lunes, 24 de junio de 2013
CUANDO ERA PEQUEÑO
Cuando era pequeño, nadie me dijo que tendría que pensar el resto de la vida. Me dijeron que tendría que saber sumar y restar, me enseñaron a colorear sin salirme de las líneas, que palabras se escribían con "h" y cuáles las echaban para siempre. Me enseñaron que Ankara era la capital de Turquía y que al tercer día resucitó. Me enseñaron en casa a ser buena persona, a ser buena persona dentro y fuera de casa. Pero no me dijeron nada de que tendría que pensar el resto de la vida...
Cuando era pequeño no me obligaban a buscar la felicidad, porque me la traían en bandejas de madera, a los pies de la cama. Sólo tenía que despertar buscando excusas para no ir al cole, o imaginando qué bocadillo tendría a la hora del recreo. A veces, por ímpetu extremo, ni podía esperar al patio y abría tímidamente el papel de plata por la punta del pan adivinando qué tendría poco después.
Cuando era pequeño, la lluvia me parecía un juego, la muerte un paradigma, la vida algo corriente, y mis días se perdían entre balones en la calle, libros en la escuela, nubes en el cielo... Pero me hice mayor. Y descubrí que las piernas pesan más tal y como avanza el día, que las noches nos cubren de insomnio, que las horas se caen, que la vida pasa, que los sueños se marchitan si no los riegas, que la felicidad se siente, ni se busca ni se tiene, que somos pasajeros sin pasaje, que las tardes se cubren con unos cielos preciosos cuando cae el sol, algo que cuando era pequeño me maravillaba y ahora me hace pensar... Pensar... Pensar. Aquello que nadie me dijo, cuando mi infancia era un motor que rodaba el tiempo hacia atrás, que tendría que hacer...
Ahora miro hacia atrás. Compruebo como cuando era pequeño se me iban de la mano los sueños con una imaginación volátil, absoluta, despreocupada. Cuando era pequeño mi paseo era al trote, hasta el siguiente paso de cebra, que quería siempre cruzar. Y al hacerme mayor, con mi Peter Pan a cuestas, sin campanillas ni capitanes, quiere volar con la misma fiereza de cuando era pequeño.
Y aunque a veces no puedo, no lo consigo, no me dejan, sigo en mi empeño de pensar de manera inconsciente pero racional, dedicarle poco tiempo sin dejar de estar todo el día haciéndolo, descansar mirando al cielo, donde me tumbo a pensar otras cosas que no me hagan pensar... Y así, regreso a mi niñez, aquella infancia sin patios ni Sevillas, donde nadie me dijo que tendría que pensar... Pero pienso, y hace que todo sea más lúcido, más bello, mejor...
Cada vez que pienso, sueño. Cada vez que sueño, vuelo. Cada vez que vuelo, mi sonrisa se alza hacia el cielo con unos ojos radiantes que miran entre brillos y esperanzas... Sigo mi camino, andando con mis desvelos, y pensando, así, de esta manera que me trajo la vida... Porque cuando era pequeño, cuando era pequeño, nadie, nadie me dijo que me tendría que pasar la vida pensando...
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