martes, 14 de julio de 2009

ANOCHE CON SERRAT



Acertamos al salir de Viveros y augurar que hoy la prensa hablaría del concierto más íntimo de Serrat. No hacía falta ser una pitonisa para acertarlo... Con su camisa de verano, sus pantalones vaqueros en la distancia, su banqueta roja y la guitarra de la cuerda rota, Serrat volvió de la mano de Miralles a satisfacernos el gusto de oírle susurrar. Entre silencios, y acompañado de sus comentarios jocosos, el público le respetó cómo se respeta a los más grandes... ¡Qué voz, entre sueños de verano!

Lo pasamos bien, requetebién que dirían los exquisitos, entre risas de comentarios sofocados y canciones de toda una vida, repasadas por el mejor imitador de Serrat que es él mismo. ¡Qué placer, una vez más, oír mi Mediterráneo del alma! ¡Qué empujón el Hoy puede ser un gran día! ¡Qué belleza las de sus Palabras de Amor, sencillas y tiernas...!

Serrat repasó los muchos temas que amo y me apasionan y me descubrió una caterva de susurros perdidos que encontré en mitad de una calurosísima noche de parque de verano. La guitarra, el piano, el temblor continuo de su voz encendida, y más que nunca... Penélope se quedó esperando en el banco de la estación, mientras la nostalgia se iba empujada en los versos de este catalán increíble.

Anoche la pasé con dos de mis mejores amigas y con una hora y media de algunas de las mejores canciones de mi vida... Y todas de Serrat, que las cantó mejor que las podría cantar nadie. Un triunfazo. Un acierto. Un concierto de pausas reprimidas y lento peregrinaje: El Serrat más íntimo que nunca escuchamos.

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