jueves, 6 de junio de 2013

ARREPENTIMIENTO


Tengo una sensación amarga agarrada al estómago. Es la sensación del pasado que sacude visceral, de vez en cuando, cuando cosas que creías tan arrastradas por los lodos de la vida, regresan con nuevos golpes haciéndose importantes, protagonistas, únicas... A veces la vida, en su cruel juego de desequilibrios, nos devuelve a etapas pasadas y nos hace replantearnos en un segundo si todo aquello que nos pasó o que hicimos pasar fue lo mejor, si no hubo otras vías, si no hubo otros escapes... Aquél dolor agarrado al estómago, duro e inconcreto, inconciso, se llama arrepentimiento cuando se confirma que hoy nuestras palabras serían otras, nuestros silencios otros, nuestros dolores menos amargos... Hoy me ha venido al día una llamada que traía mensajes de hoy pero personas de ayer, personas que ya no están, personas que hoy sufren y, me sorprendí a mí mismo, sufriendo ese dolor ajeno y sintiendo en parte la voluntad de estar, de volver a ser, de tender mi mano... una mano que ya no puedo tender porque aquel ayer duro e irreconocible se disolvió como un humo espeso y gris, denso y volátil.
Hoy he vuelto a la palabra arrepentimiento, a la revisión de la vida, al valorar aquellas aguas que refraneras ya no mueven molino. Y no siento arrepentimiento de lo que pasó o de lo que dejara de pasar, ni me siento dolido ya por un ayer irreconciliable... Simplemente, con la tranquilidad de hoy, con un pasado que es historia, miro las palabras que me llegan y me sentiría mejor arrimando el hombro que dejando que un dolor amargo se agarre al cuello de mi camisa... Siempre le deseo la mejor de las suertes hasta a las personas que no conozco, es una filosofía de vida incomprendida y latente, pero siempre me manejo así... por eso cuando tomo decisiones nunca me arrepiento. O casi nunca. En la vida hay que arrepentirse de lo que no se hace o de lo que no se dice, pero no de aquello que fue, creímos y creo, que eran las cosas como debían de ser...
Hoy, que la tristeza intentó colarse en la vida, sigo pensando que hay que batallar por el que está al lado, por compartir su dolor como nos regalamos la alegría, hay que luchar por conseguir sumar siempre y dejar que el pasado sea el manso bailar de las aguas de nuestra historia con el son de nuestros buenos recuerdos. No soy una persona de arrepentirme, y hoy, te traigo en mis palabras de esperanza el mismo consejo, que nunca te arrepientas. Que nunca eches en falta lo que pudiste hacer o decir. La vida, casi siempre acabará dando las vueltas que haga falta para que vuelvas a pensar en ello. Y cuando mires atrás, haz que el recuerdo te provoque siempre una sonrisa. Siempre.

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