sábado, 25 de julio de 2009

UNA GRAN NOCHE



Quedamos a cenar, que hacía tiempo no lo hacíamos, con José y con Moncho, con Laura y Carol, Sergio y David, Angelita y Manolo. ¡Un escándalo, oiga! Arramblamos con la mitad de oriente en el sushi japonés, wasabi a porrillo y pollo con chocolate. De todo, y en abundancia. Demasié. ¿Y risas? ¿Nos cabían más? La noche se nos disparó de una manera estresante planeando el futuro más cercano y dejándonos las sonrisas en cada sorbo. Un acierto.

En seguida, bajo los 27 grados de la medianoche, nos recorrimos Valencia centro. Cruzamos Gran Vía y nos adentramos por Reino hasta llegar al Cyrano. Era nuestra noche Cutty. La primera fiesta organizada, con Luis en Almería, al que echamos de menos. El local se nos llenó en plena calorada y entre copa y copa, fruta fresca, cigarrito, buena música y conversaciones. Muchas y muy diversas. Una fiesta en toda regla y con regalos. Y más risas.



Se dejó caer por allí el bueno de Raúl, con Vanesa y sus amigos. En la esquina final de la barra casi hasta que cerramos. No paramos de reírnos en todo momento. ¡Y con Rosario! No se puede estar más generosa. Raúl y Ángeles hacen una pareja estupenda, profesionalmente se entiende. Se han acoplado a la perfección, se complementan ante el micro que da horror y son dos grandes locutores menos valorados de lo que deberían de estar. Huelen a pareja dramática, de cine me refiero, que no de penas. Precisamente, son dos de las personas que conozcon que más y mejor me despiertan la sonrisa. Él con un surrealismo que resucita a Tip. Ella con una velocidad de ingenio que arrolla. Juntos, ganan, crecen. Resuelven. Mejoran. Increíble. Anoche fue un espectáculo continuo en directo, y a mí nada me gustó tanto como compartirme con ellos. Genial.



Y el resto... ¡Más o mejor! A parte de la saqueada de regalos, no pararon en toda la noche de trasladarse por las escaleras. Me contaban cada cierto tiempo como llevaban el calor de verano y la noche de Julio. Olvidé felicitar a Juan, cosas de mi memoria desmemoriada. Pero allí, en Cyrano la fiesta fue más fiesta que nunca. Lo comentamos Jorge y yo al sacar la basura, junto al contenedor. Estábamos tan ilusionados como sorprendidos... Y eso que la azafata de Cutty no se quitó el kimono... ¡Y mira que se le pidió!

Hoy me he levantado contento de verdad, que decía la canción. Con la alegría prolongada de lo que fue una buena noche y una mejor fiesta. Una magnífica velada en toda regla. El teléfono no para en todo el día: es mi santo y todo el mundo se acuerda de mí hoy. Eso también es bonito. Quizá, por ello, mi estela de optimismo me empuja todo el día.

Estoy en casa (¡qué raro!). Y me decido a cocinar. Bajo a comprar. Y al subir me preparo una fideua que mal está que lo diga, pero quitaba el sentido... Todo lo demás, un pacífico sábado que empieza ya a mover de nuevo... Estoy contento.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué pena no asistir a la gran fiesta en Cyrano.....qué bien lo pasasteis!!! La siguiente no me la pierdo eh!!....

Yo brindé pr tu santo con un ron cola desde Sarrión....felicidades!

Muchos besitos amor

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