miércoles, 5 de noviembre de 2014

PERDIDA


Cuando acabé con el acto del Centro Cultural, salí. Y comprobé que se había hecho antes de noche. Me encontré a Tiby y Lola enfriando las tazas de dos cortados ya vacíos en mitad de la avenida y me quedé con ellas a tomar un café con leche. Me acerqué a la tienda de gominolas porque la ansiedad me obligó a endulzarme la tarde noche, que a Machado le caía a otros ritmos, distintos. Ni mejores, ni peores. Más poéticos.

Hablamos. Y nos fuimos para casa. Un whatsapp de Cristina me alertaba que estaba ya abajo. Intenté no asustarla pero fue imposible. Era improbable. Nos fuimos al centro de Valencia poniéndonos al día en esta amistad que dura ya tantos años. No demasiados, pero sí muchos. Y cenamos en Pollos Planes, ese buffet de pollo que sale caro al cambio. Yo que soy de hacer compra diaria, lo sé. Anduvimos al cine (ABC Park), los de toda la vida, reconvertidos en microsalas de las que perdieron el clima de gran pantalla y las salidas de emergencia. Pedimos palomitas y coca cola zero, que nos entraban en el groupon, y nos sentamos. Hablamos de todo. Rápido, porque teníamos solo media hora antes de la peli. Hablamos de Nueva Zelanda y de Japón. Yo de mi falta de destinos. De mi vida. De lo que pretendo. Me preguntó Cris que si nunca tenía la sensación de estar no haciendo lo que quiero hacer con mi vida. Le dije que siempre. Y eso que hago lo que me gusta. Es extraño. Un día ya dedicaremos un libro a hablar de ello. Vimos "Perdida". ¡Vaya tela! Dos horas y media de manipulación pura y dura. Salimos y regresamos a casa.

Esta mañana arreglé algo la casa antes de irme a trabajar. No paré nada. Arriba y abajo, y sin parar de hacer cosas. Tomé café con Sergio R. Y volví al despacho. Comí zarzuela de pescado en casa con mis padres y me hice una siesta, en la que caí como a plomo. Ahora ya, me voy para la tele. Descubrí que el 1 de noviembre no escribí. Seguiremos pues el resto de días, ahora que he vuelto con asiduidad a las hojas que voy perdiendo, por la vida adelante...

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