lunes, 10 de junio de 2013

EL MEJOR PROPÓSITO


¿Cuántas veces te has dejado ante las campanadas la hoja escrita con todo lo que vas a barrer de tu vida y lo que quieres que te llegue al nacer el año nuevo? ¿Cuántas veces has pensado que el lunes es el día oportuno para comenzar esa dieta que arrastras desde la misma navidad pasada en que te prometiste cambiar tu vida? ¿Cuántas veces, igual que cargan los niños con sus mochilas, te has planteado tu vuelta al cole, en septiembre, cargado de tantas promesas que no encuentran quien las cumpla?

Los propósitos son necesarios en nuestra vida. El ponernos metas para las que correr no es solo algo necesario sino que altamente recomendable, pues con el hecho de exigirnos nos invitamos cómplicemente a conseguir superarnos hasta en la más nimia de nuestras intenciones. Los propósitos que tantas veces nos escribimos, aunque sea sobre el imaginario papel de nuestra mente que anhela conseguir, son enmiendas o propuestas que nacen con la voluntad de cambiarnos y hacernos mejores. O al menos, en nuestra escala, vienen con fuerza para reforzar aquellos puntos débiles entre los que se dibujan las líneas rectas de nuestras vidas...

Vaya también por delante que muchas veces los propósitos no pasan de eso, de propósitos, de intenciones que no llevamos a cabo. Las más complicadas, yo creo, son las que deben de hacernos cambiar nuestra manera de ser, que se puede mejorar pero rara vez cambiar. Al final somos como somos y difícil solución tenemos: y no hay que ponerse pesimistas. Es fantástico ser cómo se es y por esta razón le venimos a gustar a la gente a la que le gustamos. Pero es cierto que, todos, alguna vez, hemos pensado aquello de esto no me volverá a pasar. Ante el egoísmo de los demás, nos prometemos ser igual de egoístas y de mirar antes por nosotros que por los demás, que tan poco miran por nosotros. Ante el desconsuelo del olvido, nos prometemos sacudir igual en el tiempo pasado nuestra memoria y subirnos a nuevos trenes. Ante el dolor que nos provoca alguien, nos proponemos mirar ya sólo hacia adelante, sin mirar atrás por convertirnos en estatua de sal...

Yo a menudo me propongo cosas. Me traigo mi papel del alma y escribo, con intención sobre él, una retahíla de voluntades que a veces cumplo y a veces no. Y de vez en cuando, repaso el ayer con la intención de saber cuántas cosas emprendí de nuevo y cuántas me gusta leer y saber que hubo un día, por lo menos, que pensé en cambiarlas... Por eso te aconsejo que traigas con cualquier excusa los propósitos a tu vida, porque solo con escribirlos a renglones seguidos en tu alma, estarás pensando en ti, en la manera de mejorarte y de ser y hacer más feliz en la vida a los que te rodean...

Para mí, éste ya es el mejor propósito...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo lo que escribes me hace feliz,me hace llorar....me encantaaaaaaaaaaaa...mi mas sincera enhorabuena.ANDREA

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