miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL DÍA DE LA LOTERÍA






Hoy reaprendí algo que debía saber desde pequeño a fuerza de que mamá lo haya repetido tantas veces: "Hazme ciento y no hagas una y ya no has hecho ninguna.". No llovía. El otoño duró menos que en las canciones de Sabina. Fui al ayuntamiento y antes tomé café con Víctor. Compré lotería del Menjant. También había comprado en la administración, soñando como siempre que de ésta nos salvamos la vida entera... Debía de ser el día de la lotería, porque pasé la mañana trabajando, comí en casa de mi hermana sin Rosa, pero con mis padres y Edurne que se había puesto malita, y me fui a tomar café con A.A., la primera persona a la que le propuse lo que tocaba. Ya veremos. Regresé a casa. Limpié la cocina y me preparé para irme a la tele, con la tentación de descubrir el anuncio de la Lotería de este año. Lacrimógeno. ¡Bien! Lo que nos gustará una lágrima... Si sirven para humanizarnos, bienvenidas sean. Porque no hay manera de salir de este mundo gris de ninguna manera... la gente ya ha pasado de indignada a querer borrarse de gente.

Así que cogí el taxi y llegué hablando por teléfono con Pepa a la tele, donde vendí más lotería. Ya dije que era el día. De la lotería, digo. Y ahora, esperando que dé la hora para levantar el telón e iniciar una semana más el espectáculo. Estamos con el "Tot és Festa" a cuestas, hoy que es miércoles...

Me sigue pareciendo todo muy curioso. Aunque al mismo tiempo, es como si nada pasara... pero sí que pasa (digo yo).

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