lunes, 21 de mayo de 2012

EPÍLOGO


Fin de fin de semana, con la vista puesta en la cama. No soy capaz ni de irme a dormir, y mira que llevo acumulado sueño por castigo. Ayer se casaron David y Carol, ¡pues qué viva los novios! Y hoy ha sido la comunión de Rocío en Sarrión. Y lo que ya sabéis: anoche me acosté hoy y hoy se me hizo de noche. Llegué a la vez que Carol a San Valero, le vi entrar, guapísima como estaba, como están las novias, con un David en estado de nervios a la espera en altar. Y entonces me dí cuenta que mi teléfono se había quedado en el taxi del taxista genio en informática. Me dio una sesión completa de radares camino de la Iglesia y regresó a devolvérmelo. Entré en la Iglesia y salimos a la espera de que salieran los novios. ¡Y viva los novios! Nos fuimos a la falla, echamos un truc Borjita, Angelita, Ricardo y servidor. Nos echamos también unas risas y al borde de las nueve de la noche nos fuimos al Sorolla, donde fue la cena. Lo pasamos de maravilla: con Richard celebrando misa, con Angelita hablando sin decir nada, haciendo el mico, que es lo nuestro... Tuvimos anuncio de boda, porque de una siempre sale otra (y en este caso es verdad), no digo más porque no sé lo anunciado que está el tema y no sería de ley anunciarlo aquí...

Alargamos la parranda. Primero con la discomóvil y la barra libre, hablando de todo un poco, bailando desenfrenados y hasta proyectando escapadas a la India... Proyectos, proyectos, proyectos... Luego en RED Valencia, hablando de todo un poco, bailando desenfrenados y esperando que se hiciera de día como se hizo...

Esta mañana papá entró en mi habitación para despertarme. Me duché y nos fuimos a Sarrión. Era la comunión de mi sobrina, válgame Dios que frío. Hacía mucho que no iba al pueblo, algo que me han recordado casi todas las personas a las que me encontré. Reflejos y plaza, comienza a llover y la procesión que salía por la calle Mayor, regresa en nada vía rápida. Comemos en Los Maños. Un menú copioso y buenísimo. Charro con Ofelia y con Rosa, con mi hermana y mi madre. El sueño se va apoderando a lo largo de la tarde, es normal. Whatsappeo con Amparo resumiendo cosas de anoche (algunas de las cosas de anoche). Le digo que escribiré en el blog cuando vuelva y que me iré a dormir. Pensaba hacerlo antes de lo que estoy haciéndolo. Desde luego. Volvemos a casa y me pego una siesta pequeña, pero suficiente para recuperar algo de oxígeno. Bajo con Edurne jugando al Veo veo en el coche. Me flipa la imaginación de esta niña. Me pirro por su sonrisa. Me divierte oírla cantar canciones de Amaral... ¡Se hace tan mayor! Dios... Llegamos a Mislata. Ceno y veo Aída a ratos y tecleo algo... Ahora, ya sí, a dormir. Ya puedo por hoy...

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EPÍLOGO.

Jota salió a la calle cuando el día empezaba a clarear. Escribió un sms: "En la vida hay veces que intuimos las cosas. Yo suelo hacerlo. Tengo una intuición fantástica, no tan grande como hace unos años, pero ahí la tengo.". Marcó nueve dígitos de nadie y envío por azar el mensaje. Nunca llegó a nadie. Jota caminaba pensando si habría hecho lo correcto. La noche anterior, por un momento, sintió una pena enorme. Nada de aquello que tenía alrededor le era familiar, conocido. Al revés, era como si un coma le hubiera apartado de su vida y volver ahora era completamente extraño. Un extraño en su propia vida... Pensó que si se habría equivocado, lo había pensado otras veces y enseguida su intuición le dijo que no. Su intuición, su cuerpo y su alma. Lo peor que le pasó a Jota fue además, que el cuerpo le pedía avivar el fuego. Por eso salió a la noche, bajo la brisa y pensó que mejor que todo sería darlo todo por acabado. 

Jota recordó que cada una de sus decisiones siempre tuvieron consecuencias, y que a veces éstas le habían perjudicado más que la propia decisión. "No, no te estás equivocando" volvió a pensar. Y remató con su intuición el saberse en lo cierto. Jota buscaba un taxi mientras el cuerpo le decía que aquél era el final feliz de una historia. Fue una buena noticia, por eso sorprendía más, la que le abrió los ojos y le hizo intuir que hasta ahí llegaba el camino...

Hacía falta algo para rematar la historia. Hacía falta un hecho que hiciera chispa y diera al traste con algo que se alargaba ya demasiado. Lo hizo empeñado porque no hay nada peor que estar quieto en mitad del camino. Hubo un momento que hubiera girado su sentido de la marcha y hubiera regresado. Pero pensó que no. Jota pensó que era mejor cerrar un capítulo agridulce de su vida... Y sacó el móvil:


"Le he dado vueltas. Cuando al repensar las consecuencias de todo aquello me invade de nuevo una sensación contundente de no volver atrás. Se echa tierra sobre lo que sea y a seguir viviendo... Me preocupa pensar que el alma me pide volar más lejos, olvidarme de todo aquello. Pero al mismo tiempo pienso que si echamos tierra, acabando con todo, volverá algún día la resaca de una pena de lo que pudo ser y no fue. Ahí es donde entra en juego mi intuición, que me pide fuego... Y mis manos, en calma, y mi alma, dolor y silencio...". Calló. Paró y borró el mensaje. Fin de la historia. Tecleó de nuevo un sms: "En la vida hay veces que intuimos las cosas. Yo suelo hacerlo. Tengo una intuición fantástica, no tan grande como hace unos años, pero ahí la tengo.". Marcó nueve dígitos de nadie y envío por azar el mensaje. Nunca llegó a nadie... 

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