Me puede la sorpresa, lo reconozco. MIro las estadísticas del blog como hacía tiempo que no las miraba y me sorprendo, de ver, que este noviembre, irremediablemente, se va a convertir en el mes con mayor número de visitas. Parece ser que recuperar la costumbre casi diaria de deciros mil cosas y las ganas por ir leyéndolas han crecido en rincones del mundo y del alma que no voy a escudriñar. Estas son mis hojas perdidas y si cada día, sopla más gente para que vuelen más alto, bienvenidos sean los soplos...
Me gusta dejar por escrito que no he tenido tiempo para escribiros. La verdad es que desde que escribimos la última que se perdió y hasta hoy, no he parado. Mi espalda clama por Carol sin encontrar en la agenda huecos que podamos usar. Y así ando yo, esperando que no se quiebre la espalda que me protege y sobre la que van cayendo los sacos rotos y las cosas que en ellos me echo.
El viernes noche empezamos con la cena del Sector. Echamos unas risas en la mesa y en el baile, sobre todo en el cierre final de la noche, más alargada de lo que pretendía por un cansancio inigualable. Cogí un taxi al salir, mientras Amparo y Richard cogían otro. La noche no llega a ser de invierno. Y me fui descontando minutos que le quitaba a mi sueño.
Lo pasamos en grande. Risas. Laura. Javi. Reencuentros rápidos de una noche que pasé mano a mano con Richard y las risas.
El sábado por la mañana me levanté para almorzar en La Creu viendo el espectacular belén con que reciben vía concurso a la navidad fallera. Cortadito en el Casino y vino de honor para celebrar Santa Cecilia. Regresé a la sede con Antonio y quise dormir, pero no pude. Porque me eché la hora en búsqueda de billetes del AVE para el viaje familiar. Luego café con Lola en la Plaza Mayor y presentación del equipo de fútbol. Me acerqué a la presentación de Antonio Molle. Y regresé al concierto espectacular - espectacular concierto - del CIM en el casino. Al acabar, cené con Laura y Alberto en las Brasas y rematamos en Cyrano, con todos los que vinieron: agrupación de fallas Mislata, Tatín con Alfonso y esposas, Manolín, Kike al cerrar la noche... Vaya. Volvimos a cerrar más tarde de lo que quería. Y me volví a casa con Juanjo. Y me acosté. Echando en falta horas de sueño, que ya no encontraré nunca. Me desperté pronto. Bajé a ver la carrera popular y me fui de pasacalles, misa por Santa Cecilia y a la Canaleta a acompañar en la recogida de juguetes mientras Tronats hacían una paella. Y regresé, casi volando, a comer a las Brasas con los músicos. Me enterneció lo que me contaba Tomás. Me acordé de mi familia ferroviaria. Y me vine al invierno con un inicio de lluvias que no desataban cuando entramos al casino. Una copa y a casa. Pijama, sofá y Chester. Unos nachos con salsa picante y todo el sueño del mundo (incluído el americano).
Esta mañana, sabía más a lunes que ninguna. Pero no hemos parado. Adiviné el peso de mi báscula y seguí la mañana, entre tostadas y despachos, sabiendo que hoy tenemos reunión en la sede del partido. Y que me voy ya mismo de reunión, de Junta, de cena,... y de lo que nos llegue. Me he puesto al Maestro Rodrigo en Spotify, y tecleo a ritmo de la Tempranica. La espalda se encoge y yo, que estaba escribiendo la presentación de Dr.Oloriz, empiezo a temblar de ver todo lo que se me viene encima... Y por delante. Menos mal que tenemos una espalda que lo aguanta casi todo.
Pd.: Ya tengo apartamento en Madrid. Tirso de Molina... Como dijo mi madre, el nombre me gusta.
lunes, 24 de noviembre de 2014
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