domingo, 12 de julio de 2009

POBRE DE MÍ



Que ya hemos acabado las fiestas de San Fermín... Dios! Y menudos sanfermines. No he parado nada, en torreta, como se suele decir. Volver a Pamplona, años después, ha sido un rejuvenecimiento en toda regla, un olvidarse de las complicaciones y de los problemas, un descanso sin horas de descanso, un cansancio más...

Nos subimos - siempre me ha gustado referirme a los viajes como subida o bajada - el viernes por la mañana, después de ver el encierro trágico por la tele. Tomamos café en la Pobla y carretera (y manta). Hasta llegar a Cariñena, tierras de vino, para almorzar como toca. Y de nuevo, a la carretera. Y a la manta. A las dos llegamos a Iruñea, localizamos la estación de trenes y esperamos a que nos recogieran Juanma y Roque, que ya se habían venido el día de antes. Yo, a la espera, hablo con mi hermana por teléfono... Con ella vine años antes, no recuerdo cuántos...



La casa fue el rincón del descanso en sueños de pocas horas. Pantalón blanco y polo del mismo color, a la búsqueda del pañuelico y la faja, pareciendo ujieres de hospital salidos a merendar a mitad tarde. Compramos, nos vestimos y ¡apá! ¡Ya estamos en Pamplona! Ahora sí que sí...

Recorrido por la cuesta de Santo Domingo, el Ayuntamiento, Mercaderes y la Estafeta. Las velas y los pañuelos acompañan al dolor por la muerte de un corredor. Es la sombra de Telefónica, a la puerta de la plaza de toros...

Nos metemos por Estafeta. Nos ofrecemos unos pinxos y un poco de kalimotxo. Los Ricardos optan por la cerveza (Ya vendrán...). Salimos a la ciudad y conquistamos las tierras navarras. Llegamos al Iruña, a la sombra del Castillo... Y se nos presenta el edén en vida. Fiesta, sin parar, nada de nada... Pero nada. Conocemos a cienmil personas, chorreo con los mensajes (noche de poesía) y risas a mansalva. El hielo de los calimochos no se deshace en toda la noche... El calor aprieta entre jotas navarras y Paquito, el Chocolatero. Visitas de corto recorrido y mucha fiesta... Un éxito de noche.



Dos chupinazos anuncian que los toros están ya en el corral. Desde la plaza de toros, San Fermín es una fiesta madrugadora de primeras horas del día. La gente, desfasada, copa la plaza entera. Fiesta por cualquier rincón. Y las peores olores que se difuminan con la llegada del sol... Fiesta y risas, por todas las calles de la ciudad.

Un almuerzo en condiciones: quedo con Gazapo en la plaza del Castillo. A cada uno, la noche le ha ido a su manera. Diego también la ha aprovechado, no me cabe la menor duda. Almorzamos junto a la casa que tenemos alquilada, al otro lado del río. Bocadillos tamaño Pamplona, de tortilla y jamón. Hablamos de todo un poco. Leemos la muerte del joven corredor en las portadas de la prensa... Nos vamos, diez y media de la mañana, bajo el calor del descampado a dormir algo...



Y al despertar. La ducha y el traje blanco. Repaso entre carcajadas a la noche anterior. En mitad de la tarde, la cornada de aluminio. Autobús: el nueve. Camino de Iruña, con el cansancio a cuestas pesando aún más en los pies que no cesan de andar... Nos pasamos por el Niza, nos vamos directos a El Fitero y, más tarde, de nuevo, al Iruña. Mucho calor. Mucha más gente. Mucha fiesta... Calimocho hasta las ocho. Y a las ocho y diez, ron con cola y hielo al "tutti pleni".


Sólo nos vamos del paraíso para atravesar las puertas del Niza. Fiesta ibicenca, disco a tope, calor y hielo. Fiesta por doquier. Y a conocer peña... La noche se alarga entre las horas del jolgorio, cada vez más agotador. Rejuvenecidos como estamos, la noche pesa y se disfruta a tope.

Ricardo, Richard, Juanma y Roque (entre otros muchos) han sido los cómplices de la aventura. Del regreso a Pamplona. De la Pamplona de luto y de la Pamplona de calor... Yo, hoy, me vuelvo con las ganas de dormir más de tres horas seguidas, descansar a pierna suelta, disfrutar de mi ducha y volver a la vida diaria... El regreso será duro, como un encierro de los que se alargan, pero lo vivido este fin de semana ha merecido la pena... ¡Ricardo, Richard, Juanma y Roque, gracias por compartirlo! Quitémonos el pañuelico y a cantar: Pobre de mí, pobre de mí,...



1 comentario:

Anónimo dijo...

Que envidia, cuanto me hubiera gustado estar contigo allí. Otra vez sera, Gora San Fermín.. R.

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