miércoles, 2 de julio de 2008

Una cuarenta

Una cuarenta de la madrugada. 31.3 grados. Calor.

Mañana emprendo vuelo a Nueva Delhi. No tengo la maleta preparada, la de la ropa. La de las vivencias, experiencias, supervivencia y ganas la he ido llenando en las últimas horas. Ha sido un año intenso. El año no se acaba en nochevieja, se acaba cuando una experiencia importante pone fin a un ciclo.

La India marca ese final de ciclo, de un año intenso en el que he perdido poca gente y he ganado a muchos. Y a otros tantos os he mantenido e incluso agrandado en mí. Mañana comienza una vida diferente puede ser. Me decía hoy Aurora, por teléfono, que conociéndome como me conoce - y mira que nos conocemos - está segura de que este viaje transformará un poco más a Jaime. Yo también lo creo, pero no sé hacia dónde me mandará.

Me voy con 86 kilos, la cabeza rapada, el corazón latiendo fuerte y la cabeza llena de proyectos, para el viaje y para la vuelta. Me voy pensando un poco en cada uno de vosotros (ya lo sabéis, sois lo mejor de mi maleta). Y me voy sin saber adónde ni como regresar... Tan sólo cuando, presumiblemente.

Va a ser un mes de julio distinto, sin duda alguna. Un broche de oro a tres viajes cruciales: la humildad de La Habana, la pobreza limosnera de Egipto y la miseria de la India. Sólo conociendo los olores de este país creo que seré capaz de crecer aún más, de pegar el estirón que necesito en estos momentos, de acabar por enterrar algunos instintos primarios que empecé a matar hace tiempo... Hoy empieza, con el nuevo destino, un nuevo año. Una cuarenta y seis. 31.3 grados. Me voy a dormir (a intentar dormir) por última noche en mi cómodo colchón de cada noche...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin duda, para bien o para mejor, este viaje será un punto de inflexión. No olvides que el día 24 de Julio tenemos cena.

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