sábado, 12 de julio de 2008

EN LA INDIA, CAPITULO 8: Los vientos del Desierto de Nubra



Pues aqui me teneis, tras tres dias en el Valle de Nubra dispuesto a continuar contandoos el viaje, llevandoos en la maleta y viviendo con vosotros una de las experiencias mas hermosas de mi vida... Gracias a todos, a todas, por seguir, por decir que os sentis conmigo en este viaje, por robaros cinco minutos de trabajo, de vida y compartirlas dia a dia... El viaje a Nubra ha sido especial y espectacular. Especial, sobre todo, para Lazaro que tenia una ilusion desbordada por regresar y calculo que por compartir con nosotros tan magnifica experiencia. Para mi ha sido un regalo que me llevara a su lado en este viaje... Y espectacular porque la naturaleza nos ha regalado cada milimetro de experiencia que hemos tenido en las ultimas setenta y dos horas...
Cogimos el coche y emprendimos marcha a Nubra. Para llegar hay que atravesar el Khardung La, el puerto de montanya mas alto del mundo. Lo alcanzamos rozando el cielo y las nubes, empujados por la niebla y acompanyados por la nieve... Una experiencia casi mistica, falta de oxigeno y, como todo aqui, enriquecedor al maximo.

Vamos bajando en altura, sintiendo las consecuencias del mal de altura y pasando por una serie de carreteras (?) de pedregal donde dos coches lo tienen dificil para encontrarse, situadas al borde de los precipicios mas eternos de mi vida y de mi vertigo y con zonas donde el cemento se volo antes de ser colocado... Que deciros que en Espanya me negaria a circular por rincones asi, pero aqui, aqui es imposible negarse a nada...
Sin embargo, cuando llegas al Valle, olvidas absolutamente la odisea personal que ha sido alcanzarlo. Unos doscientos quilometros nos cuestan mas de seis horas de trayecto, para que os podais hacer una idea... De locura! Llegamos y comprobamos la belleza del paraiso esperando a que en cualquier momento aparezcan los dinosaurios del parque jurasico. Es brutal, barbaro, apabullante, increible, inenarrable! Es el Valle de Nubra...

Organizamos las tiendas de campanya en pleno desierto, en la zona humeda, junto al rio, como autenticos exploradores... Desde hace dias voy atajando con las manos los insectos que circulan por mi cuerpo, y asi el contacto con la naturaleza es mas facil. Mejor. Piru organiza fantastico las tiendas con Emu, mientras Lazaro y yo organizamos la segunda de ellas... Al rato, la escena es tan prometedora como impagable: junto al todoterreno, las dos tiendas de campanya, las bolsas dentro guardadas y las ilusiones escapandose a raudales y corriendo rio abajo, por donde campan vacas, dromedarios,... Cae la noche. Y nosotros, con ella. Organizamos un fuego junto a las tiendas. Arde la noche. Y baja el fuego, las estrellas se ven mejor ahora. Es como si colgaran del cielo con hilos blancos. Las ves caer. Morir. Hacerse fugaces y chocar contra la nada del cielo. Vuelve a chisporrotear el fuego y crece de nuevo las llamas: desaparecen las estrellas y el frio de la humeda noche en el desierto.
Al rato el fuego se consume y decae. El cielo entonces vuelve a dejar las estrellas a nuestro alcance, dando la sensacion de que podriamos alcanzarlas tan solo con una escalera. Nunca las vi tan cerca, tan brillantes, tan hermosas... Que cielo el de Nubra... Nos tumbamos en el suelo, el cielo ya es nuestro y le pregunto a Lazaro: "Como se explica esto? Como cuento esto cuando regrese a Espanya?". Lazaro calla... El frio empieza a crecer. Pongo vuestros nombres a las estrellas y hablo con ellas, sin blog que nos una, os quiero ir contando cosas, enviando saludos, dando recuerdos, pidiendo por vosotros... Y me acuerdo de todos. De verdad, de todos. Las nubes pasan sobre el Himalaya: a la derecha la frontera con el Tibet y a la izquierda, Paquistan. Alla, al frente, Estambul... Unas con forma de dragon, otras en un fundido abrazo de dos personas... Me voy a dormir.
A las cinco de la manyana me despierto. Paseo. Piru intenta dormir en el coche resguardandose de la humedad mas salvaje de la noche. Laza y Emu duermen en su tienda. Regreso a la mia y escucho a Lazaro ponerse en pie. Va a tomar algunas fotos del amanecer en Nubra. Del espectacular amanecer en Nubra... Me despierto a las siete de la manyana. El calor ya comienza a picar tan temprano. Es el dia que mas alto me he levantado, como si mirase todo desde la cima del mundo, sintiendome a la vez tan pequenyo... Esto es impagable. Imborrable. Unico.

Recogemos las tiendas y nos acercamos al poblado. Desayunamos algo. Yo tomo agua con limon caliente y un poco de azucar... El desierto hace sus estragos y la noche, aunque ya pasada, ha dejado sus cicatrices...
Emprendemos la marcha (dos horas de camino) hasta unas balsas de piedra y cemento donde se recoge el agua embalsada procedente de un manantial cercano. Llega hirviendo casi, como el sol que abrasa en un rincon bellisimo. Enfrente, una cascada inmensa. A la derecha, los restos de un glaciar que arrasaron la montanya abajo. Y lo demas: arena y valles, vegetacion de oasis y quilometros de la nada mas absoluta... Regresamos haciendo mil fotos por el desierto. Si no fuera porque lo estoy viviendo os diria que es como aquellas peliculas de la tele donde una carretera, maltrecha y negra corta en dos el desierto hasta un punto que se pierde en lo mas infinito del horizonte...

Toca despedirse del desierto. Vamos al atardecer empujados por el deseo de captar el ultimo atardecer en Nubra, pero no en una foto, si no en nuestra memoria, cargada y recargada de tantas experiencias como estamos compartiendo (tambien con vosotros que siento que viajais conmigo al lado...). El cielo lo cubre todo de azul intenso, de nubes blancas, de sombras eternas, de nubes que amenazan lluvia... Las sensaciones son inmensas y variopintas como el propio entorno que nos acoge.

De repente todo se oscurece. El dia se vuelve negro y empieza a soplar el viento. Una tormenta en el desierto nos atrapa a poco mas de quinientos metros del coche. Quinientos metros largos, duros, golpeados por la lluvia y azotados de manera mas firme por la arena que se bate en duelo contra el resto del valle. El paraiso, de repente, se ha convertido en un apocaliptico escenario donde la naturaleza vuelve a mostrar toda su vehemencia. Hasta este espectaculo es impresionante, mas que aterrador. Unico... Como nuestra aventura por el desierto.
Al cabo de las horas Lazaro me dice: "Tenias razon". "En que?", le pregunto. "En como explicaremos esto...".

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