris Consell en la plaza, y me dejé la mañana con una lija y un poco de gracejo intentando sumar algún ninot más a nuestra falla que será ya en breve. Llegó Naarah al rato, que se puso y dispuso con sus manos a hacer manos en la infantil, y dejé abierto el cajón de quehaceres cuando a las dos decidí regresarme bajo el inusual sol a casa en el autobús. Comí potaje, cocinado por sorpresa y en último momento, pero la mar de rico. Dejé la tarde entre los tiempos que me quedaban y me planté a las seis en el despacho del grupo para la reunión de presupuestos. Me apalanqué al ordenador y preparé a conciencia la comisión de Interior de las ocho. Duró algo más de una hora. Y al salir a la calle, todo era frío y desasosiego. Así, me regresé a casa. Acompañamos a Gloria hasta San Antonio y con Sanchis contamos los pasos para llegar a cenar. Cené unas croquetas congeladas cocinadas con poco esmero mientras telefoneaba a Cris y cené. Me puse en el sillón, para "Tu cara me suena" e intenté escribir algo. No pude. O no quise. Ya no lo sabemos.

Al final me fui a  la cama más tarde de lo que quería. Repasé los tuits desde el frío de las entre sábanas y me dormí. Esta mañana sonó antes el teléfono con Mabel que la alarma. La mañana era fría. Absolutamente. Así que cogí el teléfono entre espasmos y me puse al día. Nos pusimos al día. Me duché y me recogió Angelita para ir a Sanchis Bergón a hacer una de las nuestras. Participamos en un disco fallero cantando un temazo a dúo, que no desvelo todavía. Y comimos en el japonés donde solíamos cenar, buffet y chupito-no-gracias. Caminamos hasta la Casa del Libro, abierto en festivo, para comprar un libro. Mi última locura tiene tapas. Locura compartida con Angelita. Esto me ilusiona. De verdad. Caminamos, ya sin lluvia, hasta la Gran Vía y con un autobús y un cielo tan distinto al de ayer me regreso a casa. Recojo algo, me siento y escribo. Cuando me apetece hacerlo fluyen solas las palabras. Y me preparo ya, con Chain of Fools, para ir a grabar un audio a Padre Santonja y, acto seguido, a la comisión de Urbanismo. Luego la noche. La noche fría. Me apetece hacer cosas, aunque no sé cuáles... Según surja. Como el cielo, que hoy surge esponjoso y frío, cubriendo la ciudad, contra la que se dispara el hielo. En Sarrión, nieva.

Pd: Se enciende el marco digital de fotos que me regalaron y aparecen fotografías del pasado que pienso toca ya renovar. Hay gente que ya no está y hay gente que está y que no sale entre fotos. Él se enciende por inercia, porque yo casi ni lo miro... Es lo que tiene acostumbrarse, vaya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y esa mascarilla para lijar????

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...