"¡Y parar!" es una expresión muy de mi madre que me la ha aplicado cada vez que no he dejado de hacer algo, es decir, un noventa por ciento de los momentos de mi vida. Algo así como una exageración que exclama el hecho de que siempre ande metido en algo. Las últimas horas son de las que mi madre hubiera dicho, si no es que me lo dijo por teléfono que ahora mismo no lo recuerdo, ese "¡Y parar!" tan propio como interrogatorio que mamá siempre ha dejado caer.
Comenzó la cosa la noche del jueves, desfilando en Torrent con los Moros y Cristianos que capitaneaba mi capitana cristiana, Isabel Olmos. Anduve por allí de fiesta toda la tarde, con la comparsa de Almogàvers, que me lo hicieron pasar de maravilla. Así que, vaya por delante mi gratitud a la collita de amigos que estuvieron en todo momento pendientes de defender la ciudad al grito de "Desperta, ferro!". Calor y mucha diversión para una noche en la que volví a sentir la magia de la música de una de las fiestas valencianas que más me gustan (como ya sabéis...). Aunque también es cierto que hasta ahora lo mío era más moruno, pero la ocasión lo merecía y la indumentaria, la verdad, también se agradece.
Papá y mamá vinieron a Torrent, una vez más, la única manera de vernos un rato. Se agradece. Luego, una larga noche de insomnio entre los gritos de vecinos, las televisiones altas, y los patios de luces de verano, que lucen menos silenciosos que nunca. La calor, ya se sabe. Apenas si dormí dos horas y luego, de madrugada, con Gloria de compras al IKEA de Madrid, que era una excursión que teníamos ya organizada de tiempo para nuestro día de vacaciones. Compramos de maravilla, como siempre, porque tenemos una sincronización que no es ni normal, jejé, y luego nos fuimos a Minglanilla. Por la noche a Valencia, ducha rápida y a cenar. Ceno en Condiment con Anita, Ángeles, Hugo, Ximo, Lucía y Carlos. Me voy a Cyrano porque tenemos fiesta del mojito, que se convierte en el éxito de la temporada: los del 48, mi Teresón y amigos, Cris, Antonio, Raúl y preesposa con amigos, Salva, Alberto and friends, Bambalinos y Zarapicos, los de la falla, mi Gine ibicenco,... Así y más, en una noche estupenda en la que acabamos mejor de lo que esperaba porque habiendo dormido dos horas en los últimos días el cuerpo estaba con ganas de poco pop.
Ayer el trío lalalá (con Jorge y Luis) no paramos en toda la noche. Me gustó ver la sonrisa de Luis. Y la de Gueguel a la que veo menos que siempre. Jorge, cansado. Luis, cansado. Yo, cansado. Y aún así, y ahora en las horas previas al descanso, estoy que no paro. Salgo ya a comer con Acosta y Anita, luego compras y visita a la agencia. Mañana, vuelo a Ibiza. Y parece, en mitad del tracateo, escuchar a lo lejos a mi madre: "¡Y parar...!".