martes, 23 de marzo de 2010

HUIDA DE VUELO LIBRE



Nuestro derecho a volar.
Nuestro derecho a huir,
calmados por los tiempos que nos enseñan
a gastar la vida,
como arena que cae entre los dedos
surcados... Por el alma surcada.

Tengo derecho a huir. Tengo derecho a decidir, a sentir a vivir. Estoy de primavera. Lo noto en las manos y en la espalda. En el párpado derecho alicaído, en el sueño no vencido. En las ganas de sonreír. En el corazón que bate más fuerte. En el color de la luz y el calor de la mañana. Hoy me siento. Que ya es bastante. Ni bien, ni mal, ni mejor, ni peor, ni de ninguna manera... Me siento. Siento. Y es bastante, es mucho. Porque sentir es estar vivo. Y conozco a muchos que no sienten...

Empecé como terapia de mí a regalarme entre hojas perdidas hace ya un par de años. Mi vida cambió desde entonces, desde que empecé a trasmitiros cómo vibro en cada momento. Y vibro. Mucho. Entre la felicidad regalada que nos deja el tiempo con su paso, lento peregrinaje de rauda velocidad... A veces tengo esa doble sensación, que los segundos se descuelgan densos mientras que mis días se agotan a una velocidad insospechada... Agotamiento. Eso es...

Me gusta ver la luz blanca en el cielo nublado. Hay días que las nubes son sólo un mundo gris, pero hoy, que se nubló de primavera y me nublé de sentimiento, la luz blanca lo corona todo convirtiéndonos en habitantes de un edén de extrañas dimensiones...

Me duele el brazo. Me bate el corazón, se me cae la mirada, y se pierde entre mis sueños... Es suficiente. Siento. Vivo. ¿Y huir? ¿Por qué? ¿Hacia adónde? ¿Cómo?,...

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