jueves, 24 de enero de 2013

INDOMABLE


Me desperté a las siete y poco, casi nada. El cielo estaba azul y las nubes se perfilaban en un añil de poesía. Me quedé mirando el cielo, pensé que mis desvelos mañaneros eran para ver el cielo y caí de nuevo sobre la almohada hasta las nueve. Rompió el cielo en un par de truenos y repicaba contra el cristal la abundante lluvia que cayó cuando no la esperaba nadie. Desde la cama repasé la actualidad: de la muerte de Sor María a los últimos trapicheos de la corrupción patria. Le mandé un sms a Rafa para saber si iban por el casal y al decirme que sí, me preparé, cogí un autobús y me fui a Noscarmientas. Fui buscando por la mañana los guantes que perdí anoche. Aparecieron, afortunadamente, en el coche de la Guti. Me dio una rabia absoluta perderlos, pero me tranquilice pensando que aparecerían. Intento corregirme desde años mi despiste y cuando algo así pasa tengo la sensación de que he fracasado en mi empeño. Pero me corrijo. Y a marchas forzadas.

Anoche cenamos en el Wok, María Tomás, Laura Caballero, Elenita y servidor después del programa de la tele. Tuvimos de todo: Junta Local de Sueca, Acosta y Gisbert, la Guerrero más diva que nunca pero tan divina como siempre y la tropa canalla para repasar la actualidad. Llegué con tiempo a la tele, si apenas hablé algo con Toñi y me ví de pasada con Leo. Había comido con él en "Sabe a gloria": demasiado menú. Debo frenar el ascenso de esta báscula que se descontrola de manera ansiosa. Después de cenar me cayó un sueño fortísimo. Y me entremetí entre las sábanas y la colcha, hasta la tormenta perfecta de esta mañana.

He comido en casa y he dedicado la tarde a oír a Luz Casal y maquetar en photoshop. Ahora, escucho música disco y repaso algunas querencias que me van llegando con el final de la semana. Me siento empujado a decir basta ya en algunos aspectos de mi vida, el primordial, que el egoísmo ajeno venza a mi propio estado de ánimo. Y eso ya no pasa, o pasa muy poco. Empiezo a reclamarme por encima de los embistes, de los embistes de los demás, que llegan como cornadas en silencio, empujadas, calladas y de manera tímida. Pero que llegan. Estoy ya cansado de algunas circunstancias que me circunscriben y, sobre todo, de creer que tengo que aguantarlas todas, estoicamente. Esta noche tengo junta directiva en la falla. Así que voy a acabar de cortarme el pelo y ya os contaré cómo me va la vida en este invierno tan insólito... Tan raro. Tan indomable.

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