lunes, 13 de julio de 2009

EL DÍA QUE TE MATARON



Ayer hizo doce años que te mataron, Miguel Ángel. Ayer, volviendo en el coche desde Pamplona, recordaba tu adiós. Tu hasta siempre. Recuerdo las cuarenta y ocho horas de dolor, desde tu secuestro y la noticia, trágica, como se esperaba, de tu asesinato... Ayer, Miguel Ángel, nos volvió a doler el corazón y el alma, a los que caminamos por la vida con corazón y con alma. Ayer recordé las lágrimas de tu hermana, las calles de Ermua clamando por ti, las velas encendidas por las noches de toda España, las horas que pasamos pidiéndoles que no lo hicieran... Pero lo hicieron. Ayer hizo doce años que comía en la fresca casa de Sarrión. Ayer hizo doce años que me iba a las Vaquillas de Teruel cuando, comiendo, poco antes de coger el tren, la radio nos dio la peor de las noticias. Eran sobre las cuatro y media de la tarde. Estaba nublado. Tu cuerpo aparecía cerca de Lasarte, maniatado y con dos disparos en la cabeza...

Nuestras vidas han seguido. Pero quiero que sepas que sigo acordándome de ti, que sigo pensando en los que luchan por una vida mejor para todos, que hay que esforzarse por lo que uno quiere... Doce años después sigo recordando cómo me apeé en el andén de la estación de Teruel, con mi lazo azul clavado en el pecho, pidiendo una libertad que no te llegaría nunca. Recuerdo a aquél borracho preguntarme si te habían soltado y decirle que no. Recuerdo como le mudó la cara y le cambió para siempre el gesto. Recuerdo cómo se evaporó el alcohol de su cuerpo y lo remató todo con un "hijos de puta..." que se me clavó en el alma.

El día que te mataron, nos mataron un poco a todos. El resto hemos seguido con nuestras vidas, mirando hacía adelante y muy poco hacia atrás. Pero es justo. Es justo, de vez en cuando, revisar las pisadas perdidas sin rumbo entre las mañanas de sol... Hoy hace doce años de un dolor que hizo a este país más fuerte, que nos unió un poco más... Y el tiempo, que todo lo calma, nos sacude, de vez en cuando con mayor contundencia. El recuerdo entonces te mantiene vivo. Y yo, ahora, doce años después, aún recuerdo, con pena y dolor, el día en que te mataron.

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