martes, 18 de junio de 2013

TORMENTA DE PRIMAVERA

Cayó la lluvia. Y calló el mundo. Se limpiaron las calles donde la pobreza raquítica busca salida entre riachuelos de miseria y el cielo limpio el aire, que fue más puro que nunca. Llovió. Cuando no lo esperaba nadie, llovio. Y se hizo un grito de esperanza, en mitad de la noche, que nos invitó a pasear cogidos a nuestro destino, bajo la incesante lluvia que todo lo cubría.

Así, con ese optimismo descarado, deberían regresar las tormentas del optimismo, para alcanzarlo todo y para hacer que, desde ahora, creciesen veloces los caminos del mañana, las esperanzas del futuro, los deseos y los anhelos que nos remuevan la vida desde las entrañas hasta el corazón, con una sola ilusión: la de ser mejores cada día.

De igual manera que ha llovido incesante la noche, que ha dejado ver las estrellas con una claridad absoluta, al despejarse en la madrugada, igual que se cubrió de nuevo el cielo para regalarnos un día nublado y plomizo, que no cae en abril, sino en esta primavera relegada; así, de igual manera, deberíamos de ir caminando por la vida, distribuyendo nuestros claros y nuestros oscuros, nuestras tormentas y nuestros soles, nuestras brisas y nuestros hastíos... Hay que ir caminando disfrutando del camino, hay que pasear por la vida intentando descubrir cada detalle, cada minucioso detalle, que es un regalo al final para quienes gozamos de vivir...

Gozar de vivir, ser felices con lo que tenemos, sin conformismo ninguno, que no me gustan, pero subrayando el valor máximo de que todo lo mínimo que tenemos ya es algo para emprender el camino. Para compartirlo, para mejorarlo... A menudo pasamos por la vida como una tormenta de primavera, veloces, sin lógica, sin espera ni esperanza; y perdemos así la perspectiva de que tenemos ante nosotros un mundo repleto de colores que nos pertenece. No te entristezcas cuando se nuble todo, los colores brillan más. No sufras el desconsuelo cuando tu vida no tenga un sol que la ilumine, porque si miras alrededor encontrarás que siempre habrá quien te dará la mano y te acompañará, como anoche, bajo la tormenta. Esperando que amaine el temporal y de nuevo solo se vean las estrellas. Aquellas estrellas lejanas del cielo que se mueven lentas por el universo...

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